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Portugal se mueve pero no se sabe hacia dónde
Portugal está a las puertas de una huelga general. Es la primera convocada conjuntamente por CGTP y UGT desde 2013, cuando la economía estaba intervenida por la Troika, y se han adherido decenas de otros sindicatos. El objetivo el día 11 es paralizar el país como acto de protesta por las modificaciones y novedades que el gobierno derechista de la AD pretende introducir en la actual legislación laboral y en el Código do Trabalho, equivalente de nuestro Estatuto de los Trabajadores. Aunque habrá servicios mínimos, se prevé que amplios sectores como la sanidad, la enseñanza o el transporte paralicen su actividad. La reforma que patrocina el gobierno implica la prolongación del contrato temporal de 2 a 3 años, permite un aumento de horas extraordinarias que podrían llegar a significar un total de 50 horas de trabajo semanales , ofrece a las empresas la posibilidad de rechazar la readmisión de un trabajador injustamente despedido y restringe de manera notoria la conciliación familiar, entre otras medidas. Las concesiones de mejora que ofrece el gobierno un día sí y otro también no satisfacen a los sindicatos que permanecen firmes en su convocatoria confiados en su carácter unitario y en el amplio apoyo social de sus exigencias.
Se produce la huelga en una situación de inestabilidad política evidente y en la proximidad de las elecciones presidenciales del 18 de enero en las que la izquierda actualmente en la oposición y representada por el candidato socialista, António José Seguro, no parece tener grandes opciones. Tampoco se ve clara la victoria de uno de sus principales oponentes, Marques Mendes, apoyada por el PSD, partido en el poder. Ambos tienen en común un pasado poco glorioso como ministros en gobiernos anteriores y como secretarios generales del PS y el PSD respectivamente. Si ninguno de estos dos fueran los elegidos, la ultraderecha de Ventura (Chega) puede rentabilizar en las presidenciales la tendencia ascendente de las legislativas y acercarse a la sorpresa aunque en una segunda vuelta el voto se concentraría probablemente en otra opción.
Vale la pena seguir los debates entre los diferentes candidatos aunque solo sea para comprobar que los problemas que inquietan a los habitantes de la península son básicamente los mismos: acceso a la vivienda, educación, sanidad, reforma fiscal, coste de vida, salarios bajos. En Portugal perviven problemas estructurales nunca abordados con seriedad como las asimetrías territoriales que hacen urgente una regionalización que permita una mejor distribución de los recursos en todos los territorios, pero este asunto aplazado una y otra vez no merece excesivo interés por parte de los candidatos. “Qual é a pressa?”, como diría utilizando su frase preferida el candidato Seguro. ¡Cómo vamos a echar de menos a ese artista del alambre que nos ha amenizado con sus peripecias durante los 10 últimos años! Rebelo de Sousa, el irrepetible.
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