Es tiempo de reiniciar la democracia
Llevamos tiempo hablando de que hemos superado los límites de la democracia representativa, de que el desarrollo –sobre todo tecnológico– nos posibilita a los ciudadanos un acercamiento distinto a los asuntos públicos que nos permite implicarnos de manera directa. Llevamos tiempo hablando de que necesitamos ya instituciones más abiertas y que las organizaciones políticas, los partidos políticos no tienen por qué tener la exclusividad o el monopolio de la interlocución con los ciudadanos.
En esa idea, que ya parece descartada, de que siempre vamos hacia delante, de que todo evoluciona, los argumentos para exigir más democracia, tal y como se ha gritado y reivindicado en las plazas desde hace dos años ya, apuntaban las razones de la necesidad de un proceso constituyente: nuestra Constitución daba ya la foto fija de una sociedad española que había cambiado y mucho, no sólo no resolvía algunos problemas que seguimos teniendo sino que a veces era un obstáculo para anhelos de los ciudadanos de hoy: un sistema electoral más justo, una nueva reformulación de los referendos, de las ILP...
Y sin embargo, en los últimos tiempos, no es que estemos dando pasos hacia atrás, el sistema es el mismo, pero cada vez tenemos menos derechos. Podemos seguir votando y votando siempre que huyamos de los estrafalarios, siempre que no nos importe que nos tomen el pelo, siempre que nos permitamos sin sonrojarnos tener un presidente que presume de no cumplir su programa pero cumplir su deber que no es otro que mantenerse él y su casta, la del Gobierno y la de la oposición, la de la monarquía, la de los bancos, la de la corrupción, la del dinero B. Como decía, no es que vayamos hacia atrás, es que ya no aguantamos más. Queremos otra cosa, cambiar, reiniciar.
Por ello, somos cada mía más (mayoría silenciosa y ruidosa) los que decimos: lo sentimos, señores y señoras, ya no funciona la coartada de la “estabilidad” con nosotros. Estabilidad es seguridad y bienestar, la de todos y todas, no la suya. Es momento de dar un paso porque hace ya mucho tiempo que los ciudadanos pensamos que son ustedes parte del problema y no de la solución.
Y tranquilos, ni “populismos ni generales”: DEMOCRACIA. Más democracia para salir de esta crisis. Y más política también. Una política alejada de los argumentarios, de los comités ejecutivos. Una POLÍTICA en la que no quepan afirmaciones como “no podemos hacer otra cosa” mientras se ocupa un sillón o se reza a la Virgen del Rocío.
Vamos a hacer las cosas bien y de distinta forma. Porque Sí se puede.
La segunda transición, la de la ciudadanía, llama a nuestra puerta. Muchos no querrán verlo, pero ahí está. Es nuestro momento. Islandia nos marcó el camino: referéndum, elecciones constituyentes y una nueva Constitución en la que se reflejen los nuevos derechos y una nueva forma de entender la democracia, la economía, la participación... La POLÍTICA.
Desde EQUO hemos puesto nuestro granito de arena con la aprobación de un manifiesto para 'Reiniciar la Democracia' que plantea precisamente la necesidad de un nuevo paradigma porque las democracias tienen que representar los intereses de la mayoría y respetar las minorías y porque, frente a las tentaciones de gobiernos tecnócratas al servicio de los intereses de banqueros y especuladores, queremos un cambio real profundo, con las voces y la participación de la ciudadanía.