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Seis preguntas sobre el ébola y seis respuestas no alarmistas

La enfermedad por virus del ébola se transmite una vez que el paciente experimenta síntomas.

Laura Olías

¿Qué es el ébola?

Por un lado está el virus y, por otro, la enfermedad. El virus del ébola se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos, uno en una zona remota del Sudán y el otro en una aldea cercana al río Ébola, en la República Democrática del Congo. Este último foco fue el que dio nombre al virus que provoca la denominada “enfermedad por virus del ébola” (EVE), considerada como “grave” por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS destaca 28 brotes de ébola anteriores a este, de gravedad variable. En el actual, la tasa de mortalidad –que puede alcanzar el 90% en algunas epidemias– supera el 50% en los países de África Occidental donde se concentran la inmensa mayoría de los afectados (excepto aquellos que han sido trasladados a otros países tras contraer la enfermedad). Esto quiere decir que, por el momento, casi la mitad de los infectados superaron la enfermedad.

¿Cómo se contagia?

La mayoría de los casos humanos se han debido a la transmisión de persona a persona. Lo primero que hay que recordar es que el inicio del periodo de transmisibilidad está relacionado con la aparición de los primeros síntomas en los pacientes. Las personas contagiadas que aún no hayan presentado alteraciones en su salud no transmiten la infección.

Las posibilidades de contagio se incrementan a medida que evoluciona la enfermedad, cuando la carga viral en el cuerpo del enfermo es más alta. Tras la muerte de un paciente, el riesgo aumenta exponencialmente, motivo por el que gran parte de los contagios en países africanos se originan durante los ritos funerarios.

La transmisión se produce mediante el contacto directo con sangre, secreciones u otros fluidos corporales, tejidos u órganos de personas vivas o muertas infectadas. También puede contagiarse por el contacto directo con objetos que se han contaminado con fluidos corporales de los pacientes, como prendas de vestir o ropa de cama sucias o agujas usadas.

Los expertos, como Mikel Martínez Yoldi e Ildefonso Hernández Aguado, afirman que para contagiarse tiene que haber una exposición directa –ya sea por vía sexual, de secreciones, sangre o fluidos corporales–, que suele reducir el riesgo al círculo más cercano del paciente y al personal sanitario una vez que la persona es tratada en centros médicos. La enfermedad no se transmite por el aire.

Además, la transmisión a los humanos también puede ocurrir por el contacto con animales vivos o muertos infectados (monos, chimpancés, antílopes y murciélagos).

¿Qué puede hacer sospechar a los médicos que una persona tiene ébola?

La enfermedad suele manifestarse con la aparición repentina “de fiebre, debilidad intensa, dolores musculares, de cabeza y de garganta, síntomas que van seguidos de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas”, explica la OMS.

El periodo de incubación, es decir, el intervalo desde que se produce la infección hasta la aparición de los síntomas, oscila entre 2 y 21 días. Durante la fase asintomática no se producen contagios.

Pero algunos de esos síntomas también aparecen en otras enfermedades. ¿Cómo se confirma que es ébola?

Los síntomas del ébola son similares a los de otras patologías, por lo que hay que descartar otras enfermedades como la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la malaria, etc. Para confirmar un caso de ébola, es necesario realizar pruebas de laboratorio en pacientes que ya presentan síntomas: una primera con una muestra de sangre, que será confirmada más tarde con un segundo análisis de sangre.

Según el protocolo de actuación del Ministerio de Sanidad, una vez recuperado el paciente con enfermedad por virus de ébola, “se requerirán dos muestras negativas, con un intervalo de al menos 48 horas, para dar de alta al paciente”.

En España, el organismo encargado de la comprobación es el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, que deberá aportar los resultados en un máximo de 24 horas.

¿Cómo se controla la expansión de la enfermedad?

Como se ha indicado, la enfermedad es contagiosa, por lo que es fundamental establecer un cerco de control al número de personas que han estado directamente expuestas al virus, consideradas “contactos de alto riesgo”. Para estas personas, el Ministerio de Sanidad en su protocolo determina “vigilancia activa supervisada durante los 21 días posteriores a la última fecha de exposición posible a la infección”, en la que se registra dos veces al día la temperatura, e investigar la presencia de cualquier síntoma sospechoso.

No se consideran “contactos de alto riesgo” a las personas que han coincidido en un mismo espacio con la persona infectada, pero que no han tenido un contacto directo con ella. Tampoco al personal que haya tenido esta relación directa pero haya usado apropiadamente el equipo de protección personal necesario. En estos casos, los afectados deben tomarse diariamente la temperatura y contactar con las autoridades sanitarias cuando sientan alguno de los síntomas descritos.

¿La enfermedad por ébola tiene cura?

No existe un tratamiento específico frente a la EVE, ni tampoco ninguna vacuna preventiva disponible para su uso clínico, pero sí hay muchas personas que han sobrevivido al ébola. Casi la mitad del total de los infectados. La actuación del personal sanitario se centra en paliar los síntomas de la enfermedad, un tratamiento de apoyo para, por ejemplo, reducir la deshidratación, una de las secuelas habituales.

Aunque se ha escrito mucho sobre nuevos tratamientos, lo cierto es que ninguno ha pasado las pruebas pertinentes para obtener el aprobado de la Organización Mundial de la Salud. No obstante, su uso ha sido considerado “ético” por esta institución ante la falta de otras alternativas.

Según los especialistas que trabajan in situ, como el personal de Médicos Sin Fronteras, lo fundamental es la prevención. Un par de guantes y un traje aislante pueden salvar más vidas que una vacuna.

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