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Somos Murcia: Eso es el Warm Up, amigo

Alexanderplatz / A. R.

Alberto R. Guardiola

Murcia —

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Se trata de elegir, de afinar el criterio. De recordar qué trayectoria traen unas y otros, y sobre todo qué promesas queremos creernos. Este mes de mayo viene así, y en mi ciudad también tuve que decantarme: ¿La plaza del Romea, junto al teatro, o la plaza de los Apóstoles junto a la Capilla de los Vélez? Eran los últimos conciertos de la programación de este año, y había que exprimirlos.

Me aventuré a abrir boca con La Plata, que arrancaron con un disparo crudo y frenético de pop urbano casi punk que te desoxida por dentro. Un directo mucho más sincero y potente que sus pistas de estudio, y eso se agradeció. Había que moverse. Un señor mayor se cruzó delante de mí, quejándose del alboroto sin sentido que ha arrancado casi sin avisar. El sol obligaba a refugiarse a la audiencia bajo los toldos de las terrazas que perimetran la plaza. Me quedé un ratito más antes de acercarme a la plaza del Romea, a ver qué se cocía allí.

Alexanderplatz comienza a despegar, con un repertorio valiente y arriesgado, dotando a sus canciones de texturas clásicas y casi familiares de su etapa al frente de Klaus & Kinski. Mantiene una línea ecléctica y oscura, continuista y distinta a partes iguales. Cuando tocaba despertar y la actuación recobraba intensidad, aparecieron los problemas técnicos. Una auténtica lástima las interrupciones que el sol provocó, derritiendo los gadgets que trufaban el escenario.

De vuelta a la Capilla de los Vélez, Piyama demostró que el indie (¿sigue existiendo?) no entiende de formaciones clásicas y mueven al público con la electrónica de los samplers, hip hop y ecos latinos. El público respondió muy bien y agradeció la frescura de Aarón, que siempre sorprende con un nuevo lado oculto.

Y casi sin esperármelos, en este totum revolutum de escenarios y grupos a la carrera, irrumpió la solemnidad de Apartamentos Acapulco. Directo sobrecogedor, solvente e intencionado. Los granadinos demostraron que mantienen intacta la denominación de origen, con un sonido reconocible, compacto, vibrante, disciplinado.

Y entre que buscaba algo para comer y empezaba a encontrarme amigos por el camino y que al día siguiente hay que trabajar, me alejé del bullicio lamentando lo que me perdía. Hay que elegir, pero eso es el WARM, amigo.

Lo que no: la solanera sobre músicos y público.

Lo que sí: las propuestas seleccionadas para estos encuentros callejeros. Ah, y el señor que aspeaba los brazos quejándose de cualquier cosa.

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