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ANÁLISIS

Qué quería decir Meloni en el vídeo que ha enamorado a Pérez Reverte

Meloni en una rueda de prensa en el Palazzo Chigi de Roma en mayo.
7 de julio de 2025 20:09 h

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Giorgia Meloni es el rostro atractivo de la extrema derecha europea. Una versión diferente a la posición manifiestamente antiliberal del húngaro Viktor Orbán, por no hablar de los siniestros dirigentes de Alternativa por Alemania. Al menos, la derecha la ve así, agradecida por su decisión de aparcar la tendencia euroescéptica en su partido, Hermanos de Italia, y su apoyo al consenso existente en la UE en favor de la OTAN y de la defensa de Ucrania ante la invasión rusa. Quien militó en las filas de las juventudes del neofascista MSI y contempló con nostalgia los tiempos de Mussolini controla ahora, se diría que con una cierta comodidad, la política de uno de los grandes países de la Unión Europea.

Un fragmento de poco más de dos minutos de un discurso de Meloni de hace unos meses ha resucitado en las redes gracias a un tuit de Arturo Pérez Reverte. El escritor lo ha utilizado para burlarse de Sánchez, Feijóo y Abascal y de “cualquier rascapuertas de los que tenemos aquí” con su desprecio habitual por todos los políticos. Se ha enamorado de Meloni, tanto que dice que le han entrado ganas de ser italiano. Es revelador, porque las ideas de Meloni son similares a las de Santiago Abascal. La primera ministra italiana ha participado en varios actos y mítines electorales de Vox en los que ha expresado sus mejores deseos hacia el partido y ha ofrecido largas intervenciones muy trabajadas con las que ha explicado su filosofía. Abascal la considera su amiga.

¿De dónde procede el vídeo? Forma parte de su discurso ante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Washington en febrero de este año. La CPAC es una cita esencial anual desde los años setenta para los políticos y activistas del sector más reaccionario de la derecha norteamericana. Ha cobrado más importancia una vez que Donald Trump ha culminado su control del Partido Republicano.

¿Cuál es el mensaje de Meloni y por qué representa tan bien el ideario de la extrema derecha en Europa?

“Aún creo en Occidente, no sólo como concepto geográfico, sino como civilización. Una civilización nacida de la fusión de la filosofía griega, el Derecho romano y los valores cristianos” (las frases de Meloni en el vídeo aparecen en cursiva).

Es una idea que ha expresado Isabel Díaz Ayuso en algunos discursos. “Roma sigue viva entre nosotros porque somos occidentales, somos hijos de Grecia, Roma y de lo judeocristiano”, dijo la presidenta madrileña en marzo. La influencia del Derecho romano es indudable en los textos legales de los países europeos, pero, afortunadamente para el campo de los derechos humanos, se ha ido mucho más allá desde que se aprobaron constituciones democráticas. En la Roma de la república y el imperio, las mujeres eran ciudadanas de segunda clase a las que la tradición y la ley recluían en los hogares. Obviamente, los esclavos no gozaban de ningún derecho. Eran propiedad de sus dueños, como cualquier objeto material.

“Una civilización construida y defendida a lo largo de siglos a través del genio, la energía y el sacrificio de muchos”.

Meloni habla de siglos, pero opta por ignorar la importancia de los fenómenos históricos que, al ser más cercanos en el tiempo, han tenido una influencia mucho mayor que lo que nos legaron romanos y griegos. No menciona la Ilustración, que negó a la Iglesia su monopolio sobre los valores culturales. O la revolución científica que la acompañó y que también cuestionaba conocimientos que procedían únicamente de las creencias religiosas. Evidentemente, ni se plantea admitir la influencia del islam en la conservación y transmisión de los conocimientos del pasado, incluida precisamente la filosofía griega.

Auschwitz es también Europa. La eliminación de millones de judíos, y también de gitanos y eslavos, se produjo a causa de la victoria de las ideas fascistas por la fuerza de los votos y de la violencia en Alemania, uno de los países europeos más avanzados. No ocurrió en el vacío, sino que continuó la persecución de los judíos en esa Europa tan civilizada en los siglos anteriores. Europa originó dos guerras mundiales en menos de poco más de veinte años en el siglo XX en las que perecieron decenas de millones de personas.

“Cuando vemos Occidente, definimos una forma de entender el mundo en la que el individuo ocupa un lugar central, la vida es sagrada, todos los hombres nacen iguales y libres. La ley se aplica a todos por igual. La soberanía pertenece al pueblo. Y la libertad se antepone a todo lo demás”.

Cuando Meloni abandera la idea de que la soberanía pertenece al pueblo está haciendo suya una idea que cobró fuerza con la Revolución Francesa –un acontecimiento que nunca pondría entre sus favoritos–, luego negada durante décadas por las monarquías absolutas. Se necesitó mucho tiempo para que desapareciera el principio de que las monarquías debían a Dios su legitimidad y para que los súbditos pasaran a ser ciudadanos. Afirmar que la libertad está por encima de todo lo demás es una idea noble por la que han dado su vida muchas personas durante siglos. En tiempos contemporáneos, se utiliza para negar a los gobiernos el derecho a luchar contra la desigualdad económica si ello cuestiona el derecho individual de los que más tienen.

Hablar de que la vida es “sagrada” es una forma de oponerse al derecho al aborto. En Italia, el aborto es legal en los tres primeros meses y también después si existe un peligro real para la salud de la madre. Meloni ha prometido no cambiar la ley de 1974 que legalizó el derecho a la interrupción del embarazo.

Meloni recibe a Javier Milei en su visita a Roma en junio.

“Esta es nuestra herencia y nunca pediremos perdón por ella”.

A estas alturas, nadie puede sorprenderse si Meloni olvida el colonialismo como uno de los legados de Occidente. El colonialismo ha existido en la humanidad a lo largo de siglos con muy diferentes protagonistas. A partir del siglo XIX, fue perfeccionado por los países europeos aprovechando su inmensa ventaja tecnológica. Británicos, franceses y belgas, entre otros, esquilmaron los recursos naturales de sus posesiones coloniales y causaron grandes matanzas. Nada por lo que Meloni crea que hay que disculparse, porque cree que los europeos llevaron a cabo una misión civilizatoria.

“¿Puede esta civilización seguir defendiendo los principios y valores que la definen? ¿Puede seguir estando orgullosa de sí misma y consciente de su papel? Creo que sí. Por tanto, debemos decirlo alto y claro a aquellos que atacan a Occidente desde fuera y a quienes lo sabotean desde dentro con el virus de la cultura de la cancelación y la ideología woke. Debemos decirles que nunca nos avergonzaremos de lo que somos”.

Meloni se apunta aquí a un aviso frecuente de la ultraderecha, la existencia de un enemigo interior que es tan peligroso como aquellos que atacan a Occidente desde fuera. A pesar de su apasionada defensa de la libertad, eso no impide que crea que algunos ciudadanos y grupos políticos y sociales son unos traidores y unos saboteadores. Apela a la existencia de un “virus”. Sólo ya esa palabra recuerda al lenguaje propio de regímenes totalitarios. Los disidentes son comparados con animales, con virus o con tumores que hay que extirpar.

Las referencias a “la cultura de la cancelación y la ideología woke” son más modernas. Como ocurre en España, se acusa a la izquierda de intentar “cancelar” a sus rivales hasta que la derecha o la extrema derecha se pone a hacer lo mismo contra los artistas a los que acusan de ofensas a la religión y otros pecados. El uso del concepto de “ideología woke” intenta atacar a la izquierda por su defensa de los derechos civiles de mujeres, inmigrantes y minorías por vulnerar supuestamente los privilegios de los que han mandado siempre.

“Porque sin una identidad profundamente arraigada, no podemos volver a ser grandes”.

La extrema derecha –y una parte de la derecha– reprocha a la izquierda que esté obsesionada con los asuntos de identidad. En especial, si, como ocurre en España, existen otras identidades nacionales en algunas de sus comunidades. Pero cuando se trata de defender la identidad francesa, española o italiana, puesta en peligro por los extranjeros, no hay problemas en tocar a rebato para defenderla. Lo de “volver a ser grandes” es un guiño a la audiencia norteamericana del discurso y el eslogan trumpista “Make America Great Again”.

“La izquierda radical quiere borrar nuestra historia, socavar nuestra identidad, dividirnos por nacionalidad, género, ideología”.

Una vez más, la izquierda como el gran enemigo interior que divide a las sociedades y las hace más débiles. Lo de borrar “nuestra historia” se refiere por ejemplo al intento de examinar críticamente fenómenos históricos como el colonialismo. O promover el laicismo que cuestiona el origen cristiano de las naciones europeas, y que por alguna razón es intocable. La extrema derecha abjura de la parte de la sociedad que defiende el feminismo, pero resulta que es la izquierda la que quiere “dividirnos” con el género.

Meloni, de 48 años, fue elegida primera ministra tras las elecciones de 2022 cuando su partido obtuvo el 26% con 7,3 millones de votos y recibió el apoyo de la Liga y Forza Italia. En el último año, las encuestas mantienen a Hermanos de Italia en primera posición con un porcentaje estable en torno al 30%. No se puede negar que es una gran comunicadora y que ha abandonado algunas de sus ideas para no crear problemas en Bruselas. Italia necesita los fondos europeos de los que ha sido el mayor receptor y su porcentaje de deuda pública, 135% del PIB, le ata las manos a la hora de explorar otra política económica. Como revela su discurso de Washington, continúa creyendo en una Europa cristiana y reaccionaria que rechaza la inmigración y en la que la izquierda es el enemigo interior más peligroso al que hay que doblegar. Hay pocos motivos para estar enamorado de Meloni.

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