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ENTREVISTA Analista sobre Libia

Jason Pack: “EEUU cometió en Libia el error contrario al de Irak y no asumió ninguna responsabilidad”

Jason Pack, autor del libro 'Libya and the Global Enduring Disorder'

Javier Biosca Azcoiti

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Libia tiene convocadas para el próximo 24 de diciembre sus primeras elecciones presidenciales. Su objetivo es sacar al país de una década de caos, conflicto y división desencadenados tras el asesinato del dictador Muamar el Gadafi en 2011. Sin embargo, su celebración aún está en el aire y los comicios podrían retrasarse ante las dudas legales de los candidatos que pueden presentarse. Mientras tanto, Libia sigue dividido en dos gobiernos que pugnan por el poder: un gobierno de unidad nacional reconocido por la ONU y un Gobierno liderado por el general Khalifa Haftar, que a su vez es candidato a las elecciones.

Jason Pack, autor del libro Libya and the Global Enduring Disorder (Libia y el desorden global duradero) y presidente de la consultora Libya-Analysis LLC, sostiene que ya no vivimos en el mundo de posguerra fría en el que EEUU hacía de “hiperpotencia”, sino que el actual sistema se basa en un “desorden global duradero” caracterizado por la ausencia de un líder y en el que determinados actores promueven deliberadamente el caos. “Si miramos muy de cerca Libia, podemos ver las principales tendencias de este desorden global duradero. Libia es un microcosmos de estos cambios”, dice.

¿Por qué hay fuerzas que promueven ese desorden? ¿Qué interés tienen?

A los neopopulistas que están a cargo de muchos países clave a nivel mundial les interesa un mundo desordenado. Desean que el mundo sea un lugar aterrador, con muchos inmigrantes y muchas amenazas para que sus electores estén dispuestos a aceptar su Gobierno. Es el caso de la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan, el Brasil de Bolsonaro, la Hungría de Orban, el trumpismo o incluso el Brexit Party o parte del Partido Conservador de Reino Unido. Los neopopulistas crean y promueven exactamente los problemas que dicen resolver. 

Usted relaciona incluso el Brexit o la elección de Trump en 2016 con lo que está ocurriendo en Libia. ¿Cuál es esa relación?

Si no hubiera habido Primavera Árabe, no habría Brexit ni Trump. El Brexit es muy claro, porque es la presión migratoria y el desorden de un mundo caótico tras la implosión de los Estados libio y sirio lo que permite a Nigel Farage y otros neopopulistas decir que hay que culpar a Bruselas y al orden global con sus horribles políticas de asilo.

En el caso de Estados Unidos el tema son las acusaciones contra Hillary Clinton. Todo comienza con el asesinato del embajador de EEUU en Libia Chris Stevens. Los republicanos normales como Jeb Bush o Mitt Romney nunca habrían caído tan bajo como para pedir el arresto de Hillary Clinton. Sin embargo, los neopopulistas como Trump o el congresista Jim Jordan sí que están dispuestos a hacerlo. También dicen que el tema del correo de Clinton es una de las peores cosas que jamás ha sucedido, aunque realmente es un asunto totalmente irrelevante. Todo ello permitió el ascenso del movimiento neopopulista.

¿Por qué cree que EEUU está ausente en Libia?

Estaban ya ausentes en 2011 debido a los errores cometidos en Irak, donde tuvimos una extralimitación hegemónica. En Libia cometimos el error contrario y no asumimos ninguna responsabilidad. Obama no quería hacer lo que Bush había hecho imponiendo la reconstrucción de un Estado. 

EEUU está asumiendo su nueva posición en estos últimos 10 o 15 años en la que ya no es la hiperpotencia capaz de establecer las condiciones del orden global.

Yendo a la situación actual en Libia. ¿Cómo llega el país a estas elecciones?

Hace 14 meses se estableció una hoja de ruta con el alto el fuego del 23 de octubre de 2020, pero no se ha cumplido. Stephanie Williams, jefa de la misión especial de la ONU, impulsó la hoja de ruta, pero cuando se fue a principios de 2021, su sucesor no ha tenido la fuerza, la visión o incluso el deseo de seguir esa hoja de ruta.

Del mismo modo, varios actores libios han querido desbaratar la hoja de ruta, en particular el jefe de la Cámara de Representantes, Aguila Saleh Issa, que entendió que si este proceso culmina con un gobierno no transitorio y un nuevo Parlamento, perderá su puesto. Por eso hizo una ley electoral para celebrar elecciones presidenciales, pero no parlamentarias, y en la que es muy complicado saber quién puede presentarse y quién no, así como quién decide quién puede presentarse, lo que hace que su implementación no sea viable. Estas elecciones en Libia nunca fueron implementables. 

Ahora tenemos un debate sobre los candidatos, pero no tenemos suficiente tiempo para ver si pueden presentarse, por lo que muchos defienden aplazar la votación. Todo esto estaba previsto en el proceso, que ha sido deliberadamente desordenado para que Libia siga siendo un caos.

¿Cuáles podrían ser las consecuencias de las elecciones?

Ya las estamos viendo. Esta semana la oficina del primer ministro fue atacada y otros grupos han intentado asaltar colegios electorales. Hay gente intentando bloquear cualquier transferencia de poder. 

Si hay algún tipo de votación, muy poca gente participará, no saben lo que van a votar, todo está mal gestionado, es una gran confusión y es muy probable que, ya sea el Ejército Nacional Libio de Haftar en el este o varias milicias en el oeste no acepten los resultados.

Sería estupendo tener una transición hacia un nuevo gobierno en Libia que estuviera unido y fuera legítimo, pero no es el caso. Tendrían que ser unas elecciones con una estructura muy rígida y clara con un solo voto, sin impugnaciones y con las garantías de la comunidad internacional. Eso no es lo que ha ocurrido.

¿Por qué cree que las potencias occidentales no se ponen de acuerdo en Libia? 

Por el desorden global. Si tuviéramos a Libia en el estado actual en el año 1974 o 1983, habría una coalición liderada por Estados Unidos determinando la política. Podría ser una política equivocada, pero tendríamos una. Ahora no es así, porque vivimos en este loco mundo no polar en el que los franceses y los italianos están en lados opuestos de una guerra civil. Eso era imposible en el periodo de la Guerra Fría. 

Ahora hay una sensación de que puedes hacer lo que quieras. Macron desea ser un líder global, celebra una conferencia y dice que es él el que realmente está presionando para estas elecciones. Pero entonces los alemanes dicen que son los que pueden liderar el proceso. Como resultado, la coordinación se resiente. Es muy sorprendente que ni siquiera podamos tener declaraciones coherentes entre EEUU y Reino Unido sobre lo que harían si se retrasan las elecciones.

¿Pero tienen todos ellos intereses opuestos en Libia?

Creo que los intereses de todos los países occidentales en Libia coinciden entre el 95% y el 98% y todos los países del mundo tienen aproximadamente el 90% de los mismos intereses. Todo lo que se quiere en Libia es que haya paz, crecimiento económico, producción de petróleo y frenar la expansión de los yihadistas. No hay tal cosa como un interés francés opuesto al italiano o al estadounidense, por no hablar de rusos y turcos. Hay diferencias en detalles como tener un gobierno islamista o antiislamista. Pero nada de eso importa. Libia es uno de esos extraños casos de país rico y sin grandes divisiones sectarias que tiene solución. El problema de Libia es que debido al desorden global duradero todo el mundo trata de promover sus pequeños microintereses en lugar de coordinarse por el bien común.

¿Cuál es su valoración sobre el papel de la ONU en todo el proceso?

Si la ONU fuera una institución sólida y fuerte que pudiera sancionar a los opositores y bloquear a los saboteadores, la ONU podría liderar la comunidad internacional. Pero la ONU no funciona cuando los rusos vetan cualquier propuesta de Occidente. Y por supuesto tampoco funciona cuando los franceses están en el lado opuesto del conflicto respecto a Estados Unidos y Reino Unido.

Ha habido casos en los que Francia ha vetado resoluciones británicas. Hubo una votación en la que Estados Unidos y Rusia estaban en el lado opuesto a británicos, franceses y chinos. Es el único ejemplo de una votación de este tipo del que tengo conocimiento. La ONU es un buen foro para coordinar, pero no funciona si los principales Estados miembros con poder de veto tienen políticas opuestas.

¿Cuál es su opinión sobre las polémicas candidaturas de Saif al Islam Gadafi y Khalifa Haftar?

Los veo como ‘spoilers’. Saif al Islam es el candidato de Rusia. Su objetivo no es ganar las elecciones, sino provocar protestas y asegurarse de que haya boicots y que el proceso no se vea como algo legítimo. La entrevista que concedió al New York Times es increíblemente estúpida y condescendiente. Demuestra que no tiene ni idea de lo que está haciendo. Rusia lo está manipulando. 

Haftar es un poco diferente. Sirve para algunos de los intereses de Egipto y de Emiratos, así como de Rusia, pero en realidad no quiere ganar las elecciones. Lo que quiere es movilizar a su base para que, si no están contentos con los resultados, puedan tener una situación de ruptura en el este de Libia y tratar de vender petróleo o volver a poner en marcha el banco central del este. No pretenden ganar y ambas candidaturas ilustran la cuestión del desorden global. Ninguno de ellos tiene planes económicos. Ninguno tiene una ideología de derecha o izquierda.

Lo que tenemos en Libia es un sistema en el que unas pocas élites se benefician del statu quo. Tienen acceso preferente al petróleo, consiguen acuerdos de crédito o tienen conexiones con la gente que dirige las instituciones multimillonarias semisoberanas. Lo que es fascinante en mis interacciones con algunas compañías petroleras estadounidenses, a las que solía representar, es la medida en que no quieren competir en un mercado abierto. Si tengo acceso al mejor crudo en Libia y tengo un acuerdo favorable que firmé en los años 60, tal vez no quiero tener que invertir más o no quiero tener que competir con una empresa europea, sino que estoy feliz sentado en la situación actual. La batalla continúa, me llevó el crudo y lo vendo. No queremos tener que invertir o renegociar. No queremos tener la competencia del mercado abierto. 

Esto es lo que la gente no entiende del capitalismo. El capitalismo en el lenguaje neoliberal americano conduce a los monopolios. ¿Acaso Facebook realmente se preocupa por mejorar su producto? No. Ya tiene 2.000 millones de usuarios y controla todo el espacio. Lo que tiene que hacer es bloquear una nueva red social que venga a competir con ella. Esto crea una estructura de incentivos perversos donde la gente que tiene el poder solo quiere que las cosas sigan como están.

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