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Cinco activistas propalestina detenidos durante una protesta pacífica: “Los policías fueron los principales provocadores”

Concentración para exigir la liberación de los activistas de la ‘Flotilla de la Libertad’ frente al Ministerio de Asuntos Exteriores el 9 de junio de 2025

Guillermo Martínez

9 de agosto de 2025 21:44 h

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Era la primera concentración a favor de Palestina a la que acudía Martín. Llegó algo tarde, pero lo suficientemente pronto como para ver las primeras detenciones de activistas. Él, que prefiere no dar su nombre real por miedo a futuras represalias del gobierno israelí, fue uno del centenar de ellos que se movilizaron el pasado lunes, 28 de julio, frente a la embajada de Egipto en Madrid. Exigían la apertura del paso de Rafah para hacer llegar la ayuda humanitaria al territorio asediado por el genocidio israelí.

La jornada se saldó con cinco detenidos acusados de atentado y desobediencia contra la autoridad. Todos ellos coinciden al decir que los hechos sucedieron muy rápido y que difícilmente podrán olvidar ese día en el que terminaron en los calabozos de la comisaría del barrio de Salamanca. Según aparece en sus partes de lesiones, sufrieron diversas magulladuras como consecuencia de las embestidas de los agentes policiales. Salieron en libertad de madrugada. Ahora preparan las denuncias para que la Justicia pueda dilucidar lo sucedido.

Martín tiene 32 años y una de las primeras cosas que presenció fue el arresto de un señor gazatí de 73 años. “No vi que la detención estuviera motivada por nada, solo que estaba hablando con los policías y luego se lo llevaron, y no era la primera detención que hacían”, comenta a elDiario.es. A partir de entonces, escuchó a varios policías realizar “comentarios irrespetuosos e incendiarios”, según su testimonio, hacia los activistas concentrados, que no dejaban de corear cánticos a favor de Palestina y en contra del régimen sionista de Israel.

“Vi cómo un policía insultaba a una señora mayor. Le llamó histérica y le dijo que necesitaba ir al psiquiatra”, comenta Martín, quien le recriminó al agente este comportamiento. “Le dije que como policía no debería hacer esos comentarios, que no era profesional, y me identificaron. Le di el DNI y me lo devolvieron y seguimos en la concentración”, añade.

La situación volvió a repetirse poco después, aunque esta vez la respuesta que le dio el policía al que le dijo que su actitud no era profesional fue un insulto: “Me llamó gilipollas. Yo le respondí que no debería decir eso y me detuvieron”. Martín afirma que fue víctima de la brutalidad policial: “Cuando me llevaron detrás del furgón y nadie me veía, el mismo policía que me había insultado me pegó un puñetazo en la cara cuando me sujetaban otros dos agentes. Yo nunca opuse resistencia. Me tiraron al suelo, me retorcieron la oreja y luego me hicieron comentarios amenazantes”.

Detienen al impulsor de la concentración

El hombre de avanzada edad del que habla Martín al principio es Rachad Ghaleb, originario de la Franja de Gaza. Fue él quien tuvo la iniciativa de la protesta frente a la embajada egipcia. “A mí me detuvieron cuando les critiqué la detención de una mujer y les dije que tenían que permitir que la gente se expresara libremente”, cuenta. Minutos después, varios policías rodearon a Ghaleb, que todavía tenía el micrófono entre las manos. “Uno de ellos me dio un empujón fuerte y los demás me agarraron para llevarme detenido. Estuve con las manos esposadas a la espalda cuatro horas”, denuncia.

Enfermo de diversas patologías, en ningún momento la Policía tuvo en cuenta lo que Ghaleb les decía. “Soy diabético y llevaba toda la mañana sin comer nada, y necesito tomar mis pastillas, además de que estoy operado de cáncer de vejiga y tengo incontinencia, y no me hacían caso”, afirma. Al igual que los demás, este hombre de 73 años se entrevistó con una médico en el Hospital La Princesa unas cinco horas después de producirse la detención.

Cambios en la redacción de los atestados

Ghaleb asegura que hasta las 21.00 horas no le dejaron realizar una llamada, que él utilizó para avisar de lo sucedido a su mujer. Casi similar es lo que vivió Hilario Villalvilla, de 65 años. Según sus cálculos, el 70% de los manifestantes eran mujeres de más de 50 años. “De repente vi que había problemas con la Policía. Fui hacia la calle Velázquez y vi a una chica que decía ser periodista retenida por dos agentes. Sé que uno de ellos se quedó con mi cara”, inicia su testimonio.

Ese mismo policía, minutos después, se le acercó junto a otro agente y le pidieron el DNI. “Me dijeron que me iban a proponer para sanción porque le había agarrado del cuello y tirado al suelo. Me estaban acusando de algo muy grave que yo no había hecho. Le pedí su número de placa y lo anoté”, añade. La detención llegó después de que uno de los policías le apresara en el suelo, lo que le granjeó heridas en el codo, la rodilla y las manos. “Yo de verdad que no entiendo cómo una protesta pacífica de gente mayor puede terminar así”, sostiene.

Villalvilla recalca que ya en comisaría escuchó algunos comentarios entre los policías que le llamaron la atención: “Les vi muy nerviosos. Hablaban entre ellos para borrar o cambiar algunas frases de los atestados. Yo creo que por eso nos dejaron esposados en el pasillo durante horas. Estaban tan pendientes de que todo tuviera cierta correlación que les daba igual si comíamos o no”, se explaya.

La Policía Nacional confirma la detención de cinco personas por desórdenes públicos, desobediencia y atentado contra la autoridad y lesiones. Según expresan a elDiario.es, la movilización no había sido comunicada, por eso se requirió la documentación a diversos manifestantes. También informan de que resultaron heridos ocho agentes.

Desobediencia y atentado contra la autoridad

El abogado que defiende a los cinco detenidos el pasado lunes es Daniel Amelang, integrante de la cooperativa de abogados Red Jurídica. “Hay que reseñar que ninguno de ellos ha pasado a disposición judicial, así que todavía no han podido relatar su testimonio”, enfatiza. Este letrado expresa que tanto sus defendidos como otros manifestantes denunciarán a los agentes por haber sufrido lesiones, insultos, vejaciones y, en algunos casos, amenazas, incluso por detención ilegal y coacciones.

A todos se les imputa un delito de atentado contra la autoridad y desobediencia. El primero de los delitos está penado con una privación de libertad desde los seis meses hasta los tres años; y el segundo desde los seis meses hasta los dos años. “En todo caso, la desobediencia quedaría absorbida por el atentado contra la autoridad”, explica. A todo ello se podría sumar un posible delito leve de lesiones, ya que algunos policías manifestaron haberlas sufrido.

Amelang apunta que no le sorprendió lo sucedido. “Sí que pensé que en este caso concreto, ya que al ser una cacerolada convocada un lunes con un perfil de gente principalmente jubilada era raro que la cosa escalara tan rápido”, opina. El abogado incide en que este tipo de comportamientos por parte de la Policía persiguen que los activistas se intimiden de cara a secundar otras protestas futuras.

Una policía lanza el móvil de una manifestante

Asimismo, no se olvida de señalar cómo una agente policial retuvo el teléfono móvil de una de las manifestantes durante unos minutos. Cuando la mujer le pidió que se lo devolviera, la uniformada lo tiró al suelo, a unos tres metros de distancia. Todo ello ha quedado atestiguado por un vídeo grabado durante la concentración al que este medio ha tenido acceso. “Quieren que nadie documente o grabe las actuaciones policiales, pero es perfectamente legítimo hacerlo. Su intencionalidad es impedir que la gente pueda ejercer aquellos derechos que tiene como ciudadanía”, sostiene Amelang.

Los hechos se enjuiciarán dentro de un año como mínimo, según el abogado. Él mismo menciona que si los policías se han puesto de acuerdo para mentir en los atestados, antes o después tendrán que dar las explicaciones oportunas y lo suficientemente convincentes delante del juez.

Martín sigue manteniendo que “los policías fueron los principales provocadores” de aquella jornada de lucha a favor de Palestina. En su caso, los policías indicaron en el atestado que las heridas que presentaba tras la detención habían sido autoinfligidas: “Dicen que me sujetaron la cabeza para que no me pegara a mí mismo, y que para eso me tuvieron que tirar al suelo”. Este tan solo será uno de los tantos relatos que la Policía esgrimió aquella jornada y que los activistas intentarán echar por tierra durante el proceso judicial en el que se juegan penas de cárcel. Por el momento, Amelang ya ha pedido al juez las grabaciones de las cámaras de seguridad de toda la zona.

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