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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Ramón Murcia, un imprescindible

Ramón Murcia en el centro, con dos amigos

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“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”

 Bertolt Brecht

Tal vez estas palabras del escritor alemán sean más conocidas por servir de frontispicio a una canción memorable de Silvio Rodríguez, “Sueño con serpientes”. Tal vez ya no existan, o sean una rara avis, las personas imprescindibles, las inasequibles al desaliento. Realmente en estos tiempos difíciles, en los que las certezas son como icebergs a la deriva y las estrofas de ese poema que se llama futuro están veladas por una luz gris que ni ciega ni da esperanza, son necesarios tipos como Ramón Murcia Alburquerque. Tipos a la vieja usanza a los que se odia o se ama, pero que nunca dejan indiferente a nadie y a los que se abraza con confianza en la convicción de que te encuentras ante personas honestas. Convengamos que gritonas pero honestas.

Ramón Murcia, al que ahora hemos despedido con una memorable comida en un lugar de la huerta, o lo que queda de ella, entre palmeras, limoneros, hierba, brazales y tapas de alcantarilla que sobresalen sobre el asfalto del carril, es un imprescindible porque, guste o no guste, ha sido toda su vida ese hombre coraje que ha luchado y se ha volcado por la gente y por una idea de sociedad y país que nada tiene que ver con el abrazo histriónico a símbolos e invenciones de la tradición estériles. Hablamos de un ciudadano en el significado mayúsculo de la palabra: cívico, solidario, enemistado con la injusticia y con la arbitrariedad, centrado en los demás y no en sí mismo.

Ramón Murcia fue un lider del movimiento sindical de los años ochenta y noventa del Siglo XX en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Tal vez por eso solo merezca un reconocimiento público. Y no será ocioso decir que su referente ideológico siempre fue el bien común, tanto de las personas a las que representaba como del servicio público al que se debía y en el que creía. Fue fundamental en los servicios sociales públicos de nuestra región y negoció que el único régimen jurídico del personal que trabajaba en la CARM fuera el regulado por el derecho administrativo. Todavía hoy en la mayoría de las comunidades autónomas conviven de manera inestable, y a veces conflictivo, los funcionarios con el personal laboral.

Poco a poco se están jubilando todas aquellas personas que comenzaron a trabajar cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía y el Estado comenzó a transferir las competencias que hoy ostentamos. Gente joven, gente, y perdonad la osadía, creyente en una sociedad mejor y más solidaria. Ramón Murcia formaba parte de esa gente. Vivió su vida laboral como una misión nada inquisitiva. No imponía, convencía. Mucha gente lo recordará con sus sempiternos tirantes, con su voz que alguien pensará bronca pero para los que lo conocíamos la sabíamos equilibrada y segura. Tuvo y tiene personas que no lo tienen en estima. Acaso por su franqueza.

Este narrador conoció antes su voz que su figura. Escuchó su vozarrón lanzando improperios contra un consejero de finales de los ochenta, desde el fondo de la cocina donde Antonio Ripoll, otro imprescindible jubilado prematuramente, hervía un queso de cabrales. No recuerdo el nombre del consejero, casi nadie los recuerda porque tal vez lucharon un día o un año y fueron buenos pero no imprescindibles.

Sus últimos años de vida laboral los desarrolló como director en el Centro Ocupacional López-Ambit. Allí pasó el confinamiento del Covid19 y los meses que siguieron a tan nefasta desgracia. Estuvo perenne acompañando al personal del centro, a sus compañeros, por los que se desvivió para que pudieran desarrollar sus funciones con la máxima seguridad posible. Y se desvivió también por los usuarios que son, no se olvide, la razón de ser de los empleados públicos.

Vivimos un tiempo en los que definitivamente comenzamos a soñar con serpientes, “largas, transparentes / y en sus barrigas llevan / lo que puedan arrebatarle al amor”. Silvio Rodríguez nos canta sobre ellas y nos habla de los imprescindibles, esas personas que pueden alejar de nosotros las pesadillas … como Ramón Murcia, como muchas de las personas que lo han acompañado en su despedida.

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