Paseos sonoros, coreografías y comedias existencialistas: las compañías navarras se muestran en el Festival de teatro de Olite
El 26.º Festival de Teatro de Olite ya ha cruzado su ecuador y se encuentra en su etapa final. Desde el 18 de julio hasta el 3 de agosto, el teatro se toma los distintos escenarios de la localidad Navarra, incluido la tarima de la Cava, en pleno Castillo de Olite. El pasado 26 de julio, la organización del festival reunió en el Enozentrum de Olite a varias compañías navarras en un encuentro retransmitido por EiTB y dirgido por el experto en artes escénicas Galder Perez. Las Nenas, Ion Iraizoz, Mikele Urroz Zabala, Qabalum, Itsaso Iribarren y Germán de la Riva fueron las agrupaciones acudieron al llamado.
Las Nenas, compuesta por Ane Sagüés, Cristina Tomás, Maddi Muñoz y Jon Muñoz, ha presentado “Torcidxs”, una puesta en escena sobre “divas desubicadas y artistas martirizadas que se juntan con autotune, humor, ironía y poesía”, según ha comentado Tomás. Una “metaobra” que trata sobre la estética, haciendo saltos entre realidad y ficción, buscando “incomodar” al espectador y privarlo de cualquier sensación de seguridad. Para Sagüés y Tomás, presentarse en Olite se asemeja a “un espiral que avanza”, pues vuelven a uno de los lugares donde empezaron su carrera artística. Ellas fueron parte de una residencia artística en Olite, un espacio abierto por los festivales de teatro donde se fomenta el desarrollo, formación y producción artística.
Diego Pazó y Lucía Burguete han dirigido 'Todo este ruido', junto a su compañía Qabalum. El nombre del grupo toma el nombre de un poema de Carlos Oroza que habla sobre un viaje sin rumbo por el espacio. Inspirándose en imágenes relacionadas con la física y la mecánica de los objetos, fueron ensamblando una coreografía imposible de plasmar tal cual en un dosier o en una sinopsis. “Muchas cosas a lo mejor no se traducen de una forma literal en la descripción de una obra. Te inspiras de muchas cosas, pero luego tienes que pasarlo al filtro del cuerpo, por lo cual hablar sobre la obra es algo accesorio, hay que verla para entender lo que está ahí”, ha explicado Pazó.
Otro aspecto particular de 'Todo este ruido' recae en la participación de un actor no animado, un dron que interactúa con el reparto toda la obra. Representando el papel de la tecnología en la sociedad actual, y la vigilancia que puede realizarse a través de ella, el dron ha sido uno de los focos del espectáculo. “Tiene mucha personalidad el dron, pero luego lo ves y no deja de ser una máquina”, ha añadido Burguete sobre el papel principal, pero complementario al toque humano que aporta.
Por su parte, Ion Iraizoz presentará el 31 de julio en la Cava la obra “Instrucciones para Alberto González”, una comedia existencialista que gira alrededor del personaje Alberto González, un nombre genérico que podría ser sustituido por cualquiera. “Alberto González busca a otra persona para que le sustituya la vida. Es un juego escénico en donde se coge a otra persona y se le enseña a ser yo durante un tiempo. Además, el nombre es un guiño, todos somos Alberto González”, ha esclarecido Iraizoz. El juego entre la realidad y la ficción hace posible la ideación de un personaje singular y común como Alberto González. “Trabajo con esta idea de ensanchar un poco lo que entendemos como real. Esta es la premisa de la pieza, que lo fantástico pueda ser parte de lo real, una realidad expandida”.
Itsaso Iribarren y Germán de la Riva son un par de investigadores y doctores en bellas artes que llevan trabajando en equipo 20 años. Su propuesta en esta edición del festival se basa en un paseo sonoro en la localidad de Pitillas que tendrá lugar el 2 de agosto. “A esta pieza la hemos titulado 'Resonancias' y viene en el formato de paseo sonoro que busca mezclar diferentes lenguajes para transitar. Es una invitación a resonar con el territorio y con la localidad”, ha descrito De la Riva. “Es un concepto muy coreográfico el tema de moverse juntos. Hay filósofos que plantean que ante la aceleración, se puede resonar al ritmo de la naturaleza y de otras personas”. El paseo se inspira en el concepto de “resonancia” del filósofo Hartmut Rosa que establece la relación entre el cuerpo, el espíritu y el mundo experimentable.
Mikele Urroz presentará el 1 de agosto la pieza 'La Montaña', una obra que nació de una de las residencias artísticas creadas en la edición de 2023 del Festival de Teatro de Olite. En forma de monólogo, trata sobre un alpinista que se embarca en una expedición para afrontar una crisis interna. Un montañero que tuvo que abandonar la montaña y se ve obligado a volver a ella.
Límites en el proceso de creación
Durante el encuentro, uno de los temás que sobre el cual se profundizó fueron los límites en el proceso de creación para los artistas. La indumentaria, el tiempo, la viabilidad de una idea, la dificultad de traducir un pensamiento a la realidad y demás obstáculos fueron mencionados dentro de las limitaciones a tener en cuenta.
“Yo creo que el tema de los límites es algo beneficioso, pues es tener un espacio y unas condiciones de producción. Puede que limiten lo que se pueda hacer, pero siento que es un dialogo constante entre lo que se quiere y lo que se puede hacer”, ha opinado De la Riva. Otros, como Iraizoz, comentaron que ellos son quienes a veces si autoimponen límites. “A mí me preguntaban por ejemplo si iba a utilizar vídeo en directo, y yo pensé que no sabía cómo iba a hacer, pero no iba a usarlo”.
Iraizoz también expandió sobre la importancia de las residencias en todo el proceso de creación. “En las residencias se conecta con el impulso creativo de una pieza, y a veces hace falta tiempo para llegar al resultado. Ese tiempo es fundamental para que las ideas crezcan y evolucionen, y a veces no se tiene que limitar al resultado”.
Pazó introdujo una frase de Giacometti para intentar explicar los límites creativos a su vez. “El pintor decía que las obras de arte no se terminan, se abandonan. Hay un momento en el que se tiene que empezar con algo nuevo y luego a lo otro abandonarlo. Hay que saber el límite del universo creativo de una obra, no se puede seguir dedicando el mismo tiempo a la misma cosa”. Resaltaba asimismo la importancia de dejar de lado los intereses individualistas de querer continuar con un proyecto y empezar a escuchar lo que el producto mismo pide y hasta cuándo puede seguir ofreciendo algo valioso.
Cumplir las expectativas
De igual forma, también se abordó el tema de las expectativas que surgen al terminar un proyecto. “Muchas veces se va a ver una obra de la que se tiene una expectativa enorme porque lo han vendido con anuncios o campañas publicitarias, y luego llegas y piensas que si no hubieras tenido esas expectativas te lo habrías disfrutado más. Sin embargo, como llegaste pensando que iba a ser algo inmenso, no te lo pasas bien”, ha opinado Pazó. Además, también considera que es necesario “domar el caballo” porque el artista se puede encontrar a cualquier público, por lo cual no se sabe cuál va a ser su valoración ni sus prejuicios.
Iribarren por su lado ahondó sobre la presión generada por recibir una subvención o una ayuda en el ámbito artístico. “Es una cuestión de responsabilidad, pues son fondos públicos y se debe hacer un buen uso de ellos. Además, al final el arte es para el artista, pero deja de ser suyo en el momento en el que se presenta y pasa a ser del público”.
0