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Un salto al vacío en otro tiempo y lugar

Tajani (Parlamento Europeo) afirma que respetar la ley no es una opción, "es una obligación"

Rosa María Artal

“Rajoy y Pedro Sánchez pactan que las elecciones en Catalunya sean en enero”.  Un titular impactante -no inesperado- que mostraba en toda su crudeza la realidad: los partidos de un bipartidismo que nunca triunfó  en Catalunya deciden convocar elecciones, en la mejor demostración de una anomalía que no se resuelve por la fuerza. No en tiempos de cordura.

Luego han venido los desmentidos paternalistas del PP, hay acuerdo pero el PSOE se ha ido de la lengua, no tocaba contarlo. Mejor este sábado. Ha sido la exministra del PSOE Carmen Calvo en un periplo de entrevistas. Hablando de un acuerdo entre Rajoy y Sánchez. Ciudadanos ha salido a corroborar que no tocaba y que también están en el ajo. Nivel política española. De todas las españas.

“Me parece que estoy en otro tiempo”, me dijo una chica muy joven y con honda expresión de tristeza en la plaza de la iglesia de Lloret de Mar, Girona. Un pueblo volcado en el turismo, sin más. Y, aún así, velas encendidas y doblar de campanas para pedir la libertad de dos líderes independentistas recién ingresados en la cárcel, acusados de sedicion. Hay muchos otros vecinos que “piensan primero en su casa, su familia y sus vidas”, explican. Y en otros muchos pueblos y ciudades, de Catalunya y del resto de España. Como si esto no fuera con su casa, su familia y sus vidas. 

La confrontación ha ido demasiado lejos y se advierten peligrosos signos de un deterioro grave de la convivencia democrática. Personalmente, me sobran las fronteras y si las hay no me detienen,  pero aquí estamos hablando de justicia, de derechos, y de intereses. Volvamos al comienzo: algo anormal ocurre cuando deciden en una comunidad partidos que no ostentan ni de lejos la mayoría.

Lo peor es todo lo que se está llevando la guerra contra el enemigo común. Y todo lo que está trayendo. El enemigo común por supuesto es Catalunya, todos los catalanes, menos algunos tolerados por su españolidad. Y en la guerra todo vale, desde faltar a la verdad a obviar los graves desajuste que siguen su curso tapados por las crónicas de la gesta. La corrupción, la Gürtel, el nuevo récord en pobreza infantil, el aumento de los desahucios. Todo queda amparado y justificado por la contienda. 

La mano dura, como sed de violencia. La exaltación del nacionalismo de fachada. Educacion inicia el programa escolar de adoctrinamiento en bandera, himno y defensa de España, nos dicen. Ojalá fuera en decencia, respeto, cultura y lucha por el bien común. La normalización de la ultraderecha, con múltiples evidencias ya. Este viernes TVE daba dos días más tarde la noticia del acoso ultra a la vicepresidenta de la Generalitat valenciana Mónica Oltra justificando el porqué a modo de portavoces: “la acusan de apoyar el independentismo”. Dos días más tarde para poder equiparar este ataque de extrema derecha a las protestas recibidas por el líder popular García Albiol.  Los bandos están marcados y encendidos. Las heridas que esta sin razón deja hasta en familias y amigos ni siquiera se han tenido en cuenta.

Todos nos hemos dicho todo ya acerca de cómo se cambian las leyes en el tiempo de tomarse un café o es imposible cambiar las leyes, de la legalidad o ilegalidad de distintas acciones emprendidas por ambas partes, lo que queda son las pasiones y los intereses.

En el fondo, vuelvo a insistir, desde el lado prioritariamente españolista, “constitucionalistas” según su autodefinición, régimen del 78 atrincherado para entendernos, se trata de mantener su hegemonía, quizás su supervivencia. La gran prueba es el papel del PSOE en este conflicto y sus prolegómenos.

El multipolar Pedro Sánchez, que tantas caras ha venido ofreciendo, ahora está en modo hombre de Estado firmando acuerdos con Rajoy de la envergadura de aplicar el 155. Se atreve a convocar elecciones en una comunidad donde tiene un papel menguado y menguante como el del PP. Y abre la posibilidad, según su negociadora Carmen Calvo, a controlar instrumentos de la autonomía catalana: los Mossos o TV3 para abrir boca. Se dice pronto. Y aún se felicitan con aquello de “menos mal que estábamos allí, si no hubiera sido por nosotros”...

Igual que el empecinamiento, sobre todo en ese sector, de afirmar con vehemencia que los independentistas encarcelados son solo políticos presos. Son políticos presos por hacer cosas de políticos, sáquese la deducción lógica. Amnistía Internacional ha pedido su liberación. Y no lo hizo  por los corruptos  de Islandia. Lo mismo que meter en un saco a todos los independentistas, todos no son autores de vídeos rocambolescos.

El PSOE sabe que cuenta con la fidelidad de antiguos soportes que creen seguir viviendo de los réditos del 82, hoy dilapidados, y que aún citan artículos o editoriales de El País como valor de referencia. “La Prensa Libre acorralada”, tocaba difundir este viernes, en inglés, desde el propio rotativo de PRISA. 

El problema es cómo van a repartirse entre PP, PSOE y Ciudadanos ese voto conservador poco escrupuloso, según estamos viendo ahora mismo, con irregularidades tan serias como la corrupción, el autoritarismo, la promoción de las desigualdades, la bajada a mínimos históricos del gasto en educación y sanidad en España que acaba de presentar Montoro y todas sus consecuencias. Cuesta creer que un partido nominalmente de izquierda haya unido sus destinos a ese paquete.

Es evidente que unas elecciones en medio de esta crispación pueden dar resultados totalmente alterados. Los autores del acuerdo parecen confiar en que sus posturas en este caso les favorecerán. Es lo que importa. Difícilmente en Catalunya, sin embargo. Salvo que sucumban a la tentación, ya enunciada, de prohibir programas independentistas. Sería otro desbarre. 

Este compacto grupo se encuentra tan lejos de la realidad como para montar un festejo de alto copete en Asturias y dar (entre premios muy merecidos) el de la Concordia a la Unión Europea. Una UE en sus peores días por el trato a los refugiados y por el aumento de la ultraderecha xenófoba. El rey Felipe VI ha aprovechado la ocasión para apoyar tacitamente la aplicación del 155. Igual que el presidente del Parlamento Europeo que recogió el premio, Antonio Tajani, cofundador con Berlusconi Forza Italia. Su vibrante discurso político puso al auditorio y autoridades en pie.

“Por qué este deseo de humillar y machacar si tanto nos quieren retener”. Esta es pregunta fija por Catalunya. Y el recuerdo de los aciagos días del franquismo. La chica que creía estar viviendo en otro tiempo es quien puede estar dando la clave. No es necesariamente del pasado, sino de un tiempo que se abre en el que todo sirve y cualquier valor se pone en entredicho y en subasta. Ni es solo de Catalunya de quien hablamos. 

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