De la maldición de las 108 misas a una invasión de palomas: Vitoria deja morir su edificio heredado en el centro de la ciudad

Mascarillas por el suelo, rastros evidentes de una invasión de palomas, problemas estructurales, ... La situación de un edificio de viviendas de propiedad municipal -en su mayoría- en el centro de Vitoria lleva camino de convertirse en un culebrón sin desenlace claro. “El histórico de este bloque realmente nos daría para una serie”, se ha ironizado esta semana en el Ayuntamiento sobre el lugar, Florida, 28, a muy pocos minutos a pie de la propia casa consistorial.

Se trata de un bloque heredado por la ciudad en 1978 merced al testamento de una potentada, Doña Virginia, que puso como condición que tuviera fines sociales y que, asimismo, las arcas públicas garantizasen 108 misas anuales en su memoria, que obviamente no se hacen. El Gobierno local lleva tiempo queriendo deshacerse de él y no puede porque el último inquilino pelea por salvar su casa familiar y porque los descendientes de la donante quieren recuperarlo al entender que Vitoria no ha cumplido con las condiciones para quedarse con la casa. La oposición ha vuelto a apretar al Ejecutivo municipal esta semana a cuenta de este asunto, principalmente por la insalubridad y problemas estructurales del bloque, y la conclusión es que, como mínimo, hasta 2027 todo seguirá bloqueado.

El expediente sobre Florida, 28, que acumula ya 47 años en los archivos vitorianos, ha sido sometido a debate esta semana en comisión municipal. La portavoz de EH Bildu, Rocío Vitero, preguntó al teniente de alcalde, Jon Armentia, por cómo está el asunto. Son ya varios años en que los presupuestos anuales contemplan como “ingreso” la venta del edificio. Supuestamente se realizan gastos con esos fondos. Este 2025 está cuantificada en 700.000 euros que, desde luego, no se van a ingresar.

Vitero avisó de que desde 2018 constan informes que remarcan que es “urgente” una intervención en la estructura de la casa, que es antigua. Además, a ello se le suma, recientemente, un problema de “salubridad” en forma de invasión de palomas. La edil ha pedido al Ayuntamiento que actúe porque “aún hay personas viviendo en ese espacio”. Son, además del último inquilino de la parte municipal, los dos propietarios individuales que quedan. “Esto es grave”, insistió Vitero, que ironizó que si esto ocurre en un bloque “en la zona VIP” de Vitoria no se imagina los problemas de las propiedades públicas en otros barrios.

Armentia resumió su intervención en que “no se puede hacer nada” más allá de “actuaciones de mantenimiento”. Vitoria, de hecho, quiere echar al inquilino desde hace años pero hasta el 31 de diciembre de 2025 está suspendida la orden desahucio. Después, ese mismo vecino acudió a los tribunales, lo mismo que los descendientes de Doña Virginia. Si consiguen probar que el Ayuntamiento no cumplió el testamento -en lo tocante a no celebrar eucaristías pero también en otros puntos más terrenales- podrían lograr la nulidad de la transmisión y recuperar la propiedad. Ambos procesos se han unificado en un solo juzgado de Vitoria, pero la resolución va lenta. Y luego habrá recursos sí o sí.

“Esperemos que durante el 2027 podamos tomar una decisión”, anheló Armentia. Para eso aún quedan dos años. Pronto se presentarán los presupuestos de 2026 y, quizás, vuelve a figurar como ingreso una venta imposible. El anterior alcalde que lidió con el asunto, Gorka Urtaran, del PNV, incorporó esta dirección en su 'masterplan' para revitalizar el centro de Vitoria. Se interpretó como un intento de derribar las casas actuales y rehacerlas con otro formato.