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The Guardian en español

¿Un estado mexicano que reduce el crimen a la mitad? Demasiado bueno para ser cierto

Agentes federales y soldados del Ejército mexicano resguardan una carretera

David Agren

Ciudad de México —

A medida que el oeste de México se sumía en la violencia vinculada al narcotráfico, la accidentada sierra y las cristalinas playas del estado mexicano de Nayarit permanecían completamente al margen de ese baño de sangre. Mientras que los niveles de asesinatos aumentaban vertiginosamente en el resto del país, las cifras criminales mostraban un descenso milagroso en el estado. Un logro elogiado por el mismo presidente, Enrique Peña Nieto, cuando lo visitó en febrero. “Se ha reducido en un 50% los niveles de inseguridad”, destacó el líder mexicano.

Gran parte de este éxito se le atribuía a Edgar Veytía, fiscal del estado que fue alabado por un importante grupo anti secuestros e idolatrado hasta tal punto que se convirtió en protagonista de un corrido que lo llamaba “héroe” y “valiente hombre” que “aplica la ley sin temor”.

Era demasiado bueno para ser cierto. Y así fue.

La semana pasada, Veytía fue arrestado y acusado de tráfico de drogas cuando cruzaba la frontera hacia San Diego, California, lugar en el que reside su familia y que visita cada dos semanas. Los expertos aseguran que este arresto suscita sospechas de que, en lugar de eludir la violencia del narcotráfico –ya sea por suerte o por la aplicación de políticas públicas– , el estado vivía en una paz imaginaria que era en realidad una pax mafiosa (obtenida a través de acuerdos con las propias mafias).

“El mensaje es terrible”, escribió el columnista Diego Petersen Farah en el periódico de Guadalajara El Informador. “Para conseguir resultados en seguridad tienes que entregarte al mercado de la droga (a la mafia). Nayarit puso la seguridad del Estado en manos del crimen organizado y, a corto plazo, funcionó”.

Las acusaciones de que una de las figuras anti narco más importantes del país estaba actuando en connivencia con el crimen organizado ha causado malestar en México, donde la guerra militarizada contra los cárteles de la droga dura ya una década (a pesar de que se han eliminado y capturado a docenas de capos criminales y jefes de cárteles). Toda esta violencia ha costado unas 200.000 vidas y las cifras dan pocas esperanzas de que esto vaya a terminar pronto.

Un descenso de crímenes muy sospechoso

Sin embargo, Nayarit protagonizaba una historia exitosa tanto para los ciudadanos locales como para la gente de fuera. En el año 2016, se situó en el puesto número dos del Índice de Paz en México, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz. Entre los años 2011 y 2013, mejoró sus registros más que ningún otro estado.

Según las estadísticas oficiales de seguridad, el estado –con una población de 1,1 millones de habitantes– informó solo de 700 crímenes en los dos primeros meses del año 2017. Se trata de la segunda cifra más baja entre los 31 estados mexicanos.

Sin embargo, Nayarit siempre ha sido un corredor estratégico para transportar la droga ilegal hacia el norte, explica Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano que monitoriza las estadísticas criminales estatales. Rivas sospechaba del extraordinario éxito en este estado. “Las cifras simplemente no cuadraban”.

Rivas también destacó un descenso especialmente sospechoso en la tasa de homicidios –de 40 por cada 100.000 habitantes en 2011 (el punto álgido de una batalla entre cárteles rivales) a solo 3 por cada 100.000 habitantes en 2016. “Una vez le pregunté a Veytía, ¿cuál es tu secreto? Le dije que no debía ser fiscal del estado sino presidente de México. No pudo ni responder”.

Veytía está lejos de ser el primer cruzado mexicano contra el crimen que acaba siendo investigado por sus lazos con los cárteles de la droga. El general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, el mayor luchador contra el narco de finales de los 90 era considerado incorruptible, pero fue condenado en 1997 por trabajar con el Cártel de Juárez.

El gobernador de Nayarit Roberto Sandoval ha asegurado en los medios mexicanos que no tiene conocimiento de ninguna actividad inapropiada en su administración y ha insistido: “Seguiremos siendo uno de los estados más seguros”.

De momento, Veytía no ha interpuesto un recurso judicial. Los medios mexicanos llevaban mucho tiempo señalando vínculos entre Veytía y el Cartel de Jalisco Nueva Generación, que en los últimos años se ha expandido con rapidez y se ha ganado una reputación por su brutalidad. Además de la violencia, este cártel también infiltra sistemáticamente gobernadores locales y estatales en el oeste de México.

Algunos analistas sostienen que la supuesta infiltración de los cárteles en Nayarit subraya las carencias de la estrategia gubernamental, que se centra en cazar capos pero no en vigilar a las figuras políticas. “Lo que falta en este país es aceptar que la clase política está detrás del crimen organizado”, asegura Petersen. “No hay manera de que el crimen organizado exista sin el apoyo del Estado”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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