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El derrumbe del vertedero de Zaldibar reabre el debate sobre la gestión de los residuos en Euskadi

La catástrofe del vertedero de Zaldibar ha abierto varios interrogantes sobre la gestión de los residuos en Euskadi

Rubén Pereda

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El desprendimiento del vertedero de Zaldibar acaecido el pasado 6 de febrero y la crisis que ha seguido a los hechos, con dos trabajadores todavía atrapados, ha reabierto el debate sobre la gestión de los residuos en Euskadi. El colapso ha elevado el déficit de capacidad de los vertederos a las 800.000 toneladas. Además, a falta de autorizaciones para el depósito de residuos peligrosos, algunos se destinan a otras comunidades autónomas e incluso a países vecinos. Algunos expertos medioambientales y grupos ecologistas denuncian, sin embargo, que esa clase de residuos se está trasladando a otros vertederos vascos que, igualmente, no cuentan con autorización para esas labores.

Euskadi es una gran generadora de residuos. Según los datos elaborados para presentarlos ante la diputación permanente del Parlamento, se generan al año 6,3 millones de toneladas, por lo que a cada habitante le corresponden unos 2.900 kilos. De estos, los procedentes de las actividades industriales representan un 60 %. Además, una de cada doce toneladas de estos residuos industriales tiene la calificación de peligrosos. 

Estos residuos siguen diferentes caminos. Casi tres quintas partes (un 58 %) se recicla, un 6 % se envía a instalaciones de valorización energética y el 37 % se destina a vertederos. Si bien desde el 2010 el porcentaje de residuos al que se le da una nueva vida a partir del reciclaje se ha incrementado en un 6%, los vertederos siguen siendo un actor indispensable en el tratamiento de los residuos vascos.

El Gobierno vasco se ha puesto en contacto con varias comunidades autónomas para analizar la posibilidad de trasladar a esas regiones residuos no peligrosos que hasta ahora las empresas depositaban en Zaldibar. El colapso de este vertedero, que daba cabida cada año a 500.000 toneladas de basura, ha elevado el déficit de capacidad de los vertederos de Euskadi a 800.000 toneladas, con el reciente cierre del basurero de Motiloa. Así lo ha anunciado la viceconsejera de Medio Ambiente, Elena Moreno, después de una reunión en Vitoria-Gasteiz con representantes de vertederos de gestión pública y privada autorizados existentes en Euskadi y de las empresas que depositaban residuos al vertedero de Zaldibar.

Junto con la alternativa a corto plazo de mandar residuos fuera de Euskadi, el Gobierno baraja la reapertura del vertedero de Epelde, en Gipuzkoa, e incluso la autorización de la ampliación de capacidad que algunos vertederos ya habían solicitado.

Las complicaciones de la gestión de los residuos peligrosos

En Euskadi, de los 350 centros que cuentan con la autorización para la gestión de residuos, 15 son vertederos. Uno, de titularidad pública, está situado en Álava; Gipuzkoa cuenta con tres, dos de ellos públicos, y Bizkaia, con 11, todos privados menos dos. No existen, sin embargo, vertederos ideados para el depósito de residuos peligrosos, que se caracterizan por cuatro aspectos: explosividad, inflamabilidad, toxicidad y corrosividad. Verter, como otras tres instalaciones privadas en Bizkaia, tenía autorizaciones como vertedero de residuos no peligrosos de origen industrial.

Pero, entonces, ¿por qué Verter, con esa autorización, eliminaba materiales de construcción con amianto? De hecho, hasta ahora se habían depositado en el vertedero 16.148 toneladas de este grupo de minerales. Para ello, sin embargo, se han de cumplir los siguientes cinco requisitos:

  • que no contengan otras sustancias peligrosas
  • que se ubiquen en una celda separada y suficientemente estanca
  • que el depósito se cubra diariamente
  • que se recubra la parte superior para evitar la dispersión
  • que no se lleve a cabo ninguna obra que pueda liberar fibras

Euskadi, por tanto, no puede soportar el volumen de residuos peligrosos que se generan en su integridad. La viceconsejera Moreno ha anunciado la creación de una celda a la que llevar los residuos del vertedero de Zaldibar. Es, sin embargo, una solución “momentánea”, apunta Julen Rekondo, experto en medioambiente. “A medio plazo, hay que estudiar detenidamente qué hacer con ellos”, añade. El traslado a otras comunidades autónomas que sí cuenten con centros preparados para el tratamiento es una de las posibilidades, aunque no existen lugares de estas características en las regiones más cercanas.

Asignaturas pendientes

El experto también asegura que “hay constancia” de que estos residuos se llevan a vertederos como los de Gardelegi (cerca de Vitoria) o Zalla (en Bizkaia). Este último, de hecho, estuvo en el epicentro de la polémica hace unos años. Varios incendios alimentaron las sospechas de que allí se estaban vertiendo las escorias de la incineradora de residuos de Zabalgarbi. Rekondo propone que se lleve a cabo una revisión individualizada de los vertederos para determinar qué es exactamente lo que se ha portado a cada uno de ellos.

Otra asignatura pendiente en Euskadi es la del lindano, una sustancia potencialmente muy tóxica que a lo largo del siglo XX se produjo en grandes cantidades en Bizkaia para su uso como plaguicida. Su degradación es muy lenta y complicada. “Es un problema que van a pagar generaciones que aún no han nacido”, señalaba Ekologistak Martxan cuando denunció la situación ante el Parlamento vasco hace casi ya tres años. Ante la imposibilidad de tratarlo todo, hace dos décadas se encapsularon algunas reservas en Loiu y Barakaldo, cerca de Bilbao. Con una vigencia de tan solo tres decenios, que están al borde de caducar, esta sustancia presenta otro interrogante en la gestión de los residuos.

Inspecciones y tres expedientes sancionadores

Como publicó el lunes este periódico, el vertedero de Zaldibar había recibido siete inspecciones desde su apertura. Estas inspecciones a los vertederos corren a cargo de las comunidades autónomas y en Euskadi, por reglamento, se ajustan a un plan de inspección, que está vigente desde el año pasado y hasta 2026. Cada año, se elabora un programa con las instalaciones que se van a visitar y, además, se emprenden proyectos específicos que pueden conducir a inspecciones concretas, como las que se realizaron en Verter en 2016 y 2014.

Esa inspección concreta de 2014 formó parte de un programa específico que tenía como objetivo analizar los 15 vertederos activos en Euskadi con permisos para la gestión de residuos. A resultas de esas inspecciones, se abrieron tres expedientes reguladores a “instalaciones con desviaciones significativas o con un grado de cumplimiento bajo”. La suma de todos los parámetros colocó a Verter como el segundo mejor vertedero de los 15.

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