Audi aborda los auténticos retos de la conducción autónoma: el legal y el ético
Desde hace tiempo sabemos que la principal traba que presenta la conducción autónoma no es de índole tecnológica, sino que tiene que ver más bien con las cuestiones legales y éticas que traerá aparejadas. La marca alemana Audi ha querido entrar en este terreno pantanoso, y que en muchas ocasiones se prefiere soslayar, por medio de un estudio, SocAIty 2021, que examina de cara la dimensión social global del fenómeno en ciernes.
Este trabajo se enmarca dentro de la Iniciativa&Audi, creada en 2015 para impulsar el intercambio interdisciplinario sobre nuevas tecnologías de la movilidad, como la inteligencia artificial y la conducción autónoma, y en él figuran las opiniones de destacados expertos de Europa, Estados Unidos y Asia con el fin de abordar la cuestión desde sus diversas perspectivas, entre las que la geográfica y cultural reviste capital importancia.
“Después de la electromovilidad, el siguiente cambio, claramente más radical, es la transición hacia vehículos más inteligentes y, en última instancia, autónomos”, ha afirmado al respecto Markus Duesmann, CEO de Audi. “Para nosotros -ha añadido-, la conducción autónoma es una tecnología clave que puede hacer el tráfico más seguro y la movilidad, más cómoda e inclusiva”. A través de Cariad, la empresa de software del Grupo Volkswagen, la firma de los cuatro aros tiene prevista una rápida introducción de esta tecnología en la segunda mitad de esta década.
Un grupo de 19 miembros integrado por científicos, políticos y expertos en economía ha debatido el asunto, y el estudio resultante se ha estructurado en tres capítulos principales: uno dedicado a la responsabilidad legal, otro sobre la dimensión ética de la conducción autónoma y un tercero acerca de la protección de datos y la seguridad.
“En conjunto, el resultado es una imagen de un escenario de movilidad que será diferente en 2030 de lo que es hoy, pero que se manejará sin ciencia ficción”, explica Saskia Lexen, directora de Proyectos de Initiative &Audi. “Por un lado, parece que la sociedad no está preparada para los coches de conducción autónoma, aunque las expectativas son muy altas. Por otro, la tecnología forma parte cada vez más de la vida cotidiana de las personas. Todo está cambiando muy rápido, incluso la situación jurídica, y como fabricantes de automóviles nuestro deber es desplegar las nuevas tecnologías de forma responsable”.
Con este estudio, Audi pretende contribuir al debate “estableciendo unas expectativas adecuadas sobre las posibilidades y los límites de la conducción autónoma en la sociedad para así generar confianza”, concluye Lexen.
Una idea principal del informe es que el panorama de la movilidad en 2030 será más diverso y compartimentado y producirá más soluciones de movilidad adaptadas a sus objetivos. Además, aumentará la diversidad de formas de micromovilidad, sobre todo en las ciudades. La demanda también estará cada vez más determinada por la ubicación de la persona. En las grandes ciudades prevalecen cada vez más necesidades similares: lugares como Nueva York, Londres y Shanghái tienen condiciones y necesidades básicas comparables en cuanto a movilidad, flexibilidad y expectativas de los clientes.
La mayoría de los expertos ve a los Estados Unidos como impulsor clave de la conducción autónoma. No todas las nuevas tecnologías se desarrollarán necesariamente allí en primer lugar, pero sí que pondrán en marcha con la ayuda de capital y experiencia. “Se podría decir que si EEUU prueba algo, crea una especie de incubadora, mientras que en China se despliega y se prueba en masa”, añade Lexen.
Esto último se debe, entre otras razones, a una decidida expansión de las infraestructuras en ese país y a un alto grado de aprecio social por las nuevas tecnologías. En opinión de los especialistas consultados, Alemania y Europa serán sobre todo lugares de innovación para las tecnologías de los vehículos y la producción de grandes volúmenes, además de desempeñar un papel importante como mercados de venta dentro de 10 años. En consecuencia, la normativa europea sobre derechos de los consumidores y protección de datos influirá en las condiciones globales y en los estándares de los productos de toda la industria.
La aceptación depende en gran medida de la experiencia personal
En 2030, la movilidad se caracterizará por un nuevo tipo de tráfico mixto, en el que los vehículos autónomos coincidirán con otros conducidos por personas. Los usuarios de la carretera se adaptarán gradualmente y tendrán que aprender nuevas reglas. Para que se produzca este importante cambio cultural, las personas necesitarán tiempo antes de establecer una adecuada relación de confianza con la conducción autónoma. “Sólo el aumento que esperamos en el confort, la seguridad y la disponibilidad justificará suficientemente la aceptación de la nueva tecnología”, afirma Hiltrud Werner, responsable de Integridad y Asuntos Legales de Volkswagen AG.
A juicio de Lexen, “muchas personas sienten hoy, con razón, cierto grado de incertidumbre e incluso escepticismo con respecto a la responsabilidad y la protección de datos o la fiabilidad y seguridad de la tecnología. Por lo tanto, es importante que el futuro de la conducción autónoma se encuentre con la sociedad y los usuarios en su realidad actual. Eso incluye no subestimar los hábitos y las percepciones de la gente. Para muchos usuarios, conducir su propio coche sigue significando libertad, flexibilidad y autodeterminación. Hay que poner en contacto al mayor número posible de personas con la conducción autónoma para que puedan experimentar personalmente sus ventajas. En el proceso, es importante comunicar claramente el valor añadido de la conducción autónoma del futuro sin descuidar las limitaciones actuales”.
Aparte del potencial que ofrece la conducción autónoma a la hora de lograr un tráfico más eficiente y, por tanto, también más sostenible desde el punto de vista ecológico, los conceptos de movilidad en red y el hecho de basarse en datos son aspectos que también pueden conllevar un enorme impacto social. Esto incluye nuevos servicios orientados a las personas y que, en el mejor de los casos, conducen a una nueva forma de movilidad más inclusiva y más social. “También se trata de mejorar el acceso a la movilidad. Porque la movilidad es la clave para acceder a los puestos de trabajo, a la atención médica, a los alimentos…”, razona Huei Peng, profesor de Ingeniería Mecánica y Director de Mcity, en la Universidad de Michigan.
¿A quién damos prioridad para evitar los accidentes? Planteado así el debate, asevera Christoph Lütge, director del Instituto de Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad Técnica de Múnich, “no vamos a llegar muy lejos”. En su opinión, enfrentarse a dilemas en situaciones de accidente es inevitable para entender los aspectos éticos de la conducción autónoma, pero a menudo la discusión es exclusivamente emocional y, desde la perspectiva de algunos expertos, está ideologizada y basada solo en consideraciones morales y de seguridad del sujeto.
Por ello, los expertos coinciden en que el siguiente paso primordial debe consistir en definir con claridad los fundamentos éticos a partir de situaciones realistas de la conducción, así como asumir los retos y cuestiones reales a los que se enfrentan las empresas y los legisladores.