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Prueba del Toyota bZ4X AWD: un debut singular

El Toyota bZ4X es un SUV por fuera, pero un turismo en cuanto a la postura de conducción.

Pedro Urteaga

Toyota es el fabricante que más experiencia acumula en electrificar vehículos, desde que en 1997 lanzó en Japón el Prius, su primer modelo híbrido. Sin embargo, se ha demorado más de 20 años en comercializar con su marca (sí lo ha hecho con Lexus) un turismo enteramente eléctrico, el bZ4X que acabamos de probar, dándose el curioso caso además de que ha puesto a la venta antes uno movido por una pila de combustible de hidrógeno, el Mirai.

La llegada del bZ4X se esperaba con curiosidad a la que se añadió un cierto toque de misterio. Desde mayo de 2022 era posible reservar unidades del coche, pero exclusivamente bajo la fórmula de renting, y solo más tarde ha estado por fin disponible en condiciones que cabe considerar normales. Y sus curiosidades no quedan ahí, como veremos a continuación.

Toyota lo ofrece en versiones con uno o dos motores eléctricos, que entregan 204 y 218 caballos respectivamente, y una única batería de 71,4 kWh de capacidad bruta. La segunda variante, que es la que ha pasado por nuestras manos, cuenta con tracción total al llevar sendos motores de 80 kW en los ejes delantero y trasero.

Su autonomía oficial en ciclo WLTP es de 411 kilómetros merced a un consumo de 17,8 kWh/100 km en la prueba de homologación. La conducción real arroja unas cifras notablemente más modestas, especialmente si el frío aprieta -como ha sido el caso en los días en que hemos usado el vehículo-, de manera que se pueden completar de verdad unos 320 km como máximo en un recorrido mixto y alrededor de 250 en autovía a la velocidad permitida, incluso menos con temperaturas muy bajas.

El efecto de la calefacción sobre la autonomía es considerable. Con la batería al 100% en el momento de recogerlo, el bZ4X decía contar con 315 km de alcance sin encender el climatizador y unos 350 con él conectado. Después de nuestro recorrido habitual, completamos 240 kilómetros, buena parte de ellos usando solo la calefacción del asiento, y el indicador mostraba que la batería se encontraba al 24% de su capacidad y permitía recorrer aún 87 km, de lo que se desprende un consumo medio real cercano a los 23 kWh/100 km.  

La versión de un solo motor y 204 CV presenta un gasto de energía bastante inferior: 14,7 kWh/100 km homologados que permiten esperar un consumo en condiciones reales mucho más ajustado y una autonomía que se acerque más a los 436 kilómetros que presenta como registro oficial.

Amplitud y buen comportamiento

El eléctrico de Toyota es peculiar en sus formas exteriores, que parecen las de un Prius de última generación (la quinta) que se hubiera sobreelevado del suelo, pero técnicamente es un SUV de tamaño entre medio y grande (mide 4,69 metros de longitud) dotado además en esta versión de modos de conducción off road.

También es particular la posición al volante, donde lo primero que llama la atención es una columna de dirección muy voluminosa y alejada del cuadro de instrumentos. Así se consigue que este sea completamente visible por encima del volante, un poco más pequeño de lo habitual y limitado en su regulación de altura para permitir justamente que ninguna zona del panel quede oculta a los ojos.

Por lo demás, la postura del conductor es más propia de un turismo que de un SUV, es decir, más tendida que erguida. La parte derecha del salpicadero, donde la guantera brilla por su ausencia -otra curiosidad-, se encuentra a menor altura, pero ello no evita la sensación de encajonamiento que se experimenta en las dos plazas delanteras debido al gran abultamiento de la consola central.

El interior es muy amplio, especialmente ancho en ambas hileras de asientos y espacioso para las piernas en la trasera. La zona para apoyar los pies en esta segunda fila no es plana al 100%, pero solo presenta una mínima elevación en el centro que apenas supone merma en la comodidad. La banqueta trasera es fija y puede colocarse en dos posiciones, una normal y otra más reclinada.

En cuanto al maletero, tiene un volumen de 452 litros y dispone de un doble fondo donde caben los cables de recarga, el kit de reparación de pinchazos y la cortinilla enrollable. Cerca de la boca de carga y en una posición elevada se han dispuesto unos ganchos plegables para colgar bolsas. A diferencia de otros eléctricos, el bZ4X no cuenta con un espacio de carga adicional bajo el capó delantero.

El SUV japonés nos ha sorprendido gratamente en lo que se refiere a la entrega de potencia y al comportamiento. Los 218 caballos disponibles parecen más que suficientes para cualquier situación que se presente, y la dinámica de conducción resulta satisfactoria en todo tipo de vías por mucho que se trate de un coche pesado, como todos los eléctricos de sus proporciones. Una suspensión y una dirección bien ajustadas son las responsables de que podamos situar al de Toyota entre los modelos ágiles de su categoría más que en el de los torpes.

Un equipamiento abundante, sobre todo en la versión más lujosa de las dos a la venta (Style Plus), y una terminación que nos parece más fina que la de otros compañeros de gama completan el cuadro de un eléctrico singular que cuesta 55.650 euros en esta variante concreta. Para quien pueda prescindir de la tracción a las cuatro ruedas, de un poco de potencia y otro tanto de equipamiento, el bZ4X se ofrece también en versión Advance 4x2 por 48.650 euros.

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