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Cultura, la inesperada piedra con la que Sanz tropieza una y otra vez en Sevilla

José Luis Sanz, en uno de los pases del Festival de Cine de Sevilla.

Antonio Morente

17 de diciembre de 2023 05:00 h

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Quién le iba a decir a José Luis Sanz (PP) cuando en junio tomó posesión como alcalde de Sevilla que los principales agujeros en su gestión se le iban a producir en la cultura, un frente tradicionalmente amable y que lo que suele hacer es dar buenas noticias. La dimisión de Ruperto Merino como director de programación del ICAS, el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, ha vuelto a generar una polvareda que no ha frenado ni su sustitución fulminante, en cuestión de pocas horas, por Fernando Mañes, y es que lo queda es la sensación de ruido permanente y de que el gobierno local no termina de hacerse con las riendas culturales de la ciudad.

Merino llegó como fichaje estrella reclutado del equipo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, a donde regresa para encargarse de los Teatros del Canal sólo cuatro meses después de su aterrizaje en Sevilla. Su adiós, se insiste, es absolutamente normal porque es para irse a un puesto muy apetecible, el problema para Sanz es que es el segundo responsable del ICAS que se le va en el medio año que lleva como regidor, porque José Lucas Chaves duró un mes como gerente antes de renunciar alegando motivos personales. Si a esto se le suma la que se formó por el amago de cancelación del Festival de Cine, el lío con la Feria del Libro, el cierre del teatro Lope de Vega o la decisión de quitarle el nombre al premio de novela Almudena Grandes tras sólo una edición, lo cierto es que la línea cultural del PP no hace más que acaparar titulares, y no precisamente de los positivos.

En el gobierno local se reconoce que sí, que algunas cosas no se han hecho todo lo bien que se debiera, pero se insiste en que lo que hay es más ruido que otra cosa. “Con la gestión cultural no hay ningún problema, sólo que ha dado la casualidad de que han coincidido dos dimisiones en el ICAS”, una de ellos (la reciente de Ruperto Merino) “meramente profesional”, insiste la delegada de Cultura, Minerva Salas (PP). “Es difícil que a un profesional al que le ofrecen los Teatros del Canal se niegue, es normal que se vaya”, apostilla.

La visión del PP

De hecho, se niega la mayor en casi todos los casos. Del Festival de Cine, por ejemplo, “hemos sido salvadores” porque el anterior director dimitió un mes antes de la llegada del PP al gobierno local al ser nombrado máximo responsable de la Seminci de Valladolid, uno de los certámenes cinematográficos más importantes de España tras San Sebastián, aunque para los populares en realidad se fue en respuesta a la parálisis en la organización de la edición de este año. La Feria del Libro, de la que Sanz llegó a decir que es “de tercera división”, ha vivido su propio viacrucis con dos directores en paralelo y el compromiso del alcalde de que su gestión se traducirá en un evento que de verdad esté a la altura de la ciudad.

Para el Lope de Vega, se esgrime un informe del Ministerio de Trabajo que alertaba de los riesgos para trabajadores y espectadores por su mal estado, además de esgrimirse que los espectáculos previstos se han reprogramado en otros espacios... aunque un puñado han tenido que suspenderse. Y sobre la cancelación del premio Almudena Grandes, lo que más que se ha dicho es que no es una escritora sevillana. Eso sí, cuando a José Luis Sanz se le cuestiona sobre los cambios que está desarrollando, ya sean en cultura o en cualquier otro campo, responde con una afirmación que ha convertido en mantra: “No ganamos las elecciones para seguir haciendo lo mismo que el PSOE”.

El debate sobre el ICAS

Si todo es poco menos que miel sobre hojuelas, ¿por qué esa sensación de fragilidad que transmite la gestión cultural? Una de las claves estaría en la propia estructura del ICAS, que el PSOE ya intentó reestructurar con Antonio Muñoz como alcalde, aunque su propuesta de reforma de los estatutos fue finalmente tumbada. Muñoz alegaba que era necesaria esta modificación para mejorar el funcionamiento del propio instituto, además de adaptar la administración a la industria local y reforzar la actividad cultural en Sevilla.

A día de hoy se mantiene como una maquinaria que el sector considera anquilosada, lo que por ejemplo le restaría capacidad de maniobra y estaría retrasando la llegada de las ayudas a entidades culturales. El PP apela aquí a una situación heredada y a que la casa está por barrer, aunque tampoco sus decisiones han ayudado en exceso. Una de las más evidentes es la reducción de la estructura (como ha hecho en otros organismos y empresas municipales) para así fusionar puestos y poder ofrecer sueldos más elevados a los responsables. Eso se ha conseguido pero a costa de disparar el volumen de trabajo de los dirigentes, lo que a su vez redundaría en el ya famoso atasco.

La visión de la izquierda

Así las cosas, desde la oposición municipal de izquierdas lo que se ve es que la cultura en Sevilla es un barco a la deriva que amenaza naufragio. “Llevan seis meses caóticos, improvisados, erráticos”, censura Myriam Díaz, del PSOE, un partido que continuamente saca pecho con su gestión cultural de los últimos años, que Sanz por su parte tilda de “despropósito”. A su juicio, las fugas en el ICAS se producen porque profesionales de renombre no quieren poner en entredicho su prestigio con el avispero en el que se ha convertido la política cultural del PP, y con todo esto lo que se está consiguiendo es “hacerle mucho daño a la ciudad”.

“Durante muchos años se ha trabajado por que Sevilla consolidara su nombre y su posición en el mundo del cine, de la literatura, del teatro, de las artes escénicas en general, y en seis meses de gobierno el PP ha tirado por tierra todo el trabajo que se venía haciendo”, continúa Díaz, que lamenta este “desmadre de la política cultural”. “Es una política basada en la cultura, sí, pero del bandazo”.

Desde Podemos-IU, el concejal Ismael Sánchez (IU) carga contra una gestión cultural “que es un desastre”, con una acumulación de agujeros que tienen todos un nexo común: la delegada de Cultura, Minerva Salas, a la que “le queda grande” la tarea. “El problema –reitera– es la absoluta incapacidad mostrada por la persona que está el frente”, a la que acusa incluso de conseguir que “haya técnicos que no quieren trabajar con esta delegación”.

“Es un problema de gestión, de modelo y de incapacidad”, prosigue, de un PP que “no apuesta por la cultura” y que “hasta niega el uso de los centros cívicos al teatro de base para que pueda ensayar”. Para resumir la situación, tira de metáfora: “No entienden que la cultura no es una asignatura optativa sino troncal que hay que aprobar para terminar la carrera”.

“Modelo de éxito demostrado”

Para el PP, todo esto no son más que “bulos”, porque tras algún que otro patinazo inicial las cosas están encarriladas. “Con la gestión cultural no hay ningún problema”, se insiste, y se pone como ejemplo la revitalización que auguran del Festival de Cine y de la Feria del Libro, “y la Bienal de Flamenco va a ser brutal, va como un tiro”. José Luis Sanz, se subraya, tiene “un modelo de éxito demostrado”, en referencia a su política cultural cuando era alcalde de Tomares, una forma de hacer las cosas que “conecta con la gente, no con el lobby cultural”.

Lo cierto es que, entre unas cosas y otras, las aguas culturales de Sevilla no terminan de calmarse. “La cultura no sois vosotros, la cultura somos todos”, le ha llegado a reprochar la delegada Minerva Salas a la concejal socialista Myriam Díaz, que no hace más que preguntarse de forma retórica qué está pasando en este terreno para responderse que “no hay proyecto de política cultural”. “No acaban de entender que la cultura es un derecho del pueblo”, apostilla Ismael Sánchez (IU).

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