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“Hemos dirigido áreas con carga simbólica y no se ha roto nada”

Denis Itxaso, candidato socialista a la Diputación de Gipuzkoa

Eduardo Azumendi

Denis Itxaso (San Sebastián, 1975) cree que la coalición PNV-PSE que ha gobvernado Gipuzkoa la pasada legislatura sigue siendo la mejor fórmula para dar estabilidad al territorio. Aunque, eso sí,  liderada por los socialistas. Según Itxaso, esa coalición es una señal también de recuperación de la cultura del pacto del acuerdo que en Guipúzcoa “hacía mucho tiempo que se había perdido”. La coalición ha permitido desplegar “una agenda socialdemócrata, de progreso y también dejar atrás los viejos problemas que veníamos arrastrando en forma de noria”. Incluso recuerda Itxaso como los socialistas han dirigido direcciones de marcado carácter identitario y “no se ha roto nada”.

Cuatro años después, ¿cuál es su balance de legislatura?

Hago un balance positivo. Creo que una coalición de gobierno PNV-PSE para  Guipuzkoa,  que es un territorio fragmentado plural y muy diverso, resulta bastante terapéutica. Ya no solamente porque se procura una estabilidad y unas mayorías que permiten gobernar, sino porque además se manda una señal muy beneficiosa al conjunto de la ciudadanía. Se trata de un Gobierno de amplio espectro que representa a mucha gente. Y es una señal también de recuperación de la cultura del pacto del acuerdo que aquí en Guipúzcoa hacía mucho tiempo que se había perdido. Eso ha permitido desplegar una agenda socialdemócrata, de progreso y también dejar atrás los viejos problemas que veníamos arrastrando en forma de noria. Me refiero a problemas de gestión residuos, peajes, residencias de mayores…temas que, de alguna manera, se habían enquistado. Estos acuerdos han permitido dejar esa vieja agenda resuelta y abrir una nueva de futuro que permita afrontar los desafíos que tenemos por delante con otra capacidad.

Entiendo que si los números dan sería partidario de reeditar la coalición.

No hay razón para no repetirla. El propio Markel Olano ha dicho que está dispuesto, a pesar de que nos ha dado la matraca cuatro años con el derecho a decidir y con el derecho de autodeterminación de Cataluña. Creo que es precisamente la vía contraria a la que en la práctica hemos desarrollado aquí. Aspiro a liderar esa coalición porque creo que con la gestión de los departamentos que hemos gobernado, con los equipos que hemos conformado y con las políticas que hemos desarrollado le daríamos más ritmo a la coalición. Además, tenemos de alguna manera un cordón umbilical con el Gobierno de Madrid que es importante también para desarrollar políticas en forma coordinada con España. Los socialistas somos la garantía también de que esas políticas tengan un sesgo más progresista y de izquierda. Porque lo cierto es que hemos peleado para evitar que el PNV se escorara mucho a la derecha. Nos ha ocupado mucho tiempo suavizar esas aristas del Partido Nacionalista Vasco. Hemos representado las políticas de moderación y las políticas de acuerdo de una manera más genuina de lo que lo ha hecho el PNV, que aceptó esta coalición por una cuestión aritmética, porque no le quedaba más remedio o como un mal menor.

¿Y no le ha resultado complicado trabajar con el PNV guipuzcoano, que mejor ejemplifica el alma más nacionalista?

Creemos en el valor propiamente dicho de una coalición transversal entre nacionalistas y no nacionalistas porque genera un Gobierno de amplio espectro que representa a mucha gente y que manda un mensaje terapéútico a la sociedad. Cada vez que Markel Olano ha recibido aquí a Torra o a Artur Mas le hemos dicho que era incoherente. El PSE representa de forma mucho más genuina ese espíritu de acuerdo de lo que lo ha hecho Markel Olano porque específicamente el PNV guipuzcoano se las trae. También tengo que decir que, en lo personal, con mi socio de gobierno que es Markel Olano la relación ha sido buena. Hemos hablado mucho estas cosas que estoy diciendo aquí; se las he dicho a él personalmente: que hemos tenido una crisis por sus viajes a Cataluña o sus recepciones a Torro y a Artur Mas.  Esto no ha formado parte en ningún momento de nuestra agenda programática porque nosotros lo que hemos pactado es un programa de gobierno y eso no estaba incluido. Se pactó la desavenencia. Todas esas cosas quedan fuera del pacto. Por lo tanto, tengo manos libres para decir lo que me parece. Su postura y la de Joseba Egibar me parece profundamente equivocada e incoherente con la praxis política que estamos llevando a cabo. Se puede interpretar que lo que tienen es un miedo atávico a Bildu y, por lo tanto, en esa disputa por la hegemonía del nacionalismo crean que flirtear con el independentismo y con el soberanismo y con el derecho de autodeterminación es la mejor manera de neutralizar los envites.

¿Y cómo han sido las relaciones del PNV en Diputación con los pueblos guipuzcoanos gobernados por el PSE?

Ese es uno de los elementos de reproche que tengo que formular. Hay una confusión entre partido y cargo institucional que no se debe prolongar. En mi caso, he tenido relaciones y colaborado en programas concretos de inversión con municipios de todos los partidos políticos, desde financiar infraestructuras deportivas, mejoras en el saneamiento, mejoras en las líneas de transporte, programas culturales, festivales…. Hemos demostrado apertura de miras y voluntad de colaborar sin mirar el carné político de los alcaldes con los que trabajamos. Jamás. Por ejemplo, en el caso de Eibar o de Irun al PNV al diputado general no le ven el pelo. La última fue en Irun cuando tuvimos que suscribir el acuerdo más importante de la legislatura en términos de inversión. El diputado general no apareció y el convenio se quedó sin firmar. Es una confusión permanente porque entienden que la desavenencia que hay en Irún la llevan al terreno institucional. Y eso pasa en demasiadas ocasiones. Tenemos serios problemas en ese terreno.

Pero a pesar de esas diferencias, ¿le parece que la fórmula PNV-PSE es la mejor para dar estabilidad a Gipuzkoa?

Que pueda ser la mejor fórmula no quita para que pueda haber elementos y márgenes de mejora. Insisto en que si los socialistas liderasemos esa coalición muchas de estas cosas no sucederían, muchas de estas prácticas que todavía se llevan a cabo que corresponden a un cierto sectarismo político que debería de haber quedado atrás hace tiempo pues no se producirían. Desde luego apostamos por que se corrijan. Creo que es una fórmula que puede funcionar.

¿Y se produjera algún ‘tamayazo’ a la hora de formar los ayuntamientos, como la legislatura pasada con Andoain?

No lo vamos a permitir. En algún momento de mucha tensión en el seno de la coalición de gobierno, he comentado en el Consejo de Diputados al diputado general que el PSE no es ni Esker Batua ni Eusko Alkartasuna ni nada que se le parezca. Es decir, que no pueden hacer con nosotros lo que le parezca. El PSE es un partido que se hace respetar y, por lo tanto, cuando llega a acuerdos exige que esos acuerdos sean recíprocos. En Andoain vimos el ‘tamayazo’ de no permitir que el Partido Socialista gobernara aunque los números daban y el PNV contribuyó  a que Bildu prosiguiera en el Gobierno. No somos más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Y si creemos que estos modelos de gobernanza de coalición funcionan deben funcionar también allí donde el Partido Socialista queda por delante del PNV. De lo contrario, ¿dónde queda la validez del acuerdo?

Gipuzkoa ya es un territorio autosuficiente para reciclar sus residuos después de las vicisitudes pasadas en torno a la basura y su tratamiento.

Es verdad que en esta legislatura hemos recuperado el sistema de contenedores frente a los agoreros que decían que solamente con un sistema de puerta a puerta se iba a conseguir incrementar el reciclaje. Las recogidas selectivas han seguido aumentando y ya estamos en el 52  y con la certeza de que vamos a llegar al 60 % muy pronto porque las infraestructuras que estamos construyendo no empiezan ni acaban en la incineradora. La idea es que en 2030 lleguemos al 70 %, lo cual nos situaría muy por encima de la media europea y a la altura de los países más avanzados. ¿Qué es lo que hemos hecho para el tratamiento de las basuras?  Construir una planta incineradora, una planta de valorización energética que no son exactamente lo mismo, pero digo incineradora para que nadie me acuse de emplear eufemismos. Técnicamente es una planta de valorización energética que es distinto por qué le consigue sacar un provecho energético. Se van a poder alimentar de energía hasta 40 000 hogares en Gipuzcoa. Y quiero recordar que sufrimos una dependencia energética del 95 %.

¿Cuál es su plan de futuro para los próximos cuatro años?

Habiendo resuelto los problemas de las carreteras y su financiación con los peajes, resuelto el problema de los residuos, arreglado todo el tema de la asunción de las residencias para que recaigan en manos de la Diputación…ahora toca en el terreno económico que efectivamente esa riqueza que se está generando revierta mucho más en el conjunto de la ciudadanía. Y ahí al diputado general no se le oye decir ni Pamplona. Lo que no puede ocurrir es que en Gipuzcoa con la riqueza que se genera siga existiendo el fenómeno de los trabajadores pobres que no solamente no llegan a fin de mes sino que el 9,4 % de las familias con menores a su cargo están bajo el umbral de la pobreza. Desigualdades como que sólo tres de cada diez trabajadores tengan el amparo de un convenio colectivo. No vamos mal en términos económicos, pero sí en términos de desigualdad. Todavía hay mucha tarea. Luego, las grandes transformaciones que se están produciendo en el mundo nos brindan oportunidades. Son amenazas, pero también son oportunidades. Como en el caso del cambio climático. Hay que aprovechar las políticas de Iñaki Arriola [consejero de Vivienda] en el terreno de la vivienda social para los jóvenes, pero coordinarlas con medidas fiscales y con medidas en las empresas para mejorar la conciliación.

¿Cree que en Euskadi hay suficientes sinergias entre las tres grandes ciudades?

Necesitamos una reforma estatutaria y una reforma institucional también hacia adentro porque muchas veces cuando hablamos de estas cosas las hablamos en términos de más competencias, que no digo yo que no sea necesario. Yo creo que quien más competencias tiene que asumir es Europa  si queremos pintar algo en este mundo en el que vivimos. Pero seguiremos gestionando nuestras competencias y para hacerlo de la mejor manera posible deberíamos reducir duplicidades. Tenemos cuatro ‘parlamentos’, cuatro departamentos de Cultura para poco más de dos millones de habitantes. Lo que quiero es que este país sea un país más eficiente y este mejor gobernado. Hay margen de mejora en la arquitectura institucional vasca.

¿Usted no contempla una posible alianza PSE-EH Bildu-Podemos?

Creo que Bildu ha hecho un recorrido importante. Sería injusto no reconocerlo, pero creo que también le falta otra parte: reconocer que todo lo sucedido con el terrorismo de ETA fue injusto. Últimamente hablan poco de presos, pero les falta hacer más pedagogía que contribuyan al esclarecimiento de asesinatos que están sin esclarecer. Soy de los que siempre prefieren ver el vaso medio lleno a medio vacío. Y reconozco que EH Bildu ha recorrido un trecho para homologarse con una izquierda democrática, pero todavía les falta un trecho respecto de lo que ha sido una mochila muy pesada que todavía algunos la tienen. Y, sobre todo, tiene que ayudar más a deslegitimar los resquicios del odio que todavía quedan.

Vamos, que EH Bildu es una línea roja para usted.

Para mí sí. Es cierto que hemos aprobado muchas normas forales en los tres territorios con su apoyo. Y hubo una negociación presupuestaria en el Gobierno vasco que se frustró, pero que podía haber salido y nadie  ha escuchado al Partido Socialista decir que vetaba a Bildu. Para nada. Pero nosotros no nos vemos gobernando con Bildu porque las culturas políticas están muy lejos una de otra.

Esta legislatura, el PSE en Gipuzkoa ha gobernado áreas de gran penetración social.

Los consejos de diputados se celebran íntegramente en euskera, los tres diputados y la mayor parte de los cargos socialistas en la Diputación somos euskaldunes lo que ha permitido un nivel de penetración social nunca antes visto para el Partido Socialista en Gipuzkoa. Es que venimos de las catacumbas, de estar encerrados en nuestras casas del pueblo, de defendernos de los cócteles molotov a desplegar a una política con enorme naturalidad. Hemos dirigido áreas con carga simbólica y no se ha roto nada, se han abierto nuevas opciones, hemos llegado a colectivos culturales de lo más variopinto sin mirar ningún carne. Hay una clave de inversión a futuro, para homologar a este partido que siempre ha tenido que pasar la prueba del algodón sobre su vasquidad y ahora en el gobierno foral no hemos roto nada ni en el simbolismo, ni en las banderas, ni en los símbolos….

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