Letreros de “Calle de Paco el de Tetuán” recuerdan el primer aniversario de la muerte de un vecino muy querido en el barrio
El pasado 19 de junio hizo un año (¡ya!) que murió Francisco García Basauri, Paco el de Tetuán. Llevaba en el apodo prendido el barrio que personificaba mejor que nadie. En su manera de hablar, en el torrente inacabable de anécdotas que salían con aplomo de su boca, en su presencia constante en las calles del barrio, donde su silueta se erigía en una continua referencia paseante del paisaje urbano –mejor sin cursiladas, diremos otra vez del barrio–. Ese era Paco.
Y ese sigue siendo Paco para todos los que le recuerdan un año después. La última vez que le vi (en esta vida postmortem) fue hace solo unas semanas en una foto que se movió en redes con motivo de la muerte de Violeta Fernández –Viole, Kolontai, Kolon– donde salían los dos en un desahucio, junto a otras personas cercanas y algunas que me son desconocidas.
Tengo en mente muchas conversaciones de ambos en redes sociales. Eran muy distintos y muy iguales; no opinaban lo mismo de multitud de cosas, seguramente, pero sí en las realmente importantes de la vida. Se movían en la misma longitud de onda, coincidieron en medio de la vorágine que supuso el movimiento 15M en sus barrios vecinos (Tetuán y Chamberí) y se enredaron con movimientos por la vivienda digna desde la humildad y la ascendencia.
Ambos eran de otra generación muy distinta a la que se supone debía estar viviendo el 15M pero alguien debería ponerse serio ya y enmendar la plana a los expertos que se empeñan en caracterizar el 15M únicamente como un movimiento juvenil. Sobre todo en los barrios, fue una inmensa explosión de aprendizaje intergeneracional y de camaradería vecinal. Paco y Violeta encarnaban (no, encarnan) las dos cosas.
La segunda vez que he visto en poco tiempo a Paco ha sido, precisamente, con motivo del aniversario de su despedida. El pasado lunes nuestra Isa contaba que ya hacía un año de aquello. Al día siguiente, la cuenta de Tetuán Resiste compartía un par de fotos en las que letreros azules de Calle de Paco el de Tetuán tapizaban rincones que nos eran familiares.
Son recuerdos de una reunión y homenaje celebrado por la familia y los amigos. Lo cuenta Isabel, su hija, que junto con sus hermanos Jose y Paco y, Carmen –tan grande como Paco, tan barrio como él– representan lo más corpóreo de su memoria.
“La idea de los letreros surgió porque mucha gente me había dicho que había visto a mi padre o que, de alguna forma, seguía presente en el barrio y en las esquinas. Me puse a pesar en que muchas veces la Plaza del Canal de Isabel II [Plaza de las Palomas] era más la Plaza de Paco el de Tetuán. Él siempre estaba, a cualquier hora, en cualquier rincón, y siempre tenía un segundo para saludar a gente totalmente distinta entre sí. Me llamaba muchísimo la atención.”
Paco, tan libre, como las palomas que dan nombre popular a nuestra plaza, tan libre como Viole, como los muchos, como el viento del pueblo –tu Miguel Hernández y tu 15M–, como las semillas que laten en el asfalto de Bravo Murillo y cualquier día, ya verás, lo romperán. Será cuando el calor de una de esas primaveras cálidas que nos ponen cachondos lo agriete para volverlo a poner todo patas arriba. Seguimos viéndote caminando por la calle, a cualquier hora, Paco.
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