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ANÁLISIS

Los griegos envían un mensaje atronador a la troika

Los partidarios del 'no' celebran los resultados en Atenas. / Efe

Andrés Gil

Atenas —

Grecia ha votado no a la troika y a Alexis Tsipras. Ha votado no a las políticas de austeridad aplicadas en los últimos años como única receta para salir de la crisis. Y ha votado para reforzar a su Gobierno ante las instituciones europeas: Tsipras consiguió el 35% de los votos hace cinco meses, el no ha cosechado más del 61%.

Los griegos han votado no a los recortes en pensiones y servicios sociales. Y han votado a favor de lograr un acuerdo con Europa que pase por reestructurar la deuda y pasar de los ajustes a los incentivos para la economía. El 61,5% del no reclama una enmienda al discurso hegemónico en el continente y, con ello, concede oxígeno a un discurso alternativo sobre el modelo de construcción europea, del cual Tsipras es el único exponente entre los socios comunitarios.

Su mayor antagonista en Grecia, Antonis Samarás –del conservador Nueva Democracia–, ha presentado su dimisión este domingo al frente de su partido después de que el se quedara en el 38,5%, muy por debajo de lo que decían las encuestas y los deseos de los gobiernos europeos.

¿Qué pasará este lunes? De momento, el control de capitales seguirá vivo. La incógnita sobre el sistema financiero del país seguirá existiendo. Por eso, en su discurso de celebración de la victoria, Tsipras dijo que la prioridad era “poner en marcha el sistema financiero” y reclamar la ayuda del BCE, al que le dijo que debe “comprender la dimensión humanitaria de esta crisis”.

Los problemas de relación con la troika, con la UE, cuyos principales dirigentes no quieren oír hablar de quitas de deuda, siguen existiendo. Y, por todo ello, desde este domingo por la noche ya está hablando el Gobierno griego con algunos de sus socios comunitarios, en especial Francia: para encontrar un compromiso que desbloquee la situación.

“Soy consciente de que este mandato no es de ruptura con Europa”, ha afirmado Tsipras en su discurso, “sino para buscar una solución viable, con justicia social y salir del círculo infernal de la austeridad. No hay soluciones fáciles, sólo hay soluciones viables mientras todos hagamos esfuerzos. Es histórico que la gente haya respondido a la pregunta correcta cambiando el debate. Esto no es sobre estar dentro o fuera de Europa, esto es sobre que una Europa no puede continuar en el camino de la austeridad”.

Grecia necesita la quita

Las bases de ese compromiso, para el Gobierno griego, pasan fundamentalmente por la reestructuración o quita de parte de su deuda. Algo que también asume el FMI en un informe conocido este viernes: Grecia necesita esa quita, además de 60.000 millones para hacer frente a los créditos de aquí a 2018 y un largo periodo de carencia de varias décadas. Su deuda representa el 177% de su PIB, cuando el FMI calculó que era sostenible si no pasaba del 110%. “Necesitamos la reestructuración para salir de la crisis, para superar las dificultades, con la cooperación de la Comisión Europea, e incluso del FMI, que está aceptando la quita como reconoce en el informe que salió a la luz”, ha explicado Tsipras.

El Ejecutivo griego confía en ir cerrando acuerdos a lo largo de la semana, lo cual también contribuiría a ir reabriendo los bancos. Grecia y las instituciones europeas están emplazados. ¿Se pondrán de acuerdo? No parece sencillo, pues los dirigentes europeo han entrado en la campaña griega contra Tsipras y Syriza, desde el presidente español, Mariano Rajoy, hasta la canciller alemana, Angela Merkel, el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el del Parlamento Europeo, Martin Schulz, que aseguró que “Grecia debería introducir una nueva moneda si triunfa el no”, y quien este domingo ha anunciado la puesta en marcha de un plan de emergencia “por la situación a la que ha llevado el Gobierno griego a su pueblo”.

Y tampoco parece sencillo porque tanto el primer ministro griego como su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, y el resto del gabinete, han calificado a los dirigentes europeos de “chantajistas” por querer imponer un “ultimátum”, y de traicionar “los valores democráticos de Europa” por oponerse al referéndum. Pero en la noche del domingo Tsipras ha sonado mucho más conciliador.

El ambiente, indudablemente, no es el mejor para sentarse a negociar. Pero el pulso ya está echado, y lo ha ganado Tsipras dentro de casa. “Incluso en las peores condiciones ha vencido la democracia”, ha dicho Tsipras este domingo: “Quiero agradecer a todos los que han votado, y haremos todo lo que podamos por devolver a Grecia al crecimiento, asegurando la unión y la cohesión finaciera, pero también nacional. Quiero agradecer a todos lo que salieron a la calle en Europa para mostrar la solidaridad con el pueblo griego. Dadas las circunstancias, fue una opción valiente. Quieren un debate sobre solidaridad y democracia”.

Heridas sin abrir

Tsipras es consciente de las muchas heridas que se han abierto en la última semana en Grecia: unas heridas que poco tienen que ver con un memorándum de la troika, sino que tienen unas raíces más profundas, de cómo se construyó Grecia tras la Segunda Guerra Mundial, con guerra civil y dictadura incluidas; con que, por primera vez en Europa, gobierne un partido al margen de la alternancia entre centroderecha y centroizquierda. Esas heridas no se curan de un día para otro. Y este lunes seguirán abiertas, y eso es algo que el Gobierno reconoce que no puede permitirse durante mucho tiempo.

Mientras tanto, los que pasaron una noche de celebraciones como no vivieron en el triunfo electoral del 25 de enero, fueron los partidarios del no y de Syriza, que han salvado la viabilidad de su Gobierno con holgura: una derrota les habría conducido a elecciones anticipadas a menos de seis meses de haber ganado las elecciones y habría puesto en cuestión su discurso, tanto dentro como fuera del país. “Estamos celebrando la celebración de la democracia, pero vamos a seguir para salvar el país, con democracia y justicia”, ha asegurado Tsipras.

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