En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
Cuando Vox marca los tiempos del PP
Alberto Núñez Feijóo ha llamado a Santiago Abascal para ver cómo resuelven el vacío en la presidencia de la Comunitat Valenciana tras la dimisión de Carlos Mazón. En teoría, no han decidido aún quién puede ser su sucesor, pero la actitud apresurada del líder del PP de consultar con su socio antes de mover ficha, retrata con nitidez que el Partido Popular depende de Vox para evitar un adelanto electoral que sería desastroso tanto para el PP valenciano como para el propio Feijóo.
Si hurgamos solo un poco en la actual coyuntura, es fácil concluir que la situación tiene una lectura más profunda de lo que aparenta, y pone al descubierto una dependencia política según la cual Feijóo no gobierna con Vox en las autonomías donde son socios sino gracias a Vox, una diferencia aparentemente semántica que en la práctica marca la frontera entre ser autónomo o estar subordinado.
Si trasladamos este episodio autonómico a una escala nacional, es fácil ver como el escenario se convierte en inquietante, pues lo que hoy sucede en la Comunitat Valenciana bien podría ser un ensayo general de lo que podría ocurrir si el PP llegara a la Moncloa con el apoyo imprescindible de Vox. Pues, si se diera el caso, las conversaciones que ahora se mantienen en los despachos autonómicos tendrían lugar en la Moncloa, y Abascal se sentaría al otro lado de la mesa presidida por Feijóo no como invitado, sino como garante de la estabilidad del Ejecutivo, con la libertad de reclamar abiertamente su precio político, ideológico y simbólico.
A pesar de lo incómodo de la situación, Feijóo sostiene —sin duda sin estar convencido— que puede controlar a Vox y moderarlo con el ejercicio institucional; sin embargo, esa idea suena más a consuelo que a estrategia, pues la experiencia en otras autonomías demuestra justo lo contrario ya que cada pacto, cada cesión, y cada gesto de conciliación refuerzan el papel de Vox como árbitro de la derecha española, y en ese proceso, las líneas rojas democráticas se difuminan con una rapidez inquietante. Así, lo que hoy parece una llamada de cortesía entre dos dirigentes, podría ser en realidad el anticipo del un modo de gobernar un país donde las decisiones de Estado se negociarían no con un igual sino con quienes abiertamente cuestionan las bases del sistema democrático.
La llamada de Feijóo a Abascal no es pues una anécdota, sino una advertencia de lo que podría suceder si el PP llegara algún día a la Moncloa con el apoyo impositivo de Vox, un escenario en el que las negociaciones ya no tendrán lugar en Valencia, Castilla y León, Aragón, Extremadura o Murcia, sino en el corazón mismo del poder. Y si así fuera, la pregunta no sería lo que hoy sea capaz de ceder Feijóo, sino hasta dónde estaría dispuesto a ceder mañana.
En pocas palabras, hoy por hoy Vox dicta los tiempos del Partido Popular, y si ese ritmo que marca la gobernabilidad de cinco autonomías se diera también en el Gobierno de España, lo que hoy parecen estrategias de supervivencia del PP pasaría a ser una deriva de sumisión institucional. Porque en política, quien acepta gobernar bajo tutela acaba gobernando bajo amenaza, y cuando esa amenaza proviene de quienes cuestionan los cimientos democráticos, el desenlace ya no es incierto sino solo cuestión de tiempo.
Sobre este blog
En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
0