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The Guardian en español

La campaña de Trump para debilitar al experto que contrarresta su optimismo sobre la pandemia: “Cometió un montón de errores”

Anthony Fauci conversa con Donald Trump tras una comparecencia ante la prensa

David Smith

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Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, está respondiendo a una campaña orquestada por Donald Trump y sus aliados que pretende desacreditar su respuesta a la crisis provocada por la pandemia de coronavirus.

Algunos funcionarios públicos y sus equipos de asesores han tratado de minar a Fauci en al menos cinco ocasiones en la última semana, incluso cuando el virus sigue campando a sus anchas a lo largo de Estados Unidos, que acaba de superar la cifra de 3,5 millones de contagios y 138.000 muertos.

“Creo que en general uno puede confiar en las autoridades médicas”, dijo Fauci el pasado martes durante un foro virtual en la Universidad de Georgetown (Washington D. C.). Le preguntaban sobre una lista de supuestos errores suyos que la Casa Blanca había distribuido entre los periodistas. “Creo que soy uno de ellos, así que pueden confiar en mí. Pero me quedaría con las autoridades médicas respetables que cuentan con un historial en contar la verdad, en proporcionar información y recomendar medidas basadas en pruebas científicas y buenos datos”.

Mientras Trump sigue minimizando la pandemia, presionando para la reapertura de centros educativos y que la economía vuelva a funcionar, Fauci, que dirige el Instituto Nacional sobre Alergias y Enfermedades Infecciosas, continúa ofreciendo mensajes francos y pragmáticos que contrarrestan el mensaje optimista que sale de la Casa Blanca. Fauci ha dicho que no se ha reunido con el presidente desde el 2 de junio y que la administración ha limitado sus apariciones televisivas.

La semana pasada Trump dijo en declaraciones a Fox News que Fauci cometió “un montón de errores” y el lunes retuiteó una publicación de Chuck Woolery, un excomentarista deportivo que afirmaba, sin pruebas: “Todos mienten. El CDC [Centro para el control de enfermedades], los medios, los demócratas, nuestros médicos, no todos pero una mayoría en la que se nos pide confiar. Creo que todo es por las elecciones, por evitar que la economía se reactive, todo por las elecciones. Estoy harto”. En la actualidad no se puede acceder al mensaje porque la cuenta “ya no existe”, avisa Twitter.

Siguiendo ese ejemplo, los lugartenientes del presidente han trabajado para amplificar la voz de su jefe en diversas plataformas. Para un artículo publicado el pasado sábado, la Casa Blanca le proporcionó al Washington Post una lista de comentarios pasados y predicciones de Fauci respecto al virus que, según dijo, afirmaba cosas erróneas. También proporcionaron esa misma lista a otros medios de comunicación. Algunos analistas han comparado ese movimiento con el tipo de acciones que se desarrollan en campañas electorales respecto a los opositores.

El pasado domingo, el almirante Brett Giroir, subsecretario de Salud, declaró a un programa de la cadena NBC: “Respeto mucho al doctor Fauci pero no acierta al 100% y no siempre tiene en cuenta el interés nacional, él mismo lo admite. Lo mira desde un punto de vista de salud pública muy estrecho”.

Esa misma tarde, Dan Scavino, director de redes sociales de la Casa Blanca y segundo de la portavocía, publicó una viñeta en Facebook que satirizaba a Fauci con advertencias de salud pública como “¡confinamiento indefinido!”, “¡Que cierren las escuelas este otoño!” y “¡Cállate y obedece!”. La dibujó Ben Garrison, un artista cuyo trabajo ha sido condenado en el pasado por representar imágenes antisemitas.

Un día después, cogiendo impulso, Stephen Moore, economista y asesor de Trump, dijo a la página web The Daily Beast: “Trabajamos en un informe que muestra las veces que el Doctor Fauci se ha equivocado no sólo durante esta pandemia, sino a lo largo de toda su carrera”. El informe, añadió, se titula, por ahora “El doctor error”.

Más tarde, el martes, el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, escribió una mordaz columna de opinión en el periódico USA Today: “El Doctor Anthony Fauci tiene buenos modales cuando habla en público pero se ha equivocado en casi todas las ocasiones que hemos interactuado. Así que si me preguntan si escucho sus consejos, mi respuesta es: sólo con escepticismo y precaución”.

Esas prisas por renegar de Fauci, uno de los líderes del equipo de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, que implican ganar puntos ante Donald Trump, no sorprenden a los analistas.

Desacreditar a expertos, modus operandi de Trump

“Todo aquel que quiera mantener su puesto de trabajo va a jugar al ritmo que Trump les marque”, afirma Michael Steele, expresidente del Comité Nacional Republicano. “Y la gente en la que se apoya el presidente para reafirmar esta narrativa lo hará, como han hecho en el pasado. Ahora, de repente, todo el mundo en la Casa Blanca tiene un problema con Fauci. ¿Por qué? ¡Porque el presidente tiene un problema con Fauci! Los sacas de la Casa Blanca y lo quieren y piensan: ”¡Sí! Escuchen al Doctor Fauci“.

Trump tiene una larga trayectoria cuando se trata de enfrentarse a portavoces y empleados que rivalizan con él en cuanto a atención mediática. En los primeros días de la pandemia, el presidente se molestó con la cobertura que recibía Fauci. La Casa Blanca ha reducido drásticamente las apariciones del doctor en los medios de comunicación, más allá de podcasts y programas por Internet con poca audiencia.

“Cualquiera puede ver que esta relación estaba destinada al fracaso una vez que el doctor Fauci asumió un papel internacional importante y recibía mucha atención por parte de los medios”, afirma Sam Nunberg, un exasistente de campaña de Trump. “Además, no es alguien a quien la administración pueda controlar. Se subió a Fauci a un pedestal tan alto que cualquiera de sus proyecciones erróneas del principio fueron pasadas por alto y los medios lo convirtieron en alternativa al presidente Trump. Por eso no me sorprende que el presidente y la Casa Blanca estén menos inclinados a otorgarle un rol público ahora”.

Los analistas trazan un paralelismo con el asalto total que Trump y sus aliados lanzaron contra Robert Mueller, un letrado muy respetado que investigó por encargo la trama rusa en las elecciones presidenciales de 2016.

“Cuando fue nombrado, Mueller tenía tasas de aprobación muy altas y personas de todo el espectro político creyeron que era la persona adecuada para el puesto. A medida que pasó el tiempo, se vio una campaña concertada desde la Casa Blanca y liderada por Trump para terminar con su credibilidad y desacreditarlo, dijese lo que dijese su informe”, explica Kurt Bardella, asesor de alto nivel del Proyecto Lincoln, un comité de acción política creado por republicanos que quieren derrotar a Trump en las elecciones de finales de este año. “Lo que vemos ahora con el doctor Fauci, lo que hace el presidente y lo que repiten sus secuaces parece una táctica muy similar a la que ya vimos con Mueller”.

Los ataques contra Mueller llevaron a que afloraran periódicamente las especulaciones sobre su despido, pero Trump nunca demostró ser capaz de apretar el gatillo y asumir la tormenta que provocaría. Fauci, que regresó el lunes a la Casa Blanca para reunirse con el jefe de gabinete, Mark Meadows, puede estar sufriendo un aislamiento similar. Incluso alguno de los principales aliados del presidente creen que todo esto podría ser una distracción para ocultar la crisis real.

Lindsey Graham, un senador republicano de Carolina del Sur aliado de Trump, dijo a un grupo de periodistas el martes: “¿Ha tenido razón siempre? No. No tenemos un problema con el doctor Fauci, tenemos que centrarnos en hacer cosas que nos llevan a donde tenemos que llegar. Tengo todo el respeto del mundo por el doctor Fauci. Francamente, no creo que ningún intento de desacreditarlo vaya a dar resultado”.

Una encuesta de opinión del New York Times y el Siena College mostraba que dos de cada tres estadounidenses confían en Fauci como fuente creíble de información sobre el virus, mientras que en Trump, sólo confía uno de cada cuatro. Muchos ven al médico, de 79 años, como baluarte de la sensatez y la ciencia en un momento de gran incertidumbre y esperan que pueda aguantar el tirón.

“Los índices de aprobación de Trump son bajísimos y los de Fauci son muy altos. Pero eso forma parte del manual de Trump. Intimidar a alguien, degradarlo. La mayor parte de la gente sucumbiría ante ese comportamiento porque nadie aprecia ese abuso y nadie puede soportarlo indefinidamente”, señala Evan McMullin, director ejecutivo de un grupo en defensa de la democracia y exagente de la CIA.

“Otros en la misma situación se echarían un poco hacia atrás y estoy contento de que Fauci no lo haya hecho. El país le necesita contando la verdad en este momento. Las vidas de la gente dependen, literalmente, de que alguien como Fauci le cuente a la ciudadanía estadounidense lo que está en juego y lo que tienen que hacer para proteger sus vidas y las de otros estadounidenses. No es eso lo que reciben del presidente”, añade McMullin.

Traducido por Alberto Arce.

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