¿Miedo a la IA?

Esto es una corta reflexión sobre la influencia que está adquiriendo la inteligencia artificial en los últimos meses y años, y lo rápido que se está extendiendo en la vida de todos. Ya no estamos tan lejos de un mundo distópico como podría ser Matrix o Terminator, teniendo en cuenta que las IAs ya pueden pasar de un ordenador a otro sin supervisión.

Y es que ya casi sin darnos cuenta necesitamos la IA para tareas del día a día, como escribir un email o cualquier pregunta que antes podías buscar en Google. Y no solo eso, sino que en investigación se usa para escribir artículos. En comunicación para escribir y para crear imágenes y vídeos que pasan por reales. Hay incluso anuncios creados con IA. Creo que es obvio para todo el mundo lo peligroso que es que no podamos distinguir lo real de lo imaginario, lo fácil que se convierte engañar o manipular. Desde fraude al consumidor hasta el sistema de justicia.

Pero quizás lo más grave sea como la IA afecta al sistema educativo, desde niños hasta el mundo académico. El otro día una compañera de equipo nos cuenta cómo su hijo de 8 años hace los deberes del colegio con ChatGPT y cómo no es ni capaz de explicar lo que ha hecho. Nos podemos imaginar que el problema se multiplica en niños algo mayores, con acceso ilimitado a internet y uso del ordenador para tareas y exámenes. Si hablamos de la universidad, por experiencia propia, día a día veo cómo el uso de IA está completamente extendido, y los estudiantes son incapaces de producir un texto para una redacción o una tesis sin la ayuda de “chattie”. Hay que decir que hay muchos matices y diversidad en el uso que se hace, pero he leído redacciones y textos científicos escritos completamente por IA. Y lo que es terrorífico es que cada vez es más difícil detectarlo. Desde solicitudes para trabajos de fin de máster hasta usarlo para realizar cálculos y diseño de experimentos, los nuevos estudiantes dependen completamente de ella.

Es innegable el efecto que está teniendo la IA en nuestro sistema educativo, limitando la calidad de la enseñanza y la independencia y pensamiento crítico de nuestros jóvenes, y esto se extiende a todos los ámbitos de la sociedad. Las regulaciones a nivel estatal o global son prácticamente inexistentes, y no se divulga información para educar tanto a jóvenes como mayores de los riesgos y limitaciones. De hecho, en todos los ámbitos se promueve el uso de la IA cada vez más. Infinitos anuncios de Gemini u otras herramientas se cuelan en nuestros móviles y mientras las grandes empresas están invirtiendo millones y millones en el desarrollo de la IA. Los recursos que se están invirtiendo y consumiendo en IA son recursos limitados, que nos pertenecen a todos, y se están enriqueciendo con ellos muy pocos. Las consecuencias para el medio ambiente que tendrá la IA a medio plazo todavía están por ver, pero yo apostaría a que van a ser devastadoras, aumentando más aún la desigualdad existente.

Para entender la obsesión del mundo con la IA hay que conceder que supone un progreso tecnológico de proporciones épicas. Las posibilidades de la IA son infinitas y pueden facilitar tareas que hasta ahora llevarían mucho tiempo, formación o que incluso serían imposibles. El uso regulado de la IA tiene un potencial imposible de ignorar en muchos campos, del que podemos beneficiarnos toda la humanidad. Pero ahí está la clave. Que sea de forma regulada y para el beneficio de todos. El futuro de la IA es incierto, pero si el desarrollo continúa a este ritmo, con este descontrol y sin ningún tipo de regulaciones, las consecuencias son enteramente impredecibles. Entre todos es nuestra responsabilidad usarla de forma responsable y luchar por establecer regulaciones y un desarrollo equitativo.