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Conducimos las últimas ‘rara avis’ tecnológicas de Mazda

El Mazda MX-30 R-EV puede recorrer 85 kilómetros en modo eléctrico.

Pedro Urteaga

Aunque no es la única marca que mantiene parecidos puntos de vista, la japonesa Mazda se distingue por la determinación con que defiende la diversidad tecnológica como único medio viable para alcanzar la descarbonización del automóvil. Ancho es el mundo, viene a decir la firma de Hiroshima, tanto como diferentes son las necesidades de los consumidores según el lugar del mundo donde vivan y como lo son los marcos regulatorios de las distintas regiones.

De este panorama heterogéneo deriva la necesidad, según Mazda, de adoptar un enfoque multitecnológico en el que la electrificación pura sea, de momento, una de las opciones disponibles, antes de imponerse por completo a largo plazo. La marca planea ampliar de manera significativa su oferta de eléctricos hacia el año 2027 y volcarse por entero en su comercialización a gran escala en el periodo 2028-2030, lo que incluye embarcarse incluso en la fabricación de sus propias baterías.

Para 2035 está previsto lograr la neutralidad en carbono de sus factorías y oficinas en todo el mundo, y en 2050 debería alcanzar la meta final de generar nulas emisiones en el desarrollo de su actividad.

De momento, en lo que se refiere a España, la filosofía multisolución le permite a Mazda calcular que cerrará 2023 con un 94% de entregas electrificadas, por un 41% del mercado general. Esto significa que prácticamente todos sus vehículos vendidos en el año disponen de algún tipo de electrificación y, por tanto, cuentan con las etiquetas Eco o 0 emisiones.

Hace unos días se nos ha brindado la ocasión de probar las tres últimas tecnologías, algunas de ellas auténticas rara avis, embarcadas en esos modelos. Hemos conducido por primera vez, por ejemplo, el MX-30 e-Skyactiv R-EV, un híbrido enchufable (PHEV) en serie que da una nueva utilidad al conocido motor rotativo de Mazda.

La elección de este propulsor se debe no tanto al apego que siente por él, sino sobre todo a que se trata de un motor de combustión interna compacto y ligero, muy adecuado para la ocasión. Su misión aquí reside en girar para accionar un generador que carga la batería de alto voltaje del vehículo o proporcionar potencia adicional en caso necesario. Al ser un PHEV en serie, el coche es propulsado siempre por el motor eléctrico.

La batería del MX-30 e-Skyactiv R-EV ofrece una autonomía de 85 kilómetros en modo eléctrico, suficiente para buena parte de las necesidades diarias. Y, si es preciso, el motor rotativo amplía la autonomía tanto como haga falta.

Un motor diésel ‘gordo’

Otro modelo sui generis que hemos podido conducir es el CX-60 equipado con un motor diésel (¡a estas alturas!, dirá alguno) de nada menos que seis cilindros en línea y 3,3 litros de cilindrada, asociado a un sistema mild hybrid de 48 voltios que le da acceso al distintivo ambiental Eco.

Que Mazda haya optado por un motor de esta clase obedece a varios motivos, uno de los cuales y tal vez el principal es que la mayoría de los vehículos del segmento del CX-60 son todavía diésel. Además, el suyo destaca por su bajo nivel de emisiones y por su eficiencia, de la que son buena prueba los 6,4 litros/100 km que obtuvimos durante el trayecto que realizamos. Nada mal para un SUV de 4,74 metros de largo y casi dos toneladas de peso.

El motor e-Skyactiv D del CX-60 está a la venta en dos variantes de potencia, una de 200 caballos con tracción trasera y otra de 254 CV que se combina con el sistema de tracción integral Mazda i-Activ AWD. La cifra de consumo antes referida corresponde a esta segunda versión.

En la jornada de pruebas nos pusimos también al volante del CX-60 híbrido enchufable, que entrega 327 CV gracias al empuje conjunto de un motor de gasolina de 191 CV y otro eléctrico de 129 kW. La batería, de 17,8 kWh, homologa 63 km de autonomía eléctrica en ciclo mixto y 68 km en uso exclusivamente urbano.

Reducir la huella de carbono local

Además de contribuir a los planes globales de descarbonización de la compañía, Mazda España ha puesto en marcha a nivel local, junto con la organización sin ánimo de lucro Cesefor, un proyecto para alcanzar la neutralidad en carbono a medio plazo, en 2028. El plan persigue compensar la huella ambiental generada por la empresa en nuestro país con la plantación de seis hectáreas de arbolado en la zona de San Pedro Manrique, en Soria.

La acción dio comienzo en 2019 con los primeros cálculos de la huella de carbono de Mazda Automóviles España, a lo que siguió el preceptivo proceso de reducción de su consumo energético y el lanzamiento de vehículos de bajas emisiones.

La marca se propone también involucrar a los concesionarios en sus planes para rebajar su impacto en el medio ambiente, según ha confirmado durante la firma del acuerdo con Cesefor el presidente y CEO de Mazda en España, José María Terol, cuando faltan pocas semanas para que se jubile dejando su cargo en manos de Ignacio Beamud.

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