“Depende del magistrado que juzgue, puede ser justicia o ruleta”
Ricardo González Placer, exgerente de Vitoria International Airport (VIA), la sociedad que promociona el aeropuerto de Foronda, vive sus últimos momentos de libertad. A sus 68 años, está a las puertas de entrar en prisión para cumplir con una pena de diez años por un delito de tráfico de drogas. En una entrevista con eldiarionorte.es reitera su inocencia y asegura que “psicológicamente” está preparado para afrontar la cárcel y muestra su preocupación por la situación en la que va a quedar su familia. El Tribunal Supremo ha confirmado la pena impuesta por la Audiencia Nacional, que le condenaba por su participación en el dispositivo para fletar un avión desde Bogotá, que aterrizó en Foronda el 23 de diciembre de 2009 con dos toneladas de cocaína disimuladas en un cargamento de flores. González Placer, una personalidad muy conocida en la vida local de la ciudad, insiste en que fue víctima de un montaje y que según el magistrado que juzgue “puede ser justicia o ruleta”. “En mi sentencia participaron tres magistrados. Uno de ellos formuló un voto particular en el que en lenguaje de la calle dice claramente que no hay pruebas de ningún tipo que me incriminen en un delito de tráfico de drogas”.
Pregunta. ¿Cómo afronta su situación, a escasas horas o días de tener que entrar en prisión?
Respuesta. Psicológicamente estoy preparado, pero estoy preocupado, incómodo e indignado. Mi familia es lo que más me preocupa. Tengo la entereza para soportar este castigo, pero mi mujer depende de mí y sufre un grado de discapacidad del 76% reconocido por las instituciones. Tengo esperanza en que todo sea lo más rápido posible. Me han propuesto dar clases en la cárcel a los presos para que obtengan el título para patrones de embarcaciones de recreo. Si me facilitan los libros, encantado. Es muy difícil hacerse a la idea de que vas a ir a la cárcel cuando no has hecho nada. Desde hace cuatro años padezco esta situación y ahora se confirma la pena de prisión. A mi entender no hay razón ni pruebas de que he hecho algo ilícito. Más de uno puede decir: ‘Oiga, que tiene una condena confirmada por el Tribunal Supremo, así que algo habrá hecho’. Pues a esas personas yo les digo que se lean la sentencia, en especial, la parte final que recoge el voto particular de uno de los tres magistrados. En ese voto se habla en lenguaje de la calle: no hay pruebas de ningún tipo que me incriminen en un delito de tráfico de drogas.
P. ¿Cómo conoció a Raúl Jiménez, el principal implicado y cerebro de toda la operación según la sentencia?
R. Raúl Jiménez era un conocido hombre de negocios. Yo representaba al aeropuerto de Ciudad Real, en el que trabajaba y él era el dueño de una terminal de ‘handling’ del aeropuerto de El Dorado de Colombia. El ‘handling’ son los servicios que se prestan en los aeropuertos para asistir a las compañías aéreas y pueden ir desde la asistencia de equipajes y pasajeros hasta las diversas operaciones en pista. Entre otras cosas, Jiménez se dedicaba a la exportación de flores. No desconfié, me pareció un buen negocio de carga para el aeropuerto de Vitoria, ya que en el de Ciudad Real no se podía realizar por una cuestión logística. Lo único que hice fueron los actos propios de mi profesión, es decir, facilitar la instalación de la terminal de ‘handling’ en Foronda, que era el aeropuerto más adecuado para la descarga de un avión de las características del que se había contratado. La intención era hacer 50 vuelos al año. Los dos primeros fueron de flores y vegetales.
P. ¿Eso fue suficiente para relacionarle con la banda?
R. Sí. No hay ninguna grabación ni nada por el estilo que me incrimine. Todas mis amistades y los profesionales del sector de la carga aérea confían en mí, y durante los últimos cuatro años he seguido estando al día, he tratado de llevar una vida lo más normal posible. La primera sentencia ya me dejó perplejo. Yo no puedo saber lo que va en cada caja, como si van flores, uvas o lo que sea. Yo le facilité que la carga se hiciera en las mejores condiciones posibles, siempre en la creencia que se trataba de flores. A los magistrados les sorprende que les facilitara las cosas a Jiménez, como el alquiler de la lonja o de una vivienda para las personas que acompañan la carga. Pero es que en eso consiste mi trabajo, sin pensar en que alguien me la vaya a jugar.
P. ¿Ha perdido la fe en el funcionamiento de la Justicia?
R. Antes de dedicarme a la carga aérea, he sido capitán de marina mercante, he estado en barcos por todas las partes del mundo y jamás he tenido un problema. Ese bagaje de muchos años en la mar es lo que me hace mantenerme sereno. Ahora soy incapaz de visualizarme diez años en la cárcel, aunque soy consciente de que es muy difícil que el Tribunal Supremo se caiga del burro.
P. ¿Va a solicitar el indulto?
R. No puedo reconocer algo que no he hecho, pero si me van a fusilar al amanecer pues tendré que reconocerlo y, si es preciso, diré que llevaba los 2.000 kilos de cocaína metidos en el bolsillo. Hasta ahora nunca había tenido ningún tipo de contacto o encontronazo con la Justicia y lo que he visto me deja profundamente decepcionado. No me queda más remedio que asumir la condena. Todos los que me conocen me apoyan, así que la imagen que ha quedado deteriorada es la de la Justicia.
P. De acuerdo a su versión, cualquier profesional que se dedique a la carga y descarga de aviones podría verse envuelto en una situación parecida a la que usted está viviendo.
R. Efectivamente, cualquier profesional que se dedique a esto se podría ver envuelto en un asunto parecido. Sobre todo, los que se mueven en temas relacionados con la logística. Es algo que por lo que ahora he conocido les pasa mucho a los camioneros. Hay muchos en la cárcel porque les han colocado droga de manera disimulada entre la carga. Después, depende del juez que te toque, puede ser justicia o ruleta. Mis colegas dentro del sector están temblando.