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Los bancos de libros alivian una vuelta al cole llena de obstáculos económicos

Alumnado del IES Roseiras 2 (Vigo)

David Lombao

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que la Xunta ideó un sistema por el cual las familias no tenían que echar mano de su bolsillo en el inicio de cada curso para suministrar de libros de texto a los estudiantes de la enseñanza pública. Primero implicando a centros y familias y, más tarde, haciendo lo propio con las librerías y las empresas editoriales, el Gobierno de coalición de PSdeG y BNG basó esta “gratuidad” en el préstamo de manuales escolares, limitando así los gastos únicamente a materiales como cuadernos o útiles de escritura. Pero el gobierno cambió de color político y el gabinete de Alberto Núñez Feijóo sustituyó este sistema por otro de ayudas parciales, la denominada “gratuidad solidaria”, que deja fuera a casi la mitad del alumnado, según datos de la propia Xunta. Ante esta coyuntura, las asociaciones de madres y padres (ANPAS) optaron por la autoorganización: los bancos de libros.

En esencia, se trata de lograr sin ayuda lo que se conseguía “con los libros que daba el bipartito”, sintetiza en conversación con Praza Pública Helena Gómez Vecino, presidenta de CONFAPA Galicia. Frente a los modelos de algunos colegios concertados, “donde las familias pagan cinco o diez euros para tener derecho al banco de libros”, las ANPAS de la pública “optamos por la forma solidaria: entregamos los libros de texto que tenemos y recogemos los que haya”. Esta “solidaridad”, al contrario de la enunciada en el programa gubernamental de ayudas, permite “un ahorro de más de 200 euros” por familia, paliando así medidas como la suba del IVA del material escolar.

Pero, ¿cómo funcionan exactamente estos bancos? Gómez Vecino lo ilustra con un ejemplo: una alumna de primer curso de la ESO recoge la práctica totalidad de los manuales que precisa en su nuevo centro de enseñanza. Previamente, “dejó los de sexto de Primaria en el colegio”. “Esos libros se van a cuidar y los niños aprenden de ese reciclaje, con una importante parte pedagógica”. Las madres y padres que impulsan este intercambio “saben que entregan lo que tienen y que, a lo mejor, no pueden coger todos” los que precisan. No obstante, para salvar esta dificultad el siguiente paso será elaborar un fichero en la federación“ de ANPAS ”con todos los libros, ediciones y editoriales“. Así el cambio no se limitará a cada centro educativo, sino que se podrá realizar también entre colegios.

Planes como el banco de libros, unidos a otros como bancos de uniformes -algunos centros públicos los emplean-, intentan aliviar las dificultades económicas a través, destaca Gómez Vecino, de una “labor ingente de las personas de las ANPAS, del profesorado y de las direcciones de los centros”. Este trabajo, añade, no sólo consiste en recoger y entregar libros, sino que también hay que “plastificarlos” o distribuirlos en estanterías que previamente tiene que habilitar la dirección o el Consejo Escolar de cada centro educativo. “Aquello que hizo la Xunta en su momento -sintetiza- lo retomamos las ANPAS y las direcciones de los centros”.

Un banco de libros municipal

La desaparición del sistema de préstamo impulsado por la Xunta también hizo brotar iniciativas semejantes a nivel municipal. Uno de estos ejemplos es el desarrollado en el ayuntamiento de Teo, que en el verano de 2013 puso en marcha por segunda vez su propio banco de libros. Aquella primera campaña sirvió para recibir 62 libros que, según datos del municipio próximo a Compostela, “beneficiaron a 19 familias”.

Como en el caso de las ANPAS, Teo recoge “libros de texto usados en los colegios públicos del ayuntamiento”, con la salvedad de que deben ser “válidos según las listas de libros del curso 2013-2014”. El único requisito para la recogida es que los manuales “estén en buen estado de conservación” y que no se trate de libros “que se utilicen como cuadernos o en los que se escriba”, caso por ejemplo de algunos de los materiales empleados en Educación Infantil y en el primer ciclo de Primaria. Por su parte, quien reciba libros “debe comprometerse a devolverlos al final del curso” en el mismo “buen estado” en que los recogió. En toda la campaña tendrán prioridad “las familias que cuenten con un informe de Servicios Sociales que aconseje el préstamo” y, en segundo término, las familias que son donadoras de volúmenes.

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