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El Museo de la Vagina existe y desmonta décadas de mitos y tabúes

Museo de la Vagina en Londres

Cristina Puerta

Londres —

Entre las tiendas 'vintage' y los olores de los puestos de comida callejera, se encuentra el primer Museo de la Vagina del mundo. Un esclarecedor y orgulloso letrero anuncia la presencia de tan enigmático museo, emplazado dentro del icónico mercado de Candem. El nombre atrae irremediablemente las miradas inquisitivas de turistas y visitantes locales, que aminoran el paso al leer el título.

Se adentran en las instalaciones con una mezcla de curiosidad y diversión, después de que una chispa de interés prenda en sus ojos al captar la palabra 'vagina'. Un término que se ha sexualizado, tal y como señala Sarah Creed, conservadora del museo señala.

“A la gente que tiene vagina se le ha enseñado a no decir la palabra vagina, sino 'flor' o 'parte delantera inferior'. Inmediatamente están colocando un estigma –en el uso de la palabra vagina– y haciéndoles sentir que no es correcto. Es un estigma real y tenemos que deshacernos de él”, defiende Creed. “Es como decir 'nariz' o 'boca'. Lo que pasa es que, históricamente, el término se ha sexualizado”, añade.

El museo abrió sus puertas por primera vez el pasado sábado 16 de noviembre, eligiendo para ello uno de los días más ajetreados del famoso mercado. Esto permitió un flujo de visitantes constante durante todo el día, determinante para una inauguración exitosa. Hasta el centro se acercó un público de lo más variado; desde jóvenes adolescentes, hasta parejas adultas y de la tercera edad, pasando por grupos de mujeres jóvenes.

Su directora, Florence Schechter, se propuso abrir un centro cultural enfocado en dicho órgano tras descubrir que existía un museo dedicado al pene en Islandia. “Nuestro museo es más informativo y educacional”, explica matizando la diferencia con el museo dedicado al órgano genital masculino. En este último, se pueden ver esculturas de diferentes tamaños del pene, mientras que el museo de la vagina tiene un marcado carácter informativo.

Una de las asistentes al museo, Francesca, ha estado en diferentes museos de temática sexual en otros países, pero ninguno como éste. “Hay uno en Ámsterdam, y otro en Dinamarca, por ejemplo. Están bien, pero están enfocados en los órganos masculinos y no son educacionales. Tienen muchas esculturas de carácter sexual pero no hay nada de corte informativo”, señala Francesca.

Mitos en torno a la vagina

El cálido y espacioso local está presidido por un tampón gigante, simulando estar manchado con fluido menstrual y custodiado por dos copas menstruales. La exposición, que se denomina Muff Busters; Vagina Myths and How To Fight Them (Muff Busters; Mitos sobre la Vagina y Cómo Combatirlos), recoge algunas de las creencias más aceptadas en torno a la anatomía ginecológica. Son un puñado de mitos y bulos que se reafirman a través de internet y de la cultura popular. Los mitos giran en torno a temas como la higiene íntima, el sexo, la contracepción, el género o el ciclo menstrual.

A través de una serie de paneles, cada mito ofrece una explicación pormenorizada sobre la veracidad o falsedad de cada afirmación. “Me esperaba cuadros y pinturas”, admite Javier, un joven español que ha acudido a la exposición. Cecilia Gállego, una de las visitantes, destaca la necesidad de este tipo de centros, puesto que estas afirmaciones “son cosas que la gente va diciendo por la calle, que dan por hechas, pero no saben cuál es la evidencia científica que hay detrás”.

Al otro lado de la sala, en la esquina contraria al gigantesco tampón, se expone un maletín lleno de productos para el cuidado de la higiene íntima. Es un ejemplo más de las falsas afirmaciones que la sociedad ha asumido sobre el cuidado vaginal.

La publicidad bombardea constantemente nuestras pantallas, incitando el uso de este tipo productos. “Lo de la higiene ha sido una de las cosas más chocantes. Que no es necesario lavar en profundidad con tantos productos la zona íntima, porque llega a ser más perjudicial para la salud de la vagina”, apunta José Luis, compañero de Cecilia y Javier.

¿Podemos evitar el embarazo no deseado si nos aclaramos la zona íntima con especial consideración tras mantener relaciones sexuales? ¿Dónde está el clítoris? ¿Se agrandan los labios vaginales tras meses manteniendo relaciones con penetración? ¿Beber Coca-Cola evitará que te quedes embarazada? Estos son tan solo algunos de los mitos que la exposición desmiente.

Por sorprendente que parezca, muchos de los visitantes muestran su incredulidad al conocer la verdad sobre creencias que habían aceptado. O diversión ante creencias inverosímiles, pero aceptadas hoy en día, como el uso de productos gaseosos como contraceptivo. Es el caso de Gállego, que ha admitido que el museo es “bastante informativo. Hay muchas cosas que personalmente no sabía, todo lo de la higiene femenina. Siempre he pensado que era algo recomendando por médicos. No sabía que era algo completamente innecesario”.

La educación para romper el tabú

Tanto los asistentes como el personal directivo del museo coinciden que hay un largo camino por recorrer en materia de educación sexual. “Algunas escuelas son muy liberales, hablan de todo. Hablan del colectivo LGTBI, anatomía, emociones, sentimientos y relaciones. Y otras escuelas solo enseñan cómo poner un condón; y a la gente que tiene el ciclo menstrual, que pueden sangrar. Eso es todo”, explica Creed.

Eso va a cambiar a partir de septiembre de 2020, cuando las escuelas tendrán que adaptar su programa en materia sexual y cubrir una base educativa estipulada por el Gobierno.

Añade, además, que “existe la asunción de que hay que llevar a las jóvenes a un aula separada para enseñarles como poner un condón, pero ellas pueden sentirse atraídas por otras mujeres y entonces ¡no van a tener que usar nunca un preservativo! Hay una asunción de que chicas son chicas y chicos son chicos y eso es educar exclusivamente desde un punto de vista del género”, explica Creed. “Hay mucho más que eso” añade. El programa educativo tiene que adaptarse a ello.

“Hay un largo camino por recorrer” señala Francesca. “Todavía hay miedo y cierta incomodidad a hablar sobre estos temas en público. Una vez que se abran conversaciones de este tipo, la gente empezará a sentirse más cómoda para hablar de ello”. De hecho, jóvenes como Cecilia, Javier o José Luis reconocen que su conocimiento a través de las herramientas de las que disponen las escuelas apenas cubren una enseñanza básica.

Schechter, la directora del Museo de la Vagina señala que “las escuelas no tienen los recursos para hacerlo apropiadamente, especialmente las escuelas públicas, solo tienen, con frecuencia, al profesor de Biología. Y el profesor de Biología no es necesariamente la persona adecuada para hacerlo”.

Cecilia, por ejemplo, fue a un colegio católico y la educación sexual era un tema tabú. “Me sentía bastante desinformada cuando acabé la secundaria. Con el tiempo, aprendí por mi cuenta. Pero creo que en la educación secundaria debería ser más importante porque es entonces cuando empiezas a conocer este tema”.

El Museo de la Vagina de Londres pretende ser un centro cultural y educativo de reunión, un lugar seguro donde poder hablar de este tipo de temas sin temor ni culpa y con una perspectiva inclusiva a todos los géneros y rangos de edad. Por ello, están trabajando en desarrollar una programación continua con un club de lectura, talleres educativos para escuelas, charlas y juegos.

El objetivo es eliminar el estigma y el tabú en torno a la sexualidad y el cuerpo. El Museo de la Vagina ha sido posible gracias a la aportación de más de 1.000 donantes que han ayudado a alcanzar alrededor de 50.000 libras (58.370 euros) gracias a una campaña de crowdfunding.

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