A Rajoy le dicen que traiciona a vivos y muertos
Mariano Rajoy esta recibiendo ahora dosis importantes del mismo ricino que él administró en régimen industrial al anterior presidente del Gobierno. Que en la plaza de Colón le llamen “traidor” y “miserable” y le digan: “Traicionas a los vivos y a los muertos”, después de que Rajoy haya jaleado y participado en una decena de manifestaciones celebradas en Madrid contra el anterior Gobierno –y en ninguna en el mismo tiempo contra ETA en Euskadi–, no es agradable aunque tiene algo de justicia poética. Y todo eso después de que Mariano Rajoy maniobrara con urgencia y foto para impedir a toda costa que le atacaran desde la tribuna presidencial del acto. Bien instruida, la actual presidenta de la AVT pidió, “por respeto a las víctimas”, que no se criticara a Rajoy, como hacía la gente a pie de calle. No se dejó a Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite y hermana del concejal del PP del Ayuntamiento de San Sebastián asesinado por ETA el 23 de enero de 1995, que se expresara contra el actual Gobierno.
Qué tiempos tan distintos, aquellos con el PP en la crispada oposición, en los que Zapatero y ETA eran presentados por la agit-prop del PP como si fueran del mismo comando: zETAp, ponían las pancartas, llevadas por los concentrados entre risas de un Rajoy alborozado por vivir una de las jornadas más bonitas e importantes de su vida, según confesión propia. Qué tiempos aquellos, en los que Rajoy decía lo de las bombas, los cumplimientos y los incumplimientos, y afirmaba, muy serio, que la banda estaba más fuerte que nunca, cuando en realidad se encontraba en sus estertores, gracias, entre otras cosas, a la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dando por buena la ilegalización del brazo político de ETA y respaldando al Congreso y a la justicia española por haber quitado de la circulación a HB.
Qué tiempos aquellos, en los que algunos dirigentes del PP viajaban a los lugares de los atentados –en los que no estuvieron en el momento de las bombas–, se hacían fotos entre risas, como si de un parque temático se tratara, hacían la pelota a las víctimas y utilizaban su dolor como herramienta de oposición y desgaste al Gobierno para llegar al poder cuanto antes.
Bien, parte de lo aventado en aquellas manifestaciones que tanto le gustaban al Mariano Rajoy opositor, le ha caído ahora encima al Mariano Rajoy presidente, incapaz, por supuesto, de ir a la concentración, capaz de afirmar “llueve mucho” cuando le preguntan si tiene algo que decir a las víctimas, y con el calambre en el cuerpo de pensar en el boquete electoral que se le puede abrir también por ese lado.
En una demostración insuperable de demagogia y manipulación, Rajoy quiere ahora que la actual presidenta de la AVT vaya en sus listas electorales, en un remedo de la operación de imagen urdida por Arenas, cuando nombró asesor legal del PP andaluz al padre de Mari Luz Cortés, una niña asesinada por un repugnante criminal.
Lo que se ha roto de manera escandalosa el pasado domingo en Madrid es el intento del PP de manipular a las víctimas, de actuar en su nombre, de utilizar su dolor para ganar votos y que otros los pierdan. Ver a militantes del PP del País Vasco, que podían haber sido asesinados en su día, insultados y zaheridos, ver cómo se enfrentaban unas víctimas con otras, cómo se insultaba a una madre que perdió a su hijo, guardia civil, ver ese destrozo resulta desolador. Desolador y producto de la manipulación de las víctimas realizada por el PP, que ha acentuado una división iniciada ya antes.
Además de dolorosa en todos los sentidos, esta escenificación de las divergencias entre las víctimas tendrá consecuencias políticas. Un grupo de ellas no perdona a Rajoy que el etarra Uribetxeberria Bolinaga haya salido a la calle con él en el Gobierno y pronunciándose a favor de la excarcelación con esos argumentos lánguidos que tanto le gustan: “Estaba muy delgado”, dijo.
Ahora tenemos a víctimas que están en UPyD, a víctimas que no quieren saber nada con el PP, a otras que se han dado de baja en este partido y que no descartan hacer política desde otras siglas, como Ortega Lara, torturado por Bolinaga. Hay víctimas que están en el PP y después decenas de víctimas, como las de la asociación que engloba a las de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que no asistieron a la concentración y que creen que hay que acatar la sentencia sin alharacas. Hay otras víctimas, que han sido insultadas por no aceptar nunca las manipulaciones a las que se les quería someter, y otras que no quieren ser víctimas el resto de su vida. Estamos ante la evidencia de que las víctimas son distintas entre sí, que no son un todo compacto y unívoco y que han sido manipuladas.
Estas discrepancias se actualizarán y ensancharán a medida que sigan saliendo a la calle miembros de la banda terrorista, mientras Mariano Rajoy echará de menos los tiempos en los que nadie le decía que traicionaba a los vivos y a los muertos.