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El rey, la justicia y Madrid

El Rey saluda al vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, en el acto en el Palacio Real por el Día de la Fiesta Nacional

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12 de octubre. La Fiesta Nacional de España parecía la fiesta nacional de la monarquía, incluso del rey. Una serie de variopintos personajes a los que llamaron “personalidades” se sintieron en la obligación de desagraviar al actual jefe del Estado. Su padre y predecesor ha huido de España -tras conocerse sus múltiples irregularidades contables e ingresos de dudosa procedencia, esta sociedad que parece tragarlo todo se ha sentido molesta y algunos de sus representantes políticos lo han expresado.            

El periodismo independiente lo ha contado tal cual es. El otro intenta minimizar el enorme problema. Ya en marzo, el mismo día que entraba en vigor el estado de alarma, Felipe VI comunicó su repentina renuncia a la herencia de su padre, dando validez a las revelaciones de la justicia suiza. Más aún, supimos por el comunicado real, que el rey sabía desde un año atrás la existencia de una cuenta offshore de la que él mismo era segundo beneficiario, según el diario inglés The Telegraph.

Alguien, muy bien informado, me comentó: España no se puede permitir una crisis institucional ahora. El editorial de El País de este martes dice exactamente lo mismo. Nunca habría lugar en España para solucionar sus fallos de mayor envergadura. Pero sí lo hay, por ejemplo, para que el jefe de la oposición, Pablo Casado, bloquee dos años la renovación del Poder Judicial y acuse al gobierno de dictatorial por poner en marcha una ley que lo impida. O que maniobre sin descanso para impedir que lleguen a España los fondos europeos de reconstrucción, los suculentos 140.000 millones de euros. Hasta con 26 embajadores de la UE se reunió Casado a finales de septiembre para mostrarles su discrepancia con la gestión que presume llevaría Sánchez con el dinero de Europa. Malmetiendo “patrióticamente” a ver si consigue evitar que los españoles reciban ese fondo.

Hoy otra de las portavocías de la familia se hace eco de unas declaraciones de un profesor de economía alemán, y antiguo residente en España. “No es responsable transferir fondos al Gobierno actual”, dice para añadir: “España no está lejos de ser un estado fallido. Están fallando todos los poderes del Estado”. ¿Menciona el experto a cuáles y por qué se refiere?

Las hazañas de Juan Carlos I han dado la vuelta al mundo en artículos, de prensa seria realmente sangrantes. Felipe VI no sale bien parado tampoco. Han sido décadas de convivir con demasiadas irregularidades. Quién más daño ha hecho a la monarquía ha sido el propio Juan Carlos. En cuanto a la justicia española, una parte esencial de ella asombra a expertos de dentro y de fuera. Los varapalos que sufre en el exterior no son ninguna nimiedad. Igual las instituciones que fallan lo son por tener enquistados problemas troncales.

El 12 de octubre tuvo su propio relato, el que les conviene difundir e incrustar en los cerebros. Las portadas en papel del clan se centran en el rey sereno y en Pablo Iglesias, a cuyo partido atribuyen “los ataques a las instituciones”. Empresas privadas, aunque subvencionadas con dinero público de alguna forma. Resulta todavía más grave que RTVE, la televisión pública estatal, se apunte a la misma campaña.

Durante todo el día, los informativos de TVE mantuvieron la misma tesis. La tensión de Ayuso y Sánchez, como si fueran gobiernos equivalentes y no mediara la salud de los ciudadanos gravemente amenazada por la ineficacia y el pulso que ella mantiene, ella. Inmediatamente después la solicitud al Supremo de imputación de Pablo Iglesias, metida con calzador en un acto como la Fiesta Nacional y sin mencionar las irregularidades que concurren. Acto seguido, las críticas de Iglesias y Garzón al rey, sin contexto alguno. Como postre la magnificación de las habituales protestas de cuatro matados ultras. Y sobre todo las manifestaciones de Vox, convertido en argumento de cabecera de los informativos de TVE, llevadas a titulares aunque reunieran a 400 personas en Barcelona, según la Guardia urbana, y sacaran a pasar sus coches por la Castellana de Madrid y poco más. Todo esto no es casual, es manipulación pura y dura, y tiene remedio.

Los trazos del plan son tan gruesos que se ven de lejos. Ayuso, junto a Almeida, asegura que los madrileños son rehenes de una batalla política. Sí, la de ellos. Llegó a confesar a El Mundo su misión histórica: parar al gobierno español, junto a la justicia y el rey. Nada menos. Textualmente dijo en El Mundo la víspera de El Pilar que Madrid –al que ella usa-, la Justicia y el rey son “los que impiden que el gobierno cambie el país por la puerta de atrás”. Que impiden, pues, que el gobierno cumpla su función, la que le mandan las urnas. Es de una gravedad extrema. A quien olvida citar es a la prensa empotrada en esa campaña,porque si hay en el planeta Tierra alguien dispuesta a creer tan demenciales posturas es gracias a ellos. El espectáculo, ya grotesco, con la salud de las personas de por medio está llegando a límites de delirio.

Entretanto el 12 de octubre, tan cerca y tan lejos, protestaba la enfermería de Madrid por su precariedad sin eco. La justicia archivaba por ser “meras infracciones administrativas” el caso de un temporero de la oliva, de 31 años, sin contrato, que fue abandonado en un centro de salud,  muerto ya, tras haber fallecido en el tajo. Profesionales que nos sostuvieron, con enorme esfuerzo. durante la primera ola de la pandemia, sufren pensando en lo que viene. Mucha gente teme al futuro en precariedad. Y una panda de dinosaurios y estrellas casposas del show business político y mediático proclamaban su Viva el Rey, convertido el vídeo en una pieza de humor para la fiesta. A lo lejos parecía sonar la saeta de Serrat : o no eres tú mi cantar…

La monarquía española está en crisis, como demuestra la encuesta –de especial rigor según su ficha técnica- que han realizado 16 medios independientes con aportaciones de ciudadanos. El PP de Rajoy dejó de consultar a través del CIS sobre el tema desde 2015 y no ha vuelto a hacerse. Quizás porque la Institución registraba una abrumadora caída en el nivel de confianza: del 7,4 en 1994 al 4,3 en 2020, de notable ha pasado a suspenso. Solo un tercio de los españoles votarían a favor de la monarquía en un referéndum y un 40.9% lo haría por la república. Aunque apoyos y rechazos están muy polarizados por comunidades y por edades. La mayoría define a Felipe VI como bien preparado, pero muchos dudan de su neutralidad y su empatía y creen que es “de derechas”. Solo un 23% piensa que Felipe VI no conocía las comisiones ilegales de su padre. El 74% cree que los escándalos de la familia real dañan la imagen de España. Y es la derecha y la ultraderecha quienes lideran el apoyo a la monarquía.

Más que consenso institucional de apoyo a la monarquía es un acuerdo para mantener los intereses de la familia de conveniencia que formaron en el 78. Convertido el rey en España toda, frente a una sociedad completa que no participa al menos de semejante entusiasmo. Y vive con enorme preocupación este momento vital acosado de pandemias varias. Son unos pocos quienes marcan la pauta y la agenda. El anquilosamiento, las degradaciones. Dice, Ayuso, la insensata, que es ella, auto investida de Madrid todo también, la justicia y el rey. Y, eso sí, cada pieza del clan va a lo suyo.

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