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Una víctima de un cura que no irá a la cárcel: “Abusas sexualmente de niños y con una multita ya está todo arreglado”

Una persona sostiene un rosario.

Ángela Torres Riera

Eivissa —
7 de agosto de 2025 22:10 h

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Sergio Lleó era monaguillo a mediados de los años noventa en la iglesia Mare de Déu del Roser de Vila (Eivissa). Su padre tenía un restaurante al lado del templo, en la esquina más cercana, y él le echaba una mano de vez en cuando. Los clientes habituales en el establecimiento que regentaba su progenitor eran policías —la comisaría está a tiro de piedra—, personal de Correos —ya que las oficinas estaban emplazadas a apenas una calle de distancia— y personas que trabajaban o acudían asiduamente a la Iglesia, una de las más céntricas de la ciudad. Fue así como conoció a Juan Manuel de Souza, cura de la congregación, ahora condenado por el Juzgado de lo Penal 1 de Eivissa a una pena de tres años y medio de cárcel que no tendrá que cumplir en caso de no delinquir durante los dos primeros años.

Los abusos se cometieron cuando Lleó era un niño de diez años, cuenta en primera persona a elDiario.es. Un día se disponía a preparar la misa, como hacía en muchas ocasiones, y descubrió que el cura no estaba, por lo que subió a la casa parroquial, en la planta superior de la iglesia, para buscarle. Fue entonces cuando De Souza le pidió que cogiera asiento en el sofá y Lleó descubrió que debajo de la sotana no llevaba ropa interior. Acto seguido, recuerda cómo el sacerdote le agarró la mano y la puso hasta tres veces sobre sus partes íntimas, relata aún con una amarga sensación.

Durante años, no fue consciente de lo que había vivido en aquellas dependencias eclesiásticas. Solo dos décadas más tarde, cuando estudiaba Derecho en la Universitat de les Illes Balears (UIB) y tuvo que analizar una sentencia judicial sobre abusos para un trabajo de clase, recordó lo que había vivido, pudo digerirlo y más tarde, en marzo de 2021, se animó a contarlo públicamente a través de redes sociales. Esto hizo que otras víctimas del cura se sumaran a la denuncia, aunque tres de los casos que se hicieron públicos ya habían prescrito cuando los afectados decidieron contar los hechos, incluido el de Lleó. Las dos otras víctimas cuyos casos también han prescrito son: en primer lugar, el hermano mayor de otro afectado que sí ha podido hacer Justicia y, en segundo lugar, un alumno del sacerdote durante su época como tutor y profesor de religión en el Instituto ibicenco Sa Blanca Dona en los años 90.

Los abusos a Sergio Lleó, cometidos cuando era monaguillo, han prescrito. El hombre relata que el párroco le agarró la mano y la puso hasta tres veces seguidas sobre sus partes íntimas. Ahora, ha sido condenado por otros dos casos de abusos sexuales a menores

“Desde la Iglesia me silenciaron”, aseguró Lleó en unas declaraciones a Diario de Ibiza hace unos años, cuando vaticinó lo que ahora se ha hecho realidad: la petición de seis años de prisión de la Fiscalía por los delitos cometidos no prescritos —uno por abusos sexuales y otro por abusos sexuales continuados con prevalimiento— se ha convertido en “unos cuatro años de cárcel” que no se llegaran a cumplir. Ya que la jueza encargada del caso, Clara Ramírez de Arellano, ha suspendido la ejecución de la pena a condición de que De Souza no cometa ningún delito en el próximo par de años.

“Es una vergüenza”, señala a elDiario.es después de que la Justicia balear emitiera estos días la sentencia, a la que ha tenido acceso este diario. “Abusas de niños de diez años y con una multita ya está todo arreglado”, lamenta Lleó. El ibicenco solicitó al abogado defensor de las dos víctimas cuyos casos no habían prescrito poder contribuir a sus testimonios y “apoyarlas” durante el proceso judicial, pero no obtuvo respuesta por parte del letrado.

La relación de confianza con las familias

Las labores parroquiales del cura, de origen gallego, no se limitaron a la iglesia Mare de Déu del Roser, sino que también se desarrollaron en las parroquias ‘vileras’ de Santa Cruz y de San Pablo, en el barrio periférico de Can Escandell. Una noche del verano de 2005, un chico de 12 años de la comunidad religiosa católica del Camino Neocatecumenal (más conocida como Los Kikos) pernoctaba en la casa que tenía el párroco en la Iglesia San Pablo, que el menor frecuentaba con sus padres. De Souza tenía una relación estrecha con la familia, muy vinculada a la parroquia donde acudían a misa con regularidad. Por eso, cuando el religioso les propuso que el niño, que empezaba entonces a entrar en la adolescencia, se quedara a dormir en la casa parroquial, no vieron nada extraño. Pero, al regresar al día siguiente a su casa, el menor les dijo a sus padres que no quería volver a quedarse nunca más con el acusado, ni tampoco participar en ninguna actividad religiosa organizada por la Iglesia.

Tampoco entonces los progenitores sospecharon que, durante esa noche de 2005 en esa casa parroquial, el sacerdote aprovechó para acercarse al niño con ánimo libidinoso. Siendo consciente de su situación de superioridad y del respeto y la confianza que el menor tenía en él, “le tocó el pene por debajo de la ropa interior, al tiempo que se masturbaba a sí mismo”, describe el fallo judicial que ha condenado recientemente al párroco a un año y medio de prisión por este delito.

Como consecuencia de estos hechos, el menor ha sufrido durante los años posteriores a los abusos sexuales daños morales y psicológicos que han afectado a su desarrollo personal y evolución en el ámbito de la sexualidad, refleja el mismo escrito judicial. No fue la única víctima. De hecho, otro de los hijos mayores de la misma familia, nacido en el 83 (es decir, once años mayor que su hermano), denunció haber sufrido hechos similares cuando tenía apenas once años.

El párroco 'tocó el pene por debajo de la ropa interior' de una de las víctimas, 'al tiempo que se masturbaba a sí mismo'. Tenía solo 12 años. Era de la comunidad religiosa de Los Kikos y pernoctaba en la casa del cura

Entre 2009 y 2010, el cura cometió otros abusos, esta vez continuados, por los que la jueza del juzgado ibicenco le ha condenado ahora a dos años de prisión. La historia es muy parecida a la de la primera víctima: el cura utilizó la relación de confianza que tenía con la madre del niño, que también pertenecía a la comunidad de ‘Los Kikos’ y se había quedado viuda, para cometer los abusos. Aprovechando que este segundo menor, de 13 años de edad en aquel momento, quería ordenarse para sacerdote, le sugirió a la madre -asidua de sus misas y ceremonias- que se quedara su hijo dormir dos veces al mes en la casa parroquial con la excusa de instruir y enseñarle el oficio eclesiástico. Ella accedió.

Cuando se quedaban a solas, el párroco repetía las acciones que había llevado a cabo con el resto de menores, aprovechándose de su autoridad moral sobre ellos. Un aspecto que ha tenido en cuenta la jueza a la hora de emitir la sentencia, el documento incluye las agravantes por situación de confianza, superioridad o prestigio con respecto a las víctimas. En el domicilio propiedad de la Iglesia donde vivía habitualmente De Souza, el adolescente terminó viviendo una pesadilla. El párroco aprovechaba esos momentos de intimidad forzada para tocarle los genitales al menor mientras le colocaba la mano sobre sus partes para que le masturbara, detalla la sentencia del juzgado ibicenco. Además, el ahora condenado le mostraba fotos de mujeres desnudas, causando estragos en el desarrollo del niño, igual que en el resto de víctimas.

La otra víctima también era de 'Los Kikos'. Tenía 13 años. Su madre, viuda, accedió a que el niño durmiera dos veces al mes en la casa parroquial porque quería ser sacerdote. El párroco le tocaba los genitales mientras le colocaba la mano sobre sus partes para que le masturbara

El reconocimiento de los hechos

Tras hacerse públicos los escandalosos abusos que involucraron a De Souza, la diócesis de Eivissa apartó del ministerio al sacerdote, que poco después tomó la decisión de regresar a Galicia por iniciativa propia. Y mientras el obispado guardaba silencio, el Vaticano encargó una investigación interna a un sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, que se desplazó hasta la isla para indagar los hechos.

Durante ese periodo, el acusado era arcipreste de Eivissa y fue relevado de sus funciones pastorales en las cinco parroquias donde ejercía con siete sacerdotes a su cargo. También dejó de impartir clases de Religión y catequesis en centros públicos de la isla, como confirmó en ese momento la Conselleria de Educación balear.

El silencio del excura durante años de proceso judicial se rompió el pasado 11 de julio cuando admitió frente al tribunal de Eivissa los hechos del relato de los dos denunciantes y aceptó las dos condenas impuestas por la jueza; la primera de un año y tres meses de cárcel y la segunda de dos años de encarcelamiento por el segundo episodio de abusos sexuales. Por otro lado, ha tenido que indemnizar a ambos afectados con 20.000 euros y no podrá acercarse a menos de cien metros ni tampoco comunicarse con ninguno de ellos en el periodo de los próximos cinco años.

En cuanto al resto de víctimas, por lo menos Lleó, no ha recibido de momento ninguna indemnización por parte del Estado. Esto, a pesar de que el Gobierno aseguró hace unos años que se encargaría de reparar el daño de los afectados cuyos casos hubieran prescrito, para lo que se tenía previsto crear un “órgano especial de carácter temporal”, según incluía el informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia.

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