Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

VOX: tu voto patrio

Barbijaputa

Eldiario.es: Sabías que esto iba a pasar.

Barbijaputa: Pero, ¿por qué? Os trato siempre bien.

ED: Por los lectores, muchacha, ¿tú has visto cómo tenemos las menciones para que te mandemos a VOX?

B: ¡Pero no tenéis por qué ceder!

ED: ¡Ay, que no! A las 8 empieza, chao.

B: Pero puedo salir ardiendo al entrar, como las brujas en las igles....

ED: CLIC.

...

“¿Qué se pone una para un mitin de VOX?”, me pregunto mirando mi armario con lágrimas en los ojos. La única mujer que conozco que vota a VOX es Carmen Lomana y no tengo tanta pasta para vestirme como ella. No voy a pasar desapercibida, me van a pillar... “¡Ya lo tengo! -pensé- me vestiré con cualquier cosa pero encima me pondré el abrigo de las entrevistas y no me lo quitaré bajo ningún concepto”.

Una vez resuelto el atuendo, era imperativo la compañía, porque sabía que esto sí que no podía hacerlo sola, así engañé a un amigo para que me acompañara.

- Si quieres que entre ahí tienes que emborracharme antes - me dijo cuando le conté el plan.

Pero no había tiempo, teníamos que hacerlo a pelo. Así que entramos en el Hotel Colón, donde se celebraba el mitin.

Mi amigo frenó en seco.

  • Ah, no. Esto es demasiado.- protesta.
  • Venga, hombre, no seas sectario, seguro que alguna que otra idea te hace reflexionar. Es bello escuchar otras ideologías sin prejuicios-, le dije yo buscando con la mirada una barra. No había.
  • Pero, ¿qué me estás contando, Barbi? ¿Tú has visto esto?
  • Pero, mira aquí. Pone: “Tolerancia religiosa”. Que al final no son tan xenófobos, ¿ves? - le digo muy convencida. Soy capaz de decir cualquier cosa con tal de que no se vaya.

No le digo nada por no liarla más, pero la verdad es que me sorprende este punto, sobre todo teniendo en cuenta el vídeo indescriptible que hicieron hace algunos meses.

  • ¿De qué barrio sois? - nos interrumpe en ese momento un señor muy mayor que hace cola junto a nosotros.
  • ¿Cómo? - pregunta mi amigo, que no da crédito.
  • Del Barrio Salamanca - contesto yo sonriendo.

No puedo creer que nos hayan abordado con esta pregunta. Creo que ni en una parodia que me mandaran hacer de VOX se me hubiera ocurrido nada tan genial. Nos ha preguntado antes por nuestro barrio que por la hora o por nuestro nombre.

Al hombre le calculo unos 80 años. Y con esos 80 años realmente estaba bajando la media de edad de los allí reunidos. Resulta ser majo, a pesar de su entrada pelín clasista e invasiva, y nos explica muy pedagógicamente por qué no hay que dudar de votar a VOX, dirigiéndose sobre todo a mi amigo, que es al que ha visto resoplar.

  • El PP hace tiempo que es de izquierdas - dice triste.
  • Eso le digo yo - le contesto señalando a mi colega-, es que él no está convencido de votar aún a VOX, por eso lo he traído.
  • Pues es el partido de los valores, hijo. Los demás ya ves lo que hacen. Mira lo que está pasando con Cataluña y con tantas cosas más.

Mi amigo ríe nervioso y asiente.

  • ¡Se echa en falta el aguila! - nos dice una mujer mayor guiñándonos el ojo y meneando su sobre de España al pasar por nuestro lado.

Yo y el señor mayor le sonreímos, cómplices. Mi amigo me mira de reojo. Suda.

La cola empieza a avanzar hasta la sala y vamos tomando asiento. Hay unas cien sillas y todas se llenan. Es el acto de fin de campaña, el acto grande de VOX, incluso hay gente que tiene que quedarse a verlo de pie. ¡Un acto de VOX con gente de pie!

Santi Abascal sale entre aplusos y saluda al público con el sobre de España en la mano. Le acompañan Iván Espinosa, secretario general de VOX y Ortega Lara (secuestrado por ETA en los noventa, militante del PP hasta el 2008 y miembro ahora de VOX) entre otros... otros hombres, claro, todos hombres. Hombres que se alternan para subir al atril y soltar sus cavilaciones patrias.

  • A los progres a los que temo yo son esos que supuestamente eran de los nuestros, y a los que votamos hace cuatro años, sí: los progres del PP - dice Iván Espinosa, uno de los primeros en hablar- Porque al PP no hace falta ya ni que le pongamos freno, ellos solitos se están precipitando a la izquierda... Tú metes en un cuarto a Villalobos, Rajoy, Cifuentes y Maroto, y unos te salen con la bandera republicana y otros con la bandera gay.

El público suelta una carcajada ante tamaña brillantez y aplaude enfervorecido.

Mi amigo y yo nos miramos de reojo. Él se revuelve en su silla, no tiene buen aspecto, médicamente hablando. Yo noto la ausencia de alcohol en mi organismo.

En ese momento me llama Edu Galán desde un show en directo de Mongolia en Santiago para reírse de mi suerte con chochocientas personas en el público por testigo.

  • ¿Cómo va el mitin de VOX, Barbi? jaja.
  • No puedo hablar muy alto, pero bueno, ahora vamos por la parte de reírse de los homosexuales.

Y oigo reírse al público. “Ya, si se pensarán que es broma, quizás”, me digo.

Por un lado, tengo a mi amigo ya casi en posición fetal, por otro, a mi “compañero” de caravana troleándome y, de fondo, a un tipo haciendo bromas homófobas. No sé me ocurre un escenario más dantesco. Pero como todo es susceptible de empeorar, empeoró.

  • La izquierda sale a la calle por cualquier cosa, pero a nosotros nos cuesta. ¿O no os pasa que hay una manifestación provida y vuestros amigos os dan excusas tipo: “es que tengo pilates, es que tengo squash...”- dice otro miembro de VOX, que ha ocupado el púlpito. No sé quién es ni me importa ya.
  • A mí a veces me pasa -le susurro a mi amigo para hacerle reír y que vuelva a querer ser mi amigo-, a veces las clases de hípica me coinciden con las manis por la unidad de España.

Pero no resulta.

En menos de una hora, aquellos señores que se turnaron en el atril, mencionaron desde la madre patria hasta la virgen, pasando por los árabes que nos invadieron y por los franceses (para estonces ya estaba un poco catártica y no sé si hablaban de los de la Guerra de Independencia o de los que nos tiraban las fresas. O de ambos), pasando por la protección de nuestra civilización. También hubo hueco para el catalán y esa manía que tienen que no dejarnos hablar español.

  • Mi hija de ocho años dice que su profesor de inglés es nacionalista catalán porque no la deja hablar español en clase. - dice otro señor miembro desde el púlpito ultrapatrio.

Los hombres del público ríen y aplauden. Las mujeres ponen ojitos, “qué graciosa la cría”. Risas. Aplausos. Devoción.

Tampoco faltó, por parte del propio Santi Abascal, recordatorios al “Wyoming ése” y “a El Intermedio ése”.

  • Nos han parodiado - condenó muy afectado. - ¿Por qué? ¿Por qué parodiarnos a nosotros? ¿Qué es eso? ¿Miedo?

La gente se deja las manos en un aplauso muy enfadado. Yo pienso que alguien debería decirle a esta pobre gente que El Intermedio hace esto con todo el mundo, no sólo con VOX. Sospecho que estas personas lo primero que desintonizan cuando compran una tele es La Sexta y probablemente no lo sepan, me parece cruel dejarlos con este sufrimiento de creerse perseguidos o temidos, pero no seré yo la que en este ambiente explique nada a nadie. Y mi amigo menos, no está en condiciones de nada, lo mismo ríe que gime, que suda que tirita.

Yo pensé que en muy poco tiempo habían tocado todos los palos y que ya nada podía empeorar, pero se ve que no he aprendido nada, porque todo puede siempre empeorar. Y sale al atril Julio Ariza, director de Intereconomía y conocido por dejar de pagar durante meses las nóminas de sus empleados.

  • Estáis aquí españoles de bien (...), yo voy a votar a VOX y así lo he dicho en mi programa de Intereconomía.
  • Bueno, pues hasta aquí.- dice mi amigo levantándose.

Pero no hace falta que lo retenga por más tiempo porque el mitin está a punto de acabar. Y digo a punto porque empieza a sonar el himno de España, el cual nos piden que escuchemos de pie y en silencio. Y lo hacemos porque para ese entonces ya hemos desarrollado una especie de síndrome de Estocolmo. Tenemos los ojos vidriosos, la mirada perdida y el himno de España retumbando en nuestros oídos. Ya no tengo ganas de hacer chistes y mi amigo no tiene ganas de vivir.

Al salir, en la puerta del hotel, un hombre de unos 50 años (también había muchachada joven) se quejaba, algo agresivo, a sus amigos:

  • ¿¡Os habéis dado cuenta que en Twitter los que comentaban sobre el mitin se estaban riendo de nosotros?!

“Pues deja que llegue a mi casa, me duche y hable con algún psicólogo para escribir la crónica, que todavía se pueden reír más”, me digo.

Sobre este blog

stats