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ENTREVISTA

Félix López-Rey: “En el barrio donde vivas has de ser de la asociación de vecinos y, si no existe, hay que crearla”

Félix López Rey, durante una concentración para pedir la retirada del amianto en viviendas de Orcasitas

Diego Casado

Meseta de Orcasitas (Madrid) —
15 de julio de 2025 22:25 h

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El concejal de mayor edad Cibeles acaba de decir adiós a su acta. Félix López-Rey (Polán, Toledo, 1948) puso este martes fin a su segunda etapa como edil del Ayuntamiento, después de seis años como edil de Más Madrid, que se suman a los doce como representante de Izquierda Unida, de 1987 a 1999. “Entonces acabé muy cansado y me dije que ni con la Guardia Civil volvía a ser cargo público”, explica en conversación con este periódico desde su barrio, horas después de anunciar su segundo adiós como edil. Lo pensó hasta que una llamada de Carmena en 2019 le propuso volver a la política. “Pero Manuela, que tomo nueve pastillas al día”, le dijo al principio. “No te digo las que yo tomo”, respondió ella para convencerlo.

“La gente de la que te puedes fiar no es la que se postula para un cargo, la que de verdad vale es a la que empujan los demás para que esté”, explica Félix sobre su confianza con Carmena y por qué aceptó la propuesta que le ha mantenido hasta este martes en Más Madrid. Como le debía el puesto, la primera persona a la que contó que quería dejar su cargo fue ella: “Le comuniqué hace meses que me lo estaba planteando, es una persona a la que quiero y admiro”, aclara. Hoy, por la mañana, publicaba varios vídeos explicando las razones de su marcha.

López-Rey lo deja con 77 años, sesenta desde que con tan solo 17 comenzara sus primeras andanzas asociativas, cuando vivía en la chabola de sus padres, en un poblado en el sur de Madrid. Para casarse cuenta que tuvo de construir clandestinamente una habitación adosada a esta primera vivienda, donde colocó una cama de un metro escaso en la que dormía con su mujer. Recuerda que el día de su boda se permitió el lujo de darse el primer baño de su vida en una bañera: “En un local de la calle Escalinata, pagué 20 pesetas y me dejaron media hora. Fue un placer increíble”, evoca sonriendo.

Sus humildísimos orígenes explican lo rápido que encontró en la reivindicación vecinal Félix una vía para mejorar su situación y la de los que le rodeaban. En diciembre de 1971 fundaba junto a otros compañeros la Asociación Vecinal de Orcasitas. Utilizaron como sede el número 6 de la calle San Nicasio, otra chabola que luego se convertiría en su casa. Es importante este lugar porque allí se gestaron muchos de los logros vecinales de aquella época. Asegura el ya exconcejal que en ella estuvo Florentíno Pérez, hoy presidente del Real Madrid y en los setenta delegado de Saneamiento y Medio Ambiente del Ayuntamiento. Allí negociaron, por ejemplo, que el antiguo vertedero de Pradolongo se convirtiera en una de las zonas verdes más grandes de la ciudad.

Las primeras asambleas de la asociación, una cada semana, cristalizaron en un barrio construido sobre las antiguas chabolas, el de la Meseta de Orcasitas, ejemplo urbanístico hoy en todo el mundo de lo que puede conseguir un vecindario organizado. “Llegamos a hacer las maquetas de nuestras propias viviendas”, relata López-Rey mientras explica cómo sorteaban entre los vecinos las futuras casas que se levantarían: cogiendo unas bolas hechas por ellos mismos de una gorra. Muestra de que el sorteo era limpio es que a él le tocó uno de los pisos más pequeños. Este proceso dejó también un fuerte arraigo de la participación ciudadana, esa que reclama intervenir en las decisiones políticas que les afectan en el día a día. El último ejemplo se vivió allí hace poco, cuando el Ayuntamiento se vio obligado a deshacer unas obras que ningún vecino había pedido. “Es el único barrio de Madrid donde nunca ha ganado la derecha”, afirma orgulloso el líder vecinal.

“Mi ilusión en la vida es que el ciudadano de a pie participe en la cosa pública”, apunta recordando el sentido de su carrera. “En el trabajo donde estés debes ser de un sindicato de clase, en el colegio de tus hijos hacerte del Ampa y en el barrio donde vivas has de ser de la asociación de vecinos. Y si no existe, hay que crearla”, resume como filosofía de clase. Y añade como consejo: “Lo que me ha demostrado la vida es que lo importante es que en un barrio haya 100 o 200 personas organizadas en torno a algo, ya sea una asociación, una radio o un grupo de amigos de la capa”.

Un ejemplo vivo de lo que conseguía la lucha vecinal, después de mucho trabajo, es el primer colegio de la Meseta de Orcasitas, que lleva el mismo nombre de su barrio. Levantado en 1978, su construcción se retrasó por una huelga de los fabricantes de ladrillos, esos de tono amarillo característicos de todas las construcciones de esta zona de Madrid, que se fabricaban en Ocaña. Cuenta López-Rey que acudió hasta la factoría para pedir los materiales con los que acabar la obra y que los niños del barrio pudieran empezar las clases cuanto antes. La luz no llegó tampoco al inicio de curso, así que desde la asociación propiciaron un enganche de emergencia para iluminar las instalaciones. Y, antes de la llegada de profesores y alumnos, a la vista de la falta de personal, fueron las propias mujeres del barrio las que tuvieron que adecentar las aulas. Luego la empresa encargada del mantenimiento las acabó contratando.

Un “verso suelto” y rencor con Almeida

“Siempre me han dicho que yo era un verso suelto, para mí eso es un piropo” dice este militante comunista, que todavía sigue afiliado a Izquierda Unida, sobre su visión de la política. “Haber estado en el Ayuntamiento ha servido para defender a la gente de a pie, a esos que no tienen voz”, explica sobre su trabajo como concejal, muy distinto en las dos etapas que vivió en Madrid.

Félix ha compartido mandatos -siempre desde la oposición- con cuatro alcaldes. ¿Con cuáles ha hecho mejores migas? “He sido concejal con Barranco, con Sahagún y con Álvarez del Manzano. Con los tres he tenido una buena relación, cordialísima: con el primero y el tercero, si nos vemos nos damos un abrazo. Y al entierro de Rodríguez de Sahagún fuimos una delegación de la asociación de vecinos”, recuerda.

López-Rey compara aquella época con la de ahora, en la que “se cobra mejor” como representante público y elogia a sus compañeros de Más Madrid, pero que define como “deprimente” en cuanto a su relación con los concejales del equipo de Gobierno. “Parece que algunos solo tienen asesores para buscar cómo meterle el dedo en el ojo a uno”, lamenta. Evita decir nombres, solo carga contra el actual alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Le guarda rencor especialmente por aquella intervención en el pleno de Cibeles del pasado marzo, cuando el dirigente del PP acusó falsamente al concejal de la oposición de haber sido “condenado” por “defraudar 120.000” a Hacienda. Tanto se indignó que acabó acudiendo a los tribunales contra el primer edil, reclamándose que se retractara en un acto de conciliación convocado el pasado 26 de junio. “El alcalde no se presentó”, cuenta con pesar.

“Yo he luchado porque se recogiera la basura, porque haya fuentes”, relata mientras va desgranando las técnicas negociadoras de su asociación, unidas a otras más expeditivas: como cuando hicieron en 2008 una “cacería de cucarachas” que abundaban en torno a la basura de su barrio, recogiéndolas en botes de cristal e incluso dando premios a los capturadores más adiestrados. Luego las llevaron a la Junta de Usera para exigir a Gallardón una mejor limpieza. Parece que el vehemente mensaje caló, porque el entonces alcalde mejoró a partir de entonces los métodos de desinfección en el barrio. Estas y otras historias forman parte del libro Orcasitas, memorias vinculantes de un barrio, el libro de memorias de Félix López-Rey, recopiladas por el periodista Javier Leralta y que fue publicado por el propio Ayuntamiento de Madrid en 2021.

“Mi ilusión es que este libro llegue a otras generaciones, que entiendan el mensaje de que gente casi analfabeta, como es mi caso, ha sido capaz de mantener en jaque a las administraciones y levantar estos barrios” explica antes de preguntarse “¿por qué la juventud de ahora, que está muchísimo más preparada que nosotros, se resigna? No lo entiendo”. Pese a este atisbo de debilidad, Félix vuelve otra vez al optimismo al recordar cómo vecinos de su barrio con orígenes humildes ocupan hoy importantes cargos en España: “El otro día David Perejil, por ejemplo, dio un discurso en la ONU. Es hijo de albañil y hoy es director de la Agenda 2030 en el Ministerio”, aplaude con orgullo.

Con su segundo adiós a la política López-Rey pone fin a casi dos décadas como concejal en Madrid. Hace 26 años, con la primera marcha, su amigo y periodista Ángel del Río -cronista de la villa ya desaparecido- le dedicó estas palabras en el diario El Mundo: El concejal que se hizo hombre en una chabola deja su escaño, pero no se aleja de la política, ni mucho menos de su compromiso con los más necesitados (...) Félix seguirá al pie de cañón desde la Meseta de Orcasitas, haciendo de su casa un despacho donde recibe las quejas, los problemas y los anhelos de sus vecinos. Quien haya pensado que quitándole del Ayuntamiento va a condenarlo al ostracismo es que no le conoce. Por encima de militancias políticas y de cargos públicos, es un líder amasado con el barro de la meseta, tan permeable a los problemas humanos como la arcilla de esas zonas.

Como contaba Del Río, en los planes de Félix López-Rey no está dejar la política. Seguirá ejerciéndola desde su asociación, con intención eso sí de ocupar cada vez más un segundo plano, sin dejar el activismo vecinal. “La gente del barrio es mi familia y mi vida”, asegura. Por eso, seguirá reclamando el Metro a Orcasitas y trabajando en el proyecto de una residencia de proximidad para mayores que ya está en marcha. También recorrerá otros barrios cercanos hablando con la comunidad latina que celebra partidos de 'ecuavóley', esa a la que ayudó en una de sus últimas causas como concejal, reivindicando su derecho a jugar en el espacio público.

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