Las mujeres vascas de la resistencia antifranquista
Aunque en el anonimato, las mujeres fueron una parte activa y clave de la resistencia antifranquista en Álava. 'Red Álava. Mujeres invisibles, solidaridad y espionaje (1936-1947)' es la exposición que, desde el pasado sábado, muestra cómo funcionó la red que también fue apoyo a los aliados en la II Guerra Mundial. La sala Araba, en Dendaraba, albergará hasta el próximo 31 de mayo las diez vitrinas con fotos, objetos y documentos que quieren, además, subrayar la labor que ellas realizaron en aquella organización clandestina.
El 6 de mayo se cumplieron 75 años del fusilamiento de Luis Álava Sautu, delegado-responsable de la red que tomó su apellido. La Red Álava realizó, entre 1936 y 1940, innumerables acciones solidarias a favor de los presos, exiliados y sus familias. Ahora la exposición, cuyo comisario es el historiador y profesor de la UPV-EHU Josu Chueca, pretende desenterrar la acción, los motivos humanitarios y políticos que la motivaron y, sobre todo, el papel de las mujeres en la resistencia antifranquista.
La Red Álava llegó a contar con casi medio centenar de mujeres y hombres de toda clase social de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra. Sin embargo, quienes articularon la Red fueron cuatro mujeres extraordinarias: Bittori Etxeberria, Itziar Mugika, Tere Verdes y Delia Lauroba. Ellas pusieron en marcha y dinamizaron el Servicio Interior de Información, dependiente del Gobierno Vasco presidido por el Lehendakari José Antonio Agirre.
Rendido el Ejército vasco y bajo la represión franquista, se desplazaron a las cárceles para llevar la solidaridad a los presos y comunicando dirigentes nacionalistas encarcelados y exiliados. Al recaer sobre ellas una menor presión o vigilancia policial, tuvieron una mayor facilidad para ser el enlace entre el exterior y el interior de las prisiones. Las visitas que se realizaban portando objetos se utilizaron para introducir y sacar documentos e informaciones muy esenciales para la resistencia, entre ellas listados de presos, sentencias dictadas, condenas o traslados.
Las mujeres resistieron al franquismo en diversos puntos del norte peninsular: Bittori Etxeberria en Navarra, Delia Lauroba e Itziar Múgica en Gipuzkoa y Tere Verdes en Bizkaia. Encabezadas por Etxeberria, constituyeron el núcleo de una red que comenzó a actuar como tal con la caída de Bizkaia en manos de los sublevados. Salvo Delia Lauroba, todas habían militado en Emakume Abertzale Batza (EAB), organización nacionalista vasca de mujeres nacida en 1922, que desarrolló su labor social durante los años de la República y la guerra.
Sin embargo, fue en 1931 cuando, con el advenimiento de la II República, creció la participación y militancia femenina en las actividades políticas, culturales y en el conjunto de la escena pública: “Hasta 1931, en Euzkadi, 'emakumes' eran todas las mujeres, pero a partir de esa fecha, esa denominación genérica empezó a ser utilizada también para referirse a las mujeres organizadas como militantes en la filas de Emakume Abertzale Batza y/o del PNV” relata Chueca.
El alzamiento militar fue la motivación para comenzar una serie de actuaciones que confluyeron hasta formar redes de apoyo a presos y detenidos y para todos quienes pretendían escapar de la represión. Ellas entraron entonces: “La iniciativa más importante y de mayor operatividad, que terminó configurando una organización para ayudar a los encarcelados y para realizar trabajos de información a favor de estos y del propio Gobierno vasco, tuvo su motor y eje en el grupo de 'emakumes'” cuenta Chueca sobre la Red Álava.