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Sobre este blog

Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

Interferencias es un blog de Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso (@fanetin), donde también participan Felipe G. Gil, Silvia Nanclares, Guillermo Zapata y Mayo Fuster. Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos.

Un paso atrás

Fragmento de la carta que Rowan Hansen (11 años) envió a DC Comics.

Silvia Nanclares

“Hagan algo con esto, por favor”. Así termina esta carta que Rowan (11 años) remitió a los directivos de DC Comics. DC escuchó y contestó de un modo espectacular a la niña. Ella dijo algo así como, genial, gracias por la respuesta y por dibujarme como superheroína, “pero no dejaré de reclamar que esto cambie por otros canales”. Rowan propinó un buen zasca (¡bum, zas!) a la súper editorial de cómics, con una sola pregunta: ¿por qué no hay más personajes de súper heroínas? Su despedida-demanda era taxativa: “Hagan algo con esto, por favor”.

Mientras, en Madrid, tenía lugar esta semana el congreso: “¿Es una quimera la igualdad hombres mujeres en la artes?”, organizado por CIMA y Clásicas y Modernas, entre otras. A pesar de la extraña pregunta del título del congreso (quimera, sustantivo difícil) y de todos los peros que puede atraer para sí el término igualdad y el feminismo de la igualdad, el congreso ha estado plagado de iluminaciones, más bien obviedades que claman al cielo lo miremos por donde lo miremos: cifras reveladoras, estudios cualitativos, falta de cuotas, necesidad de cuotas, cuestionamiento de las cuotas. Diagnósticos que evidencian una realidad desde cualquier prisma desde el que se aborde la cuestión: la desigualdad hombres/mujeres en el ámbito de las artes escénicas y visuales es un hecho.

El concepto desigualdad nos remite siempre a la lucha legislativa que adopta como método el feminismo institucional. Pero más allá de la lucha frente a la institución, que no a todo el mundo apela, podemos abordar también esta cuestión desde las prácticas y los imaginarios. El hecho de que los papeles subsidiarios que subrayan la identidad relacional de la mujer tanto en la ficción (donde las mujeres son, por regla general, madres, hijas, mujeres, amantes de los roles protagonistas) como en los oficios artísticos sea una constante, dice mucho de cómo se cocinan las cosas en la cultura, símbólica y materialmente. El desigual protagonismo ficcional y real, dentro y fuera de las tablas, de las mujeres, es el día a día de la producción cultural en nuestro país, continente, mundo, galaxia... La mirada frontal y unidireccional del patriarcado puede volver a ser la respuesta.

El domingo pasado fui al Teatro del Barrio, proyecto teatral que sí me representa, al menos en su modo de producir y gestionar nuevos modos de hacer política desde la cultura, revitalizando una sala y haciendo barrio de paso. Pero observando las obras en cartel, sufrí una decepción (¡cachis, pero qué pinchaglobos es la mirada feminista!). En una de sus líneas más claras de trabajo, en cuanto a contenido, el Teatro del Barrio se suma a la necesidad de cuestionar y desmontar el imaginario intocable del consenso del 78. Este teatro urgente y documental está atrayendo a muchísima gente harta de tanta versión estática y con prisa de nuestra historia reciente. Ruz/Bárcenas, Ignacio González, las guerras correctas entre Gabilondo y González... Mmmm. ¡Feminazi alert! Observación consiguiente: ¿la historia reciente también la cuentan, la contamos, la vamos a contar a través de las figuras masculinas? Ese momento de “doctrina Tsipras” ya me resonó más a vieja política...

Así, en mi particular carta a los dramaturgos, guionistas, directores y productores contemporáneos, imitando a la niña Rowan vs. DC Comics, yo también terminaría con un: “Haced algo con esto”. Huid de la inercia de la testosterona. Desmontad el mito del intelectual, del historiador, del genio, del artista... Buscáos unas gafas feministas. Investigad. Yo que sé.  Regalad material de primera a vuestras colegas actrices y directoras. Contad historias diversas, inclusivas, complejas...

Y los compañeros me dirán: “¿Y por qué no las escribes tú?”. Es que no quiero escribirlas yo. Quiero que las escriban para mí. Quiero dejar de asistir a congresos donde la palabra quimera e igualdad formen parte de la misma frase. Tampoco quiero más colegas que se autoproclamen feministas sin más. Quiero que hagáis algo. Algo sencillo. Quiero que deis un paso atrás. En vuestro día a día y en vuestro trabajo como creadores. Desde la periferia, hay una muy buena distancia para ver y contar el mundo, aviso.

Nosotras ya hemos hecho, ya hacemos mucho. Un día, en vez de contar la historia de súper heroínas que dieron un paso adelante, contaremos la heroicidad de los hombres que dieron un paso atrás, que se hicieron cargo del trabajo invisible que sustenta toda creación, que captaron que cualquier desigualdad solo se corrige soltando privilegios, que dejaron espacio. Que escucharon a Rowan y a su: “Haced algo con esto, por favor”.

 

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