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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Rajoy y la burla de “los errores”

Rosa Paz

Con la fecha de las elecciones en la cabeza pero sin haber acudido todavía al plató de Antena3 para anunciársela a los ciudadanos, Mariano Rajoy empezó una ronda de inauguraciones: el puente de Cádiz, el AVE a León y Palencia...y después de anunciar en una entrevista televisada el día elegido para la convocatoria, continuó con una maratón de mítines en los que mantiene clara su retahíla electoral: Pedro Sánchez es un “radical ansioso”, solo si sigue gobernando el PP continuará la recuperación y perdonen ustedes lo que ha pasado pero no se volverán a cometer algunos “errores”. Errores dice donde debiera decir corrupción con todas sus letras.

No se entiende muy bien por qué ha decidido convocar el 20 de diciembre, salvo por su empeño en apurar al máximo la legislatura y quizás también para evitar que los ciudadanos le dijeran en las urnas: “Éste no se come este año el turrón en la Moncloa”. Así que convocando para las vísperas navideñas se garantiza el turrón y el rosco de reyes en su vivienda provisional. Y anunciar la fecha en una televisión privada y no en la tribuna del Congreso o en la Moncloa también parece impropio de un político responsable.

Sin embargo, es llamativa su perseverancia en el intento de identificar al líder del PSOE con un peligroso radical, porque salvo algún votante despistado de la derecha, no parece que nadie más le vaya a creer. Desde luego no los electores del centro o de la izquierda que ven a Sánchez como un tipo moderado, templado, no solo en su discurso político, también en su actitud corporal, su forma de hablar y en su manera de desplegar su sonrisa de oreja a oreja. Tampoco parece que les preocupe demasiado ese calificativo a quienes piensan —desean— que Sánchez podría pactar, para desalojar a los peperos del Gobierno, con los partidos de su izquierda, Podemos, Izquierda Unida, Ahora en común, Unidad Popular en común o como vayan a llamarse cuando concurran a las elecciones.

Pero lo peor, lo más grave, es que habiéndose dado cuenta los dirigentes del PP en las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo que la corrupción les pasaba factura por primera vez y temiendo que vuelva a ocurrirles lo mismo el 20-D, decidan aludir a ella sin hacerlo. Hablando de “errores” cuando los juzgados están saturados de casos que afectan a destacadísimos dirigentes del PP, a los que ahora definen como “personas particulares” o “ese señor”, como si no fueran con ellos cuando cometieron sus presuntos delitos mientras ocupaban altísimos cargos en el partido o en la Administración. Por si a alguien se le ha olvidado, los errores de los que habla Rajoy los cometieron el que fuera durante 30 años gerente y tesorero del PP, Luis Bárcenas; quien fuera ministro y luego presidente de Baleares, Jaume Matas; el que estuvo 16 años al frente de la Diputación Provincial de Castellón, Carlos Fabra; quien fuera mano derecha de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid y en su gobierno autonómico, Francisco Granados, por citar algunos nombres del puñado de destacados dirigentes que residen ahora en cárceles del Estado o han salido hace poco de ellas para volver a entrar, previsiblemente, en un plazo corto de tiempo. Y sin olvidar la guinda que pone a ese pastel Rodrigo Rato, exvicepresidente económico y ministro de Economía del Gobierno de José María Aznar, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional y expresidente de Bankia, que se pasea estos días por los juzgados acusado de diversos delitos. Que Rajoy hablara de “errores” y que lo hiciera además en Valencia, suena a burla.

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