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ANÁLISIS

Dos juicios y un congreso repetido: la gran crisis de Eusko Alkartasuna en siete claves

Eva Blanco, en la ofrenda floral del Día de la Memoria en el Parlamento Vasco

Iker Rioja Andueza

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Eusko Alkartasuna (EA) encara una semana decisiva para su futuro. El miércoles y el jueves los dos sectores enfrentados, el oficial y el crítico, se verán las caras en sendos juicios en Vitoria. El sábado y el domingo, además, la formación integrada en EH Bildu repetirá el congreso que ya realizó en febrero y cuyos acuerdos, siquiera cautelarmente, han sido paralizados por la Justicia. Hace ya tiempo que los ritmos en EA los marcan jueces y magistrados a golpe de demanda y, a veces, hasta de querella. Los debates que no se tienen en las asambleas por la ruptura total de los puentes personales se sustanciarán con luz y taquígrafos en una sala de vistas mientras Eva Blanco, el fin de semana, buscará el enésimo intento de alcanzar la estabilidad en la secretaría general desde que dio el paso de tomar las riendas en 2019. Los críticos, por su parte, se hacen llamar “garaikoetxeístas” por contar en su bando con el lehendakari y fundador, Carlos Garaikoetxea, de 84 años.

1 - El origen: una escisión del PNV

EA son las siglas de Eusko Alkartasuna, que podría traducirse como Unidad o Solidaridad Vasca en euskera de Bizkaia. Surgió en 1986 como escisión del PNV liderada por el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea. Hubo dos grandes causas del cisma. Por un lado, el propio partido realizó escuchas ilegales a su presidente utilizando medios de la Ertzaintza, como quedó demostrado judicialmente. Por otro lado, políticamente el sector que se marchó defendía un foralismo con menos poderes en el debate de la Ley de Territorios Históricos o LTH. Es conocido que la intención de los escindidos era que EA se llamase Eusko Abertzaleak, Nacionalistas o Patriotas Vascos. Sin embargo, el PNV registró antes la denominación. Todavía hoy así llama a su grupo en el Parlamento Vasco, que usa las siglas EA-NV y no las de PNV. Sin embargo, las juventudes de EA sí son Gazte Abertzaleak y no Gazte Alkartasuna. El partido quiso imitar incluso el modelo de ‘batzokis’, los bares que hacen las veces de sedes sociales del PNV a pie de calle. Creó una red de locales, los ‘alkartetxes’. Formalmente, es un partido independentista y socialdemócrata. Siempre condenó a ETA. Ha sido aliado tradicional de ERC en Catalunya frente a un PNV que compartía espacios con CiU.

EA, con Garaikoetxea como gran activo, estuvo a punto de desbancar al PNV tras la escisión y de cambiar de raíz el panorama político vasco, aunque ahora el uno sea una formación minoritaria y el otro esté consolidado e implantado en todo el territorio. En 1986, EA irrumpió con fuerza en el Parlamento Vasco y el mordisco al PNV hizo que la primera fuerza en escaños fuesen los socialistas, aunque en votos el peso de Bizkaia mantuviera líder a los de Xabier Arzalluz, con José Antonio Ardanza como candidato. El entonces PSE-PSOE, en cambio, hizo lehendakari a Ardanza. En las elecciones forales de 1987, EA ganó en Álava y en Gipuzkoa y el PNV solamente retuvo Bizkaia. Logró 35 escaños sumados los tres Parlamentos forales por 32 de los ‘jeltzales’. En Navarra, obtuvo cuatro escaños por ninguno del PNV. En las municipales de ese mismo año irrumpió con 442 concejales en Euskadi, lejos aún de los más de 800 del PNV pero muy por encima del PSOE, por ejemplo, y cerca de quien hoy es su socio, la izquierda abertzale. Fue la primera fuerza en Vitoria y en Donostia. En Pamplona multiplicó por diez los votos de su matriz.

2 - De volver al PNV al acercamiento a la izquierda abertzale

Pasaron los años y EA acabó formando Gobiernos de coalición con el PNV como socio menor. Ha liderado carteras de mucha relevancia como Educación, Medio Ambiente o Justicia. A finales de la década de 1990 y principios de la de 2000 llegaron a concurrir juntos a diferentes convocatorias electorales, aunque luego se dividían como grupos separados. Con estas inercias se llegó al período 2007-2011. EA concurrió en solitario a las municipales y forales de 2007 y los resultados no fueron positivos. Con todo, se articularon aún coaliciones, como las de Gipuzkoa o la de Álava. Ninguna de las dos acabó bien en un contexto en el que surgió el concepto de ‘polo soberanista’ como germen de una confluencia de las formaciones abertzales de izquierdas y que fue el germen de la actual EH Bildu. En Gipuzkoa, los siete junteros electos y los miembros del Gobierno de coalición con el PNV se pasaron en bloque a una escisión de la escisión, que fue llamada Hamaikabat (H1!). Su líder era Iñaki Galdos. Aquella facción ya desaparecida acabó haciendo el camino de vuelta al PNV. Un ejemplo es Ana Oregi, que llegó a ser consejera con Iñigo Urkullu y que ahora es teniente de alcalde en Vitoria. En Álava, el estallido del ‘caso De Miguel’ de corrupción, que acabó con el diputado peneuvista Alfredo de Miguel detenido, hizo que volaran por los aires los acuerdos. En 2009, en las autonómicas, EA quedó reducida al mínimo. Obtuvo un escaño de 75, los mismos que UPyD, aunque sí le tocó liderar la comisión de investigación creada precisamente por el ‘caso De Miguel’. En aquellos años el ‘polo soberanista’ fue tomando cuerpo y EA fue el aporte principal para la creación de la primera Bildu. Con la actual Sortu todavía ilegalizada, EA ofrecía estructuras legales, cuadros y sedes, ya que el otro socio era la Alternatiba de Oskar Matute, una pequeña escisión de la IU vasca de Javier Madrazo, Ezker Batua. En 2012 se sumó Aralar, una rama pacifista salida del tronco de HB por el impulso de Patxi Zabaleta. Se formó Amaiur y ya, definitivamente, el modelo actual de EH Bildu. En Navarra, este proceso acabó con Nafarroa Bai (la suma de PNV, EA y Aralar, entre otros) que se redujo a la actual Geroa Bai. En el caso de EH Bildu, de suma de partidos o coalición al uso se ha ido convirtiendo en un partido integrado, con afiliación y estructuras propias. Si las primeras listas se hacían respondiendo a cuotas, ahora ya no es así el sistema. Aralar, de hecho, disolvió sus estructuras propias y sus militantes pasaron a ser 'bilkides'.

3 - Una batalla que se inicia en 2017

La primera constancia pública de un sector crítico en la EA integrada en EH Bildu se produjo en el congreso de 2017. En aquella cita, ya hubo una candidatura alternativa a la del entonces líder, Pello Urizar, aunque resultó derrotada en un cónclave en el que se votó por compromisarios. La diferencia fue de apenas 14 delegados, eso sí. El gran cisma, en cambio, se hizo patente en 2019. Urizar dimitió en el partido y en el Parlamento Vasco, donde fue relevado por un cuadro de Alternatiba. Se diseñaron unas primarias para elegir al sustituto. La continuidad la representaba la opción de Eva Blanco, también parlamentaria vasca. Los críticos confrontaron bajo el liderazgo de Maiorga Ramírez, aforado en Navarra. El choque fue tal que la Comisión Electoral estaba controlada por el partido pero no la de Garantías, con mayoría crítica. Finalmente, la candidatura de Ramírez quedó anulada antes de la votación a pesar de tener más avales que la de Blanco. La segunda se limitó a cumplir el reglamento y entregar el mínimo indispensable y el primero quiso hacer una exhibición de fuerza aunque no logró los mínimos requeridos en una de las cinco organizaciones territoriales en que se divide EA, la minúscula sede de Iparralde. Ahí empezaron a brotar ya las primeras acusaciones de que los órganos del partido controlaban el censo y que intentaban boicotear las opciones de los críticos. Hace ahora tres años, en noviembre de 2019, se celebró el primer juicio dentro de EA. Sin embargo, Blanco fue proclamada al ser la única candidata y se convirtió en secretaria general, aunque la sucesión de pronunciamientos judiciales que han brotado desde entonces hacen que los críticos siempre le cuelguen la etiqueta de que ejerce “en funciones”.

4 - Diferencias personales, diferencias políticas

En el contencioso que se vive en EA hay diferencias personales irreconciliables y diferencias políticas. Sobre las primeras, los protagonistas no quieren comentarlas, aunque saltan a la vista. Los afiliados oficialistas Isaías Valdivielso y Patxi Martínez de Albéniz -exlíder en Álava- denunciaron internamente las “mentiras” de Ramírez y sus seguidores, lo que derivó en expedientes. Otro ejemplo: la sede de Vitoria estaba alquilada al partido y a los encargados del servicio de hostelería pero los dueños son afines a los críticos y, este verano, expulsaron a EA. El partido tuvo que cargar hasta la ikurriña y el mapa de Euskal Herria en una furgoneta para irse a otro local en el centro de la ciudad. Como derivada, se prohibió al bar seguir llamándose “alkartetxe”, así que se eliminaron las letras “tetxe” y ahora es “alkar”. Las segundas, las discrepancias políticas, quedaron negro sobre blanco en la enmienda a la ponencia política que propugnaron los críticos en el último congreso de febrero, el que ahora se repite. El texto, adelantado en su día por este periódico, denunciaba que Sortu había fagocitado a EA y tomado el control absoluto de EH Bildu. La textualidad planteaba que contra la “fusión y progresiva absorción por Sortu” de EA se lograra la “independencia”. “Lo que quiso ser una coalición de diferentes de un amplio espectro electoral ha derivado hacia una real integración como formación política unificada con los rasgos (por añadidura fácilmente caricaturizados por las fuerzas españolas) de la izquierda abertzale histórica y 'heredera política de ETA y HB'”, llegaron a defender. EH Bildu debería ser “una coalición de partidos limitada a elecciones concretas”, sostienen. 

5 - Sin primarias

Una de las quejas recurrentes de los críticos es que, tras los sucesos de 2019, el congreso que se celebró a principios de 2022 había eliminado ya las primarias como sistema de elección y optado nuevamente por el sistema de delegados. “Hay que poner urnas en los alkartetxes” es un mensaje repetido machaconamente en este tiempo. Hubo grandes quejas también sobre el sistema en que se elegían esos delegados para el congreso y los críticos no ocultaban sus acusaciones de que se sentían víctimas de un pucherazo. También cuestionaron que el congreso nacional vasco asumiera la elección de los coordinadores territoriales y que no se hicieran asambleas en cada organización. Hasta entonces, las territoriales de Álava, Navarra y Gipuzkoa estaban en manos de dirigentes críticos, Iratxe López de Aberasturi, Miren Aranoa y Mikel Goenaga. En medio, llegó el anuncio de expedientes de suspensión para ellos tres y para el propio líder alternativo, Ramírez, motivados por las denuncias internas de Valdivielso y Martínez de Albéniz, que fueron instruidas por Lohitzune Txarola. Eso sí, se hicieron efectivos al día siguiente del congreso, al que técnicamente podían asistir como miembros de pleno derecho. En ese contexto enrarecido se llegó a una cita mixta, telemática en su primera jornada y presencial en la segunda. Era debido a las precauciones imperantes todavía por la COVID-19 tras la gran oleada de la variante ómicron en la Navidad.

6 - El congreso de febrero y la asamblea paralela

Los críticos, que hacen ver que su gran valedor es el lehendakari y fundador Carlos Garaikoetxea así como otros históricos del partido, como Rafa Larreina, se plantaron en el palacio de congreso de Vitoria también en la primera jornada, la telemática. Demandaban debates presenciales y primarias. Optaron por boicotear el congreso oficial y montar otro paralelo sin ninguna validez –ni debate ni oposición- que aprobó por unanimidad tanto la ponencia política de la “independencia” de Sortu como un equipo rector alternativo con la exconsejera Esther Larrañaga al frente. Esto segundo tuvo lugar en una sala contigua en el mismo palacio Europa y minutos antes de que el congreso como tal validara una nueva etapa de Blanco. Se cuidaron de que los votos que recibió Larrañaga en esta asamblea fueran más que los que avalaron a Blanco en el congreso oficial, aunque no fueran para nada coincidentes con los compromisarios críticos. 147 frente a 130, aproximadamente. Garaikoetxea se dejó fotografiar votando a favor de recuperar EA como sigla diferenciada. En algunos momentos incluso han amagado con recuperar igualmente el viejo logo de la hoja de roble, ahora estilizado. Meses después, los críticos lograron que una resolución judicial cautelar anulara los acuerdos adoptados en el cónclave a expensas de que se analicen en una sentencia definitiva todas las posturas. ¿El resultado? Los órganos elegidos no son operativos –no hay coordinadores territoriales, por ejemplo, ya que los anteriores están expulsados, salvo en Bizkaia- y las ponencias orgánica y política no se pueden dar por modificadas. Blanco sigue al frente porque ya lo estaba antes de esa cita, aunque su legitimidad es permanentemente puesta en solfa por sus adversarios internos. Mientras, los críticos anuncian periódicamente que celebran asambleas en nombre de EA a las que el partido responde con celeridad que no representan a nadie, como la que tuvo lugar en Pamplona en fechas muy recientes. Eso sí, el peso de esta corriente es tal que el sector oficial en Navarra, por ejemplo, apenas controla un porcentaje ínfimo de la militancia. Las tres ediles de EA dentro de EH Bildu en Pamplona son críticas, como dato de referencia. Una fuente de Sortu manifestó en privado a este periódico que ni queriendo dar peso a EA en la confección de listas forales y municipales de 2023 podrían hacerlo contando solamente con los alineados con el sector oficial. “Se cuentan con los dedos de las manos”, garantizan los críticos.

7 - 'Lawfare': juicios uno detrás de otro

Entre medias, llueven los procesos judiciales. Del juicio de 2019 ya hay sentencia en primera y en segunda instancia. Las conclusiones fueron dispares y no decantaron la pugna. La enconaron, de hecho. Por un lado, se estimó que se habían vulnerado los derechos de participación política de Ramírez al anular su candidatura en las primarias. Se apelaba a los derechos recogidos en la Constitución española aunque los avales en cuestión eran de una zona bajo jurisdicción de Francia. Por otro lado, se emitió un duro varapalo al funcionamiento irregular de la Comisión de Garantías controlada por los críticos. Después, en 2020, llegó un proceso penal contra dos dirigentes de EA afines a Blanco, Mariano Álava e Iker Ruiz de Egino, que son cargos públicos de EH Bildu. También contra la ex de EA y dirigente de la coalición Maider Carrere. Les acusan de accesos ilícitos al censo electoral para controlar el proceso de primarias y perjudicar a Ramírez. El caso permanece en fase de investigación con el trío imputado. Esta semana hay dos juicios en dos salas diferentes en Vitoria. En el juzgado 3 de lo civil se dirimirá este miércoles el recurso contra las expulsiones temporales de Ramírez y el resto de dirigentes críticos. Paradójicamente, continúan como cargos públicos porque lo son de EH Bildu y no de EA como tal. Declararán en esta vista Blanco, Ruiz de Egino, Txarola y otros cuadros de la formación, como Leire Pinedo, que fue la organizadora del congreso de febrero. En el juzgado 6, este jueves, el punto de fricción será si ese cónclave fue o no válido. Después, el sábado y el domingo, tendrá lugar la repetición del congreso. Será en Bilbao y el objetivo del aparato es contar con órganos estables y normativa interna actualizada ante la inseguridad emanada de la suspensión cautelar de los acuerdos de nueve meses atrás. Los críticos, de momento, no han participado en las elecciones de delegados e insisten en que o primarias o nada.

“Imagínate que luego nos dan la razón y nos dicen que lo de febrero estuvo bien hecho, como creemos. Tendríamos dos congresos hechos”, explica una fuente de EA, que pide anonimato, sobre el laberinto jurídico en el que están sumidos. Además, el partido ha llevado al Supremo la sentencia favorable a Ramírez por su exclusión de las primarias de 2019 y al Constitucional el hecho mismo de verse forzado a recurrir a las primarias. Un partido socio de la izquierda abertzale, el partido para el que se diseñó la Ley de Partidos, está exprimiendo cada resquicio de la normativa reguladora de las formaciones en España para ventilar sus disputas internas. Otras voces hablan de “intervención judicial” o “lawfare”. Internamente, Sortu y EH Bildu se llevan las manos a la cabeza con lo que está ocurriendo, pero públicamente son muy medidos en sus declaraciones, aunque nunca han negado a Blanco su legitimidad como representante de EA dentro de los órganos comunes.

-¿Hay alguien que se esté afiliando a EA en estas circunstancias?

-Sí, por supuesto.

Es casi en lo único que coinciden ambos sectores.

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