Llevo el 2014 para el Gordo de Navidad
Estoy buscando por todos los despachos de Lotería el billete con el 2014, porque estoy convencido de que es el número de la suerte para el Gordo de este año. Es un número talismán, sinónimo de fortuna y buenas noticias. Sólo hay que fijarse la de veces que hemos oído esta semana hablar de ese número, 2014, y siempre para contarnos algo esperanzador.
Repasemos: según la OCDE, las economías desarrolladas comenzarán a recuperarse en 2014. A nosotros por ahora no sabe si incluirnos en el grupo de países que levantarán cabeza, pero ya nos ha dejado la receta de nuevos recortes y contrarreformas, y si la cumplimos seguro que salimos en la foto. El FMI en cambio sí se ha atrevido a pronosticar que España saldrá de la recesión en 2014: creceremos un raquítico 1%, pero menos da una piedra. También la Fundación de Cajas de Ahorros coincide en que empezaremos a ver la luz ese año. Por su parte, el presidente de Bankia asegura que en 2014 ya estarán en condiciones de repartir dividendos. Antes de esa fecha no se lo permite el plan de reestructuración de Bruselas, y aunque lo permitiese no hay nada que repartir más que deudas.
Seguimos: según ha repetido en varias ocasiones el presidente del Gobierno, en 2014 comenzará la creación de empleo en España. El año que viene todavía alargaremos un poco más la cola del paro, pero preparen el currículum para 2014, que ya verán como sí. También en 2014 nos pondremos al día con el objetivo de déficit, después de sucesivos incumplimientos. Por su parte, el BCE ha anunciado que el 1 de enero de 2014 será efectiva la supervisión central de todas las entidades financieras europeas.
Si salimos de lo económico, recordemos que Estados Unidos aseguró que en 2014 se retirará de Afganistán. Ya sólo falta que nos digan que el estado palestino será una realidad ese año, o que Mas prometa la consulta soberanista para 2014, fecha fetiche de los independentistas por su referencia al histórico 1714.
Repitan conmigo: 2014, 2014, 2014… Suena bonito, ¿eh? El número de la suerte, el número de la esperanza. Pero de repente, cuando voy a comprar el décimo, me encuentro en la cartera un papel arrugado y amarillento: el décimo de Navidad del año pasado, del que no me tocó ni lo que jugaba. ¿Adivinan qué número llevaba? Sí: el 2013.
Hace un año por estas fechas el 2013 era el número mágico. Se nos aseguraba por todas partes que en 2013 llegaría la recuperación, empezaríamos a crear empleo, cumpliríamos el déficit, Europa resolvería los problemas del euro, habría más control al sector financiero… Eso era hace un año. Luego fueron pasando los meses de 2012, y los gobiernos, organismos y centros de estudios empezaron a revisar las previsiones: ah, que no, que no vimos bien el número, que en realidad era 2014, disculpen las molestias.
Así que nada: habrá que pasar como podamos ese 2013 con pinta de travesía del desierto, en el que no habrá recuperación, ni creación de empleo, ni cumplimiento de déficit, ni volverá a fluir el crédito, ni cesarán los recortes. Y encima lo haremos con el temor de que, según se vaya acabando el año, lleguen los habituales expertos y nos digan que no, mire, que tampoco era 2014, que al final va a ser 2015.
Al menos tenemos el consuelo anticipado de que en 2014 hay Mundial de fútbol, de modo que las alegrías futboleras nos endulzarán otro aplazamiento de promesas, caso de producirse.
Los vaticinios positivos a dos años vista, que se repiten desde 2008 y una y otra vez se aplazan para dos años después, parecen la nueva versión de aquellas viñetas geniales de Hermano Lobo en los años setenta: en ellas, tras formular varias preguntas sobre los esperados cambios políticos, mejoras sociales y libertades en la España tardofranquista, al preguntar cuándo tendrían lugar, el lobo aullaba y respondía siempre: “Uuuuuu, el año que viene, si Dios quiere.” Pues ahora igual: dentro de dos años, si Dios quiere, y así vamos recorriendo toda una década en crisis, y las que vengan.
Es lo que tiene el largo plazo, que es imprevisible. Ya saben eso que decía Keynes: en el largo plazo, lo único seguro es que todos estaremos muertos. Así que, mientras estemos vivos, compremos el número de la suerte. Y si no toca este año, seguro que el año que en 2014 cae aquí.