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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Hacia un mundo con menos coches (nuevos)

Los fabricantes se ven obligados a buscar nuevos modelos de negocio además de la compra tradicional.

Víctor Celaya

Como ya atisbaron hace tiempo las propias marcas de coches, las ventas de automóviles irán contrayéndose poco a poco en buena parte del mundo durante los próximos años, debido a numerosos factores entre los que ocupan un lugar preponderante los nuevos modelos de movilidad. Dicho lo cual, la mayoría de ellas se ha propuesto mantener -si no aumentar- sus márgenes de beneficio comercializando menos vehículos pero a un precio más caro.

La consultora McKinsey & Company ha hecho cálculos sobre el ritmo en que se producirá el cambio y sobre qué regiones del orbe lo experimentarán antes y con mayor intensidad. Su estudio determina que, de aquí a 2035, la cantidad de kilómetros recorridos en automóviles privados disminuirá en aproximadamente 15 puntos porcentuales, de lo que se deriva una caída notable de las ventas de coches nuevos.

Como si de un mar de fondo se tratara, el fenómeno dará la impresión de retroceder para luego avanzar más fuerte. Es probable, señala el informe, que las ventas aumenten a nivel mundial en los próximos años y alcancen su punto máximo a finales de esta década. Posteriormente podrían reducirse hasta los 84 millones de unidades -a la altura del mencionado 2035-, por debajo de los 85 millones registrados en 2015.

Aclaremos, por si acaso, que estamos hablando de una reducción del volumen de vehículos nuevos que se añaden al mercado, no de la cantidad total de automóviles que circulan por el mundo, que se calculan en unos 1.400 millones de unidades.

Con toda seguridad, continúa McKinsey & Company, algunas regiones verán mayores caídas que otras, lo que podría alterar las cadenas de suministro, las estrategias de ventas y otros aspectos del modelo de negocio actual. La consultora pronostica que las entregas de vehículos disminuirán más de un 20% en la Unión Europea con respecto a dos décadas antes, y Estados Unidos podría experimentar una caída aún mayor, del 30%.

Esa reducción tendrá un impacto más profundo en EEUU que en Europa, que ya ofrece un mejor acceso a otros modos de movilidad, incluido el transporte público. El país americano tendrá que crear una nueva infraestructura y aumentar el apoyo a las opciones de movilidad alternativa a medida que disminuya la propiedad de automóviles privados, indica el estudio.

China también vivirá una disminución de las ventas, aunque no en la misma medida que Europa y Estados Unidos. Los 26 millones de unidades que podrían comercializarse en 2035 no alcanzarán el pico histórico de casi 27 millones de 2019, pero aún estarán por encima del nivel de 2015, de 24 millones.

Mercados emergentes como el de India y otras partes del sur de Asia compensarán parcialmente la caída en otras regiones, ya que las ventas continuarán allí en una trayectoria ascendente más allá de 2035. Se estima que las entregas en países distintos de China, Europa y EEUU asciendan a 33 millones en 2035, cifra superior a los 29 millones de 2015 y también al máximo de 31 millones de unidades registrado en 2018.

Los motores de la transformación

“Los cambios podrían llegar lentamente, incluso en aquellas áreas donde acabarán siendo muy fuertes. En los próximos años, es probable que la mayoría de las personas continúe con sus patrones y comportamientos de viaje habituales. Los habitantes de ciudades como Los Ángeles, Múnich y Shanghái estimularán la mayor parte del cambio”, leemos también en el trabajo.

La gran transformación llegará en forma de modificaciones en la infraestructura que incluirán calles más amigables para las bicicletas o vertipuertos (espacios para el despegue y aterrizaje de drones) para la movilidad aérea urbana. A medida que el transporte más ecológico se generalice, “el mundo finalmente podrá comenzar a ver caídas significativas en las emisiones”.

McKinsey vislumbra un mundo poblado por bicicletas y scooters eléctricos, formas varias de minimovilidad, más transporte público y automóviles muy pequeños de tres o cuatro ruedas que podrían convertirse en los modos preferidos de desplazamiento y dejar de ser, como suele ocurrir, un último recurso para las personas que no pueden pagarse un coche. Según sus cálculos, estas alternativas podrían aumentar su cuota en el total de km recorridos del 1% actual al 8%.

En cuanto a las aplicaciones que vinculan diferentes formas de transporte, podrían hacer que los desplazamientos intermodales sean más comunes, dado que los pasajeros ya no se verán obligados a devanarse los sesos para organizar un viaje.

Pensando en los fabricantes, la consultora afirma que, si bien en el futuro habrá menos interés en poseer un vehículo privado, se abren para ellos nuevas vías de negocio en las plataformas de robotaxi o roboshuttle, además de las de vehículo con conductor, coche compartido y otras con las que ya estamos familiarizados. 

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