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La ministra Ribera da luz verde a la exploración de gas en Vitoria al no detectar riesgos graves

Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica

Rubén Pereda

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El Ministerio para la Transición Ecológica que dirige la socialista Teresa Ribera ha dado el visto bueno a la realización del sondeo de Armentia-2, en el término municipal de Vitoria, en busca de gas natural para su potencial producción comercial. La resolución, publicada este miércoles en el Boletín Oficial del Estado, prevé una serie de riesgos, aunque no les da la misma importancia que les atribuyen ecologistas y miembros de la oposición. El proyecto, que correrá a cargo de la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (SHESA), precisa aún de diversos trámites, de manera que la perforación no podrá arrancar antes de 2021. Son varias las voces críticas que piden al Gobierno vasco que abandone el proyecto y abogue por una transición energética hacia un modelo descarbonizado.

La resolución asegura que no se localizan “lugares, recorridos o puntos de interés geológico a menos de 500 metros de la actuación”. No obstante, “sí se observa la inclusión del emplazamiento dentro de una propuesta de espacio natural cuya aprobación se encuentra en tramitación”. Son los Montes de Vitoria, cuya protección con el distintivo de 'parque natural' se propuso en 2012. Pese a que los trámites se paralizaron, el plan lo volvió a reactivar el año pasado Iñaki Arriola, del PSE-EE. 

Se prevén también “impactos propios de una obra civil”, así como “una alteración de la calidad del aire por emisiones de gases de combustión y un incremento de la presión sonora, especialmente significativos”. El documento explora, asimismo, cuatro escenarios de accidentes a partir de los peligros detectados. “Se concluye que la vulnerabilidad del proyecto respecto a un escenario accidental de 'blow-out' —término que designa la erupción imprevista de gas—, que tendría como consecuencia un incendio descontrolado dentro de los límites de la parcela con emisión de gas a la atmósfera, es moderada”, reza una de las conclusiones. La resolución aborda también “la posible contaminación de las aguas de la unidad hidrogeológica de las calizas de Subijana, que es uno de los riesgos que más preocupa a la opinión pública”. Asegura que, “en el desarrollo normal del proyecto, no es de esperar ningún impacto sobre el acuífero”.

El ministerio ha destacado también que SHESA rehúye la estimulación con fractura hidráulica, o 'fracking', “debido a la falta de consenso político y social”. Aun así, pese a contar con la luz verde en el ámbito medioambiental, esta sociedad anónima, participada al 100% por el Ente Vasco de la Energía, necesita dotación presupuestaria de la que por el momento no dispone según el proyecto de 2020. Además, ha de resolver los obstáculos urbanísticos para operar en esa zona, unos trámites que competen al Ayuntamiento de Vitoria.

“Los combustibles fósiles deben quedarse bajo tierra”

Son varias las voces críticas con el proyecto. “Es muy grave, porque acabamos de declarar la emergencia climática y la sociedad alavesa ha dejado claro en infinidad de ocasiones que no quiere seguir la senda de los hidrocarburos y que apuesta por las energías renovables”, ha protestado Mikel Otero, parlamentario de EH Bildu. El partido ha anunciado, asimismo, que reactivará la iniciativa que reclama en el Parlamento vasco la disolución de SHESA.

Juan López de Uralde, diputado electo por Unidas Podemos, ha pedido al Gobierno vasco que sea “sensible” al cambio climático. “Los combustibles fósiles deben quedarse bajo tierra y, por contra, tenemos que fomentar las energías renovables. No hay otro camino, y por ello pedimos que abandone este proyecto”, ha manifestado, tras apuntar que las conclusiones “solo atienden a una lógica de industrializar el campo ignorando tanto los valores que la agricultura y el medio rural aportan socialmente como la necesaria transición energética hacia un modelo descarbonizado que se debe realizar”.

La Dirección General de Biodiversidad y Calidad Ambiental señala que hay “buenos indicios de la existencia de gas” en una zona en la que ya se llevaron a cabo actividades exploratorias en la década de los noventa. El emplazamiento concreto en el que se perforó en 1997 fue Armentia-1 —apenas cinco metros al sureste del previsto para Armentia-2—, en el que se atravesaron 350 metros de los 2500 de la formación geológica del yacimiento por las limitaciones tecnológicas. Aquel sondeo, señala la resolución, se llevó a cabo “sin incidencias medioambientales significativas”.

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