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Horacio Echevarrieta, el empresario republicano que liberó a cientos de presos españoles en Annual hace cien años

Horacio Echevarrieta con Abd el Krim en Alhucemas, ambos protagonistas de las negociaciones entre el Gobierno de España y los rebeldes rifeños

Maialen Ferreira

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El 27 de enero de 1923 pasó a la historia como una de las fechas clave en la vida del empresario y político Horacio Echevarrieta (Bilbao, 1870-Barakaldo, 1963), debido a que, como contaba con una relación de amistad con el monarca Alfonso XIII, con la simpatía del dictador Miguel Primo de Rivera y con el respeto del líder militar rifeño Abd el-Krim, fue elegido para entablar negociaciones para rescatar a los cientos de presos españoles caídos tras el desastre de Annual. El empresario, por el que a día de hoy existen empresas como Iberia, Iberdrola o Cemex, no solo pagó de su bolsillo parte de las últimas exigencias del rescate, que daba fin a un bloqueo en el que los prisioneros estuvieron en cautiverio más de año y medio, sino que llegó a ofrecerse como rehén hasta que se resolvieran estas.

Tal fue su popularidad tras el rescate, que Alfonso XIII quiso nombrarle Marqués del Rescate en reconocimiento a su actuación. Un título que, a pesar de la insistencia de amigos y del propio monarca, rechazó por su condición republicana, ya que Echevarrieta fue un republicano convencido que tuvo representación parlamentaria hasta 1917. “La catástrofe que supuso la derrota en la batalla acontecida en julio de 1921 cerca de la localidad de Annual, situada entre Melilla y la bahía de Alhucemas, causó no solo miles de bajas en el ejército español, sino también el cautiverio de casi medio millar de personas, entre las que había mujeres y niños”, explican Gonzalo Arroita, María Peraita y Javier Amezaga, autores de ‘Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta’, en el libro que trata de resucitar la vida del empresario vasco.

“Tras meses de fallidos y descoordinados intentos de negociación, el Ministerio de Estado, encabezado por Santiago Alba, y Abd el-Krim estuvieron de acuerdo en nombrar a Echevarrieta como mediador en el conflicto. Aparentemente las relaciones que había mantenido años antes con el caudillo de la insurrección rifeña, por motivo de sus intereses mineros en el norte de Marruecos, habían sido motivo suficiente para que aquel viera en el empresario vasco un hombre de confianza y le propusiera como el único interlocutor aceptable”, aseguran.

Echevarrieta consiguió rescatar concretamente a 357 cautivos supervivientes entre los que se encontraban 45 jefes y oficiales, 274 soldados de tropa, y 38 civiles, incluidos mujeres y niños, según relataba el periódico La Época ese mismo día. “En los meses siguientes al desastre de Annual, la sociedad española vivió una situación de auténtica zozobra debido a que se fue conociendo que los supervivientes eran maltratados, torturados o asesinados, mientras la parálisis y los fracasos se sucedían en la acción de monarquía, gobierno y ejército. Con la llegada del Gobierno Liberal de García Prieto, se pensó como única solución en la persona de Horacio Echevarrieta, industrial bilbaíno y antiguo político republicano, reconocido como una de las personas más influyentes del país. El empresario además conocía bien el territorio africano a causa de sus negocios mineros y contaba con la confianza del líder rifeño, quien le consideraba un hombre de palabra”, recuerdan.

A pesar de que en ese momento Echevarrieta se encontraba trabajando en la planificación de las Galerías Punta Begoña en Getxo, al tiempo que planificaba y abordaba, la urbanización de la Gran Vía de Madrid o de la Línea Transversal del Metro de Barcelona, aceptó el reto. “El 27 de Enero de 1923, sobre la misma playa de Axdir, Horacio Echevarrieta negoció 'a cara de perro' con los rifeños, pagó dinero de su bolsillo y se negó a subir al barco hasta que no lo hiciera el último de los prisioneros, ofreciendo incluso quedarse como rehén en garantía del acuerdo. Poco antes de embarcar, murió uno de los rehenes, el teniente bilbaíno Garaigorta, como consecuencia del año y medio de penoso cautiverio. La carta de su familia que Echevarrieta llevaba para él en el bolsillo nunca pudo ser entregada”, lamentan los autores, que destacan que el regreso a España del barco con los supervivientes supuso “un acontecimiento nacional celebrado en todo el país”.

Además del libro, en el que recogen las hazañas políticas y empresarias de Echevarría, a quien describen como una persona que “nació en el momento, pero no en el lugar oportuno”, debido a que es un gran desconocido, Arroita, Peraita y Amezaga colaboran en el proyecto de recuperación de las Galerías Punta Begoña en Getxo (Bizkaia), encargadas por el empresario vasco al arquitecto Ricardo Bastida en 1918 y la propiedad de la que, según dijo “nunca se desprendería”. Sin embargo, las Galerías Punta Begoña fueron posteriormente ocupadas por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil, se convirtieron en el cuartel general del mando italiano, fueron lugar de negociación del Pacto de Santoña y, tras la guerra, lugar afecto a usos del régimen franquista. “Tras la ocupación y la decoración de las galerías con motivos fascistas, el empresario experimentó una gran desafección hacia Punta Begoña”, detallan los expertos que tratan a día de hoy resucitar la imagen del empresario y darle una segunda vida al que fue su edificio favorito.

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