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El verano del trol

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hablando a los medios de comunicación en el campus de la compañía HP, en Palo Alto (EE.UU.)

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Hay que reconocerle a la España encabronada su infinita capacidad para encabronarse con las cosas y eventos más inopinados. Ahora anda encabronada porque Pedro Sánchez habla inglés con fluidez y a una parte de la audiencia televisiva norteamericana le parece guapo y le suena bien lo que dice sobre transición verde y cambio climático. Sin duda supone una desgracia para España tener un presidente que hable inglés. Significa romper con una larga tradición de presidentes que solo se manejaban -a veces- en castellano. Parece incluso lógico que a un conservador le irrite que se pierda una tradición tan entrañable. 

Solo se me ocurre esa razón para justificar tanto encabrone. La otra razón disponible es que se trata de Pedro Sánchez y todo lo suyo les encabrona. Si mañana Sánchez descubriera una cura contra cualquier enfermedad incurable, Pablo Casado la recurriría ante el Constitucional y exigiría la inmediata convocatoria de elecciones, a Martínez Almeida le parecería una frivolidad impropia de un presidente que se respete a sí mismo, Díaz Ayuso anunciaría que la Comunidad de Madrid no iba a suministrarla, Santiago Abascal reclamaría que los verdaderos españoles prefieren morir enfermos pero libres a vivir sanos pero esclavizados y Macarena Olona y Rosa Díaz exigirían la inmediata entrada en prisión del presidente. No son malos, los han dibujado así, como a la pobre Jessica Rabbit.

Mucho se habla de la influencia de las redes sociales en la política moderna. Poco del peor de sus efectos, en el caso de España una evidencia incuestionable: la lógica del trol ha colonizado la vida política. Da igual lo que diga, haga o sienta el que no piensa como el trol, primero se le ridiculiza, luego se le deslegitima y finalmente se le imputa algún delito; si se le puede pasear por los juzgados, mejor; si se le puede mandar a la cárcel, perfecto. Todo aquel que no es de los míos, no me da la razón o piensa diferente, o es un corrupto y algo le han prometido a cambio, o es un cómplice consciente de los otros criminales o simplemente es un canalla.

Ya lo dijo Clinton. No tiene sentido pelearse con un cerdo, tú te embarras y él se divierte. Si usted quiere seguir perdiendo su tiempo y su paciencia en una pelea que solo puede ganar el trol, adelante; también el Gobierno si eso es lo que quiere y cree que le conviene. Servidor, pasa. Si algo hemos aprendido tras dos décadas de redes es la certeza de que lo único que funciona con el trol es no alimentarlo. 

Se equivoca Pedro Sánchez al decir que no va a llamar a Casado para desatascar el bloqueo institucional. Debería llamarlo todos los días, con el humor y la paciencia del gran Ted Lasso. Se confunde el Gobierno al enredarse con un TC que ya se ha liado él solo en apenas dos días y aún se va a liar más, hasta que alguien pulse el botón del pánico y evite su autodestrucción. Dos semanas y media de alimentar al trol ha desgastado más al nuevo Gobierno que dos años de gestión. Es hora de cambiar el tono. No al verano del trol. Sí al verano del amor.

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