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Deshacer la deriva autoritaria de Polonia, el gran reto de Tusk y la gran esperanza de la UE

Donal Tusk, durante su discurso antes de ser elegido primer ministro de Polonia.

Irene Castro

Bruselas —

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La derrota del ultranacionalista Mateusz Morawiecki (Ley y Justicia, PiS) en Polonia se ha celebrado en muchas capitales europeas, pero sobre todo en una: Bruselas. El retorno del europeísta Donald Tusk, de nuevo como primer ministro, que se producirá este mismo jueves para el Consejo Europeo, supone un alivio para la amplísima mayoría de líderes de los 27 y también para la Comisión Europea tras años de choque continuo con Varsovia por su deriva autoritaria.

La quiebra del Estado de derecho en Polonia y Hungría ha llevado a ambos países al abismo de la apertura de un procedimiento bajo el artículo 7 de los tratados, que puede conllevar incluso la pérdida del derecho a voto en el seno de la UE; pero se han protegido mutuamente. Deshacer el asalto al sistema judicial es el principal reto que tiene Tusk en el nuevo camino de Polonia en la UE, donde también esperan que se recuperen los derechos arrebatados a las mujeres y al colectivo LGTBI, más allá de un nuevo socio con el que negociar cuestiones sensibles como la migración sin que amenace con incumplir los acuerdos.

La batalla entre Varsovia y Bruselas por las reformas que han limitado la independencia de los jueces viene de largo, desde que en 2015 Ley y Justicia se hizo de nuevo con el poder. En sus primeros pasos al frente del Gobierno, puso en la diana a los jueces. Primero reformando la ley que regulaba el Tribunal Constitucional para nombrar directamente a sus miembros y después haciendo prácticamente lo mismo con el Supremo. Todo ello sucedió al tiempo que imponía medidas para silenciar las voces críticas pese a las advertencias de los organismos internacionales, como la Comisión Europea o el Consejo de Europa.

La intromisión, que el Gobierno ultranacionalista justificaba en la necesidad de apartar los vestigios del comunismo, llegó a la Justicia europea de la mano de la Comisión por la creación de una Cámara Disciplinaria del Tribunal Supremo que servía al PiS para vigilar a los jueces. Ahí comenzó la cascada de condenas al Gobierno de Mateusz Morawiecki por parte de los jueces de Luxemburgo que han llevado a Varsovia a sufrir multas millonarias (incluso algunas de un millón de euros al día) por quebrar la independencia judicial, que le ha llevado a acumular una multa de más de 550 millones de euros. El TJUE también censuró la norma que establece que el ministro de Justicia, que es a la vez el fiscal general, adscriba a jueces a tribunales superiores de lo penal mediante comisiones de servicio a las que puede poner fin en cualquier momento sin tener que justificarse.

En medio de ese proceso, el Constitucional polaco, ya conformado a semejanza del Gobierno, sacó al país del ordenamiento jurídico de la UE, es decir, estableció que el derecho nacional primaba sobre el europeo, en contra de lo que establecen los tratados. Con la usual tardanza burocrática de este tipo de asuntos, el litigio acabó a principios de este año de nuevo en Luxemburgo. Pero el desafío del alto tribunal polaco se ha producido hasta el último momento: el lunes, mientras Morawiecki certificaba su fracaso en el Parlamento, declaró ilegales las multas de los tribunales europeos respecto a la reforma judicial y también por el incumplimiento de la obligación de parar la extracción de lignito en una mina próxima a las fronteras con Alemania y República Checa.

Alfombra roja para Tusk, que vuelve a casa

Pero más allá del triángulo judicial Varsovia-Bruselas-Luxemburgo, Polonia tiene retenidos más de 30.000 millones de euros por la condicionalidad de los fondos de recuperación y de cohesión al cumplimiento de los estándares de respeto del Estado de derecho. Tanto Morawiecki como su socio Viktor Orbán se revolvieron contra el sistema de la UE que permite la congelación de fondos, pero perdieron la batalla en el TJUE.

Ley y Justicia, que llegó a poner sobre la mesa una norma que hubiera supuesto en la práctica la imposibilidad de que Tusk concurriera a las elecciones y en la que dio marcha atrás por las advertencias de Bruselas, pero sobre todo de EEUU, comenzó a revertir el camino de sus problemas por el sistema judicial, pero no llegó a tiempo para que se desbloqueara ni un euro. Ahora a Tusk le corresponde afianzar esa contrarreforma para garantizarse el flujo de los miles de millones que tiene pendientes. “Traeré los tan esperados millones de euros desde Bruselas”, se comprometió en su discurso este martes, recoge la Agencia EFE.

Por el momento en Bruselas tiene alfombra roja. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le recibió en la sede de la institución después de las elecciones, cuando ni siquiera había sido designado candidato a la investidura. “La participación récord en las elecciones que tuvieron lugar en Polonia el 15 de octubre ha demostrado una vez más que los polacos están firmemente apegados a la democracia. Donald Tusk y yo debatiremos hoy importantes cuestiones en las que la voz de Polonia es crucial”, se anticipó la alemana.

Rehacer los lazos con Kiev

Tusk también tiene por delante la tarea de retomar la relación con Ucrania, que se ha deteriorado en los últimos meses, a las puertas de las elecciones cuando las protestas de los agricultores polacos han ido aumentando por el levantamiento de los aranceles al grano de ese país, que fue una de las medidas estrella de la ayuda europea durante la guerra. Para Volodímir Zelenski es vital que no se resquebraje el apoyo en un momento en el que Viktor Orbán ha advertido de que están en contra de toda la política de cara a Kiev, incluida la apertura de negociaciones para la adhesión, que es un espaldarazo que los 27 quieren dar tras casi dos años de conflicto bélico. Ha sido uno de sus compromisos en el discurso del que ha salido proclamado primer ministro.

En la UE también confían en que el nuevo Gobierno liderado por Tusk (PPE) con una alianza de toda la oposición (desde liberales a socialistas y verdes) dé marcha atrás en la reversión de los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBI. La UE llegó tarde para frenar esa deriva que se fue larvando durante años, pero en 2021 la Comisión Europea abrió sendos expedientes sancionadores contra Polonia y Hungría por sus leyes homófobas al considerar que suponían una vulneración de los derechos de las personas LGTBI. 

La celebración por la derrota de Ley y Justicia duró poco, eso sí, en el club comunitario, que no había llegado a digerir la victoria del populista y prorruso eslovaco Robert Fico, que fue expulsado del Partido Socialista Europeo tras las elecciones. Poco después de brindar por los comicios polacos, las alarmas se desataban por el empuje del ultraderechista Geert Wilders, que se impuso en las urnas dejando claro que el freno a esas formaciones en países como España o Polonia es un espejismo ante su auge en el conjunto del continente.

En ese escenario, para el resto de líderes europeos la vuelta de Tusk, que presidió el Consejo Europeo hasta 2019, permite mantener un cierto equilibrio en las negociaciones de expedientes relevantes. Uno de los expedientes en los que el resto de gobiernos europeos mira ahora a Polonia es el Pacto de Migración y Asilo, que está en su recta final, después de que el anterior gobierno amenazara con incumplirlo antes de que estuviera aprobado por su rebelión contra la denominada 'solidaridad flexible', que pasa por permitir a los países que no quieren acoger refugiados que puedan renunciar a cambio de pagar.

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