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La campaña de Trump se aprovechó de los datos de 50 millones de usuarios de Facebook obtenidos de forma fraudulenta

Trump en un discurso en una base militar de San Diego, California, el 13 de marzo.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Cambridge Analytica –la empresa que tuvo un papel clave en la campaña de Donald Trump– se hizo con la información de 50 millones de perfiles de Facebook violando las normas de la compañía y aprovechándose de la pasividad de la empresa a la hora de proteger los datos de sus usuarios. The New York Times y The Observer han publicado los datos de una investigación que contó con la colaboración de un antiguo empleado de Cambridge Analytica llamado Christopher Wylie que tuvo un papel protagonista en la obtención de esos datos.

Contactada por los dos medios, Facebook intentó primero restar importancia a la violación de sus medidas de seguridad e incluso amenazó con tomar medidas legales en las comunicaciones de sus abogados con The Observer. Cuando supo que la información estaba a punto de publicarse, anunció el viernes que había suspendido la cuenta de Cambridge Analytica.

Esta compañía es propiedad del multimillonario norteamericano Robert Mercer, que ha financiado campañas de varios políticos republicanos en EEUU. Al frente de sus planes estaba Steven Bannon antes de pasar a dirigir la campaña de Trump y convertirse en su principal ideólogo con sus posiciones ultranacionalistas.

El objetivo de Cambridge Analytica era conseguir información personal del mayor número posible de usuarios de Facebook para trazar un perfil de los intereses de los votantes estadounidenses, incluidas sus ideas y aspiraciones, para poder dirigirse a ellos a través de anuncios en la red social que respondieran a sus preferencias políticas.

No se trataba sólo de aumentar el apoyo a Trump en las urnas, sino también de intentar reducir el que pudiera recibir su rival, Hillary Clinton, en los sectores sociales más predispuestos en teoría a votarle.

“Las reglas no les importaban. Para ellos, era una guerra y todo valía”, ha dicho a The Observer Christopher Wylie. “Querían emprender una guerra cultural en América. Cambridge Analytica tenía que ser el arsenal de armamento con el que luchar en esa guerra”.

El principal responsable ejecutivo de Cambridge Analytica, Alexander Nix, comenzó su actividad de prospección de datos personales con fines políticos en otra empresa, SCL Group, para lo que contrató a Wylie. Hicieron varias pruebas en países del Caribe y África donde las leyes sobre privacidad eran escasas o inexistentes. Además, podían conseguir con facilidad datos personales de registros gubernamentales, según el NYT.

Nix entró en contacto más tarde con Steve Bannon, y de ahí con Robert Mercer, a los que convenció del potencial político de estas estrategias en una campaña electoral. El apoyo de Bannon fue decisivo para que se formara una nueva compañía a la que se llamó Cambridge Analytica. Los millones de Mercer y de otros donantes conservadores les permitieron aumentar el nivel de sus ambiciones, pero se enfrentaban a un problema. La obtención de datos personales sin violar la ley, a través de incentivos para que la gente se preste a instalar una aplicación que registre sus preferencias en las redes sociales, es una actividad sumamente cara.

Cambridge Analytica se aprovechó de los trabajos en esa dirección que se estaban realizando a una escala muy pequeña en un centro de la Universidad de Cambridge. Si bien ese centro no quiso colaborar, sí lo hizo un profesor de la universidad, Alexander Kogan, que desarrolló su propia app y comenzó a recibir datos que puso en manos de Cambridge Analytica.

La justificación que se comunicó a Facebook es que se hacía con fines académicos. Eso es también lo que se dijo a los usuarios de la red social que aceptaron instalarse la app thisisyourdigitallife a cambio de una compensación económica. Eran centenares de miles de personas, pero la app se diseñó para que recogiera también los datos y actividad de sus amigos en Facebook.

Unas 270.000 personas habían aceptado formar parte del supuesto experimento académico. Gracias a las características de esa app, y a la incapacidad de Facebook de proteger la privacidad de sus usuarios, su alcance fue exponencialmente mayor.

Cambridge Analytica recibió información sobre 50 millones de perfiles de Facebook. De ellos, 30 millones incluían datos personales suficientes como para poder elaborar un completo perfil psicológico de sus usuarios y de sus temas de interés, según el NYT. Las cifras proceden del testimonio de Wylie, un email de la empresa y la declaración de otro extrabajador de la empresa.

Los documentos a los que ha tenido acceso The Observer indican que Facebook ya tuvo conocimiento de esta invasión a finales de 2015, pero ni alertó a los usuarios ni tomó las medidas legales necesarias para asegurarse de que Cambridge Analytica pusiera fin a su actividad y entregara los datos personales obtenidos de forma fraudulenta.

Mientras los medios de comunicación norteamericanos informaban de que la campaña de Hillary Clinton estaba centrada en el mundo digital y que la de Trump no estaba a la altura de los nuevos tiempos y recordaba a lo que se hacía en los años 80, la realidad era muy diferente. La información facilitada por Cambridge Analytica permitió a la campaña del candidato republicano elegir las audiencias más efectivas para sus anuncios destinados a internet y sus campañas de recaudación de fondos, realizar modelos sobre en qué estados la campaña debía centrar sus recursos e incluso elegir los lugares donde era más rentable en términos electorales la presencia de Trump.

El director de la división digital de la campaña era Brad Parscale. Hace unas semanas, se ha sabido que Parscale será el máximo responsable de la campaña de reelección de Trump en 2020, un reconocimiento obvio de los beneficios que obtuvo el actual presidente en su estrategia digital en 2016.

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