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La Sanidad se enfrenta al desafío de la desescalada hospitalaria con “zonas limpias” y el temor a un repunte

Un pasillo de un hospital de Toledo.

Sofía Pérez Mendoza / Pau Rodríguez / Fátima Caballero

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Los hospitales de toda España han sufrido desde la explosión de la epidemia una metamorfosis integral para ponerse al servicio de la lucha contra el coronavirus. El aplanamiento de la curva de contagios ha estabilizado la tasa de hospitalizaciones y de entradas en UCI (ya por debajo del 2%). Este miércoles se contabilizaban 940 nuevos ingresos y 73 pacientes nuevos en unidades de críticos. Con estos datos y aún mucha cautela entre los profesionales ante el temor a un segundo repunte, el sistema sanitario se prepara para una progresiva vuelta a la normalidad que se vislumbra lenta y durará todavía muchas semanas. Este es el siguiente desafío sanitario: retomar la atención a los pacientes a los que la epidemia, por reducir riesgos y falta de capacidad, ha dejado en un compás de espera.

El plan de Madrid, uno de los epicentros de la pandemia, es concentrar los contagiados que requieren hospitalización en Ifema, que prolongará su servicio “durante el tiempo que sea necesario”. “Dejamos Ifema para COVID-19 y los hospitales irán haciendo el repliegue de manera progresiva, empezando por los de menos complejidad”, explican fuentes de la Consejería de Sanidad, que precisan que los últimos en volver a la normalidad serán los de apoyo: Cruz Roja y Santa Cristina.

En grandes hospitales, como el Gregorio Marañón, ya se ha comunicado a la plantilla que la actividad quirúrgica (operaciones programadas en lista de espera) no se retomará hasta mayo. Y aunque Ifema será el último eslabón de la desescalada, aseguran desde la Consejería, el mando sanitario de la región también está devolviendo progresivamente a los sanitarios de centros de salud movilizados para este hospital de campaña a sus puestos.

En los hospitales, los espacios habilitados de emergencia (gimnasios, bibliotecas, pasillos...) para dar respuesta a la avalancha de ingresos se han replegado y se están reorganizando las camas para ampliar el número de “zonas limpias” libres de COVID-19 en las plantas. Esto es común a todas las autonomías. Las carpas montadas en el exterior, como la del Severo Ochoa (Leganés), ya han cerrado aunque se ha decidido no desmontarla por precaución. Hay un miedo latente a que los casos puedan volver a aumentar entre los profesionales. 

El termómetro que mejor mide la desescalada es la tasa de hospitalizaciones y de entradas en UCI. Son los datos “más sólidos” para estudiar la evolución de la pandemia, explicaba este miércoles el coordinador del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. El número de camas de críticos ocupadas, además, es un elemento clave que marcará la velocidad en la vuelta a la normalidad. Mientras que no recuperen su volumen habitual, será imposible avanzar porque las camas extra ocupan los espacios de quirófanos. Sanidad ha recordado que las UCI siguen “en situación de alto estrés” porque las camas se han multiplicado para “responder a la pandemia”.

Prueba de la desescalada de casos en Catalunya, donde las autoridades ya trabajan en recuperar también unidades y plantas destinadas a la atención de contagiados, es que de las 9.926 camas ocupadas por pacientes de coronavirus el día que se alcanzó el pico, el 2 de abril, ahora hay 9.256. Una reducción del 6,7%, según un informe del Servicio Catalán de la Salud que reconocía la “necesidad” de recuperar bloques quirúrgicos, trasplantes y la actividad de hospitales de día. Vall d’Hebron, Hospital Clínic o Hospital del Mar dicen estar ya planeando esta nueva fase, aunque añaden que es todavía temprano para valorarlo.

En Madrid, la tendencia a la baja dura ya 11 días: mientras el 2 de abril había 16.200 personas ingresadas en los hospitales madrileños, la cifra ha descendido hasta los 10.700 ingresos, según los datos facilitados este martes. El hospital Ramón y Cajal, por ejemplo, tenía 927 pacientes COVID-19 ingresados el pasado 30 de marzo, según los datos recabados por la Asociación de Facultativos y Especialistas de Madrid (Afem). A fecha 12 de abril, la cifra había descendido a 568. El número de hospitalizados en UCI ha caído pero la reducción es mucho menos acusada y las unidades de críticos siguen aún por encima de su capacidad: de 103 a 82. La situación se repite en el resto de centros: en general, las unidades de críticos continúan llenas aunque la fotografía muestra un panorama un poco más alentador. Hace dos semanas había en la región 1.600 pacientes de UCI; hoy la cifra ha descendido hasta los 1.325. 

“Técnicamente la desescalada va a suponer un desafío y no será fácil”, reconoce Daniel Bernabeu, vicepresidente de AMYTS (el sindicato mayor de médicos) y jefe de radiología del hospital de La Paz. Según explica Bernabeu, el paciente de urgencias “ya está cambiando” y la presión de los COVID-19 ya ha bajado mientras “se están recuperando a los de otras patologías como pueden ser cardiacas o neurológicas que hasta ahora no estaban llegando por miedo al virus”. 

En lo que coincide este médico de La Paz con otros consultados del resto de hospitales de la red madrileña, es que de momento “no existe” un plan por parte de la Consejería, o al menos no ha llegado a los centros, de cómo debe hacerse la anunciada desescalada. “Esperamos que no sea de nuevo que cada hospital se busque la vida y actúe por su cuenta”, inciden. Algunos centros como La Paz, explica Bernabeu, ya están desinfectando plantas enteras del hospital para dejarlas libres de COVID, si bien recuerdan que los quirófanos siguen reservados para los pacientes más graves. 

¿A qué enfermos operar primero?

La gran pregunta que comienza a revolotear por los servicios de los hospitales es cuándo volverá la actividad programada: las operaciones no urgentes, las consultas externas y las pruebas diagnósticas ordinarias. La mayoría de centros públicos de la Comunidad de Madrid ya han instado a sus especialistas a hacer listas con pacientes prioritarios para intervenir una vez comiencen a funcionar algunos quirófanos, ahora ocupados por pacientes COVID-19 en estado crítico.

“Nos están pidiendo que escojamos pacientes que no pueden esperar más. Se empezará con pocos quirófanos porque una planta está aún ocupada con UCI. Hasta que no se puedan liberar quirófanos convertidos en UCI y estén lo suficientemente limpios no podemos usarlos”, explica Carlos Castaño, traumatólogo del hospital Gregorio Marañón y presidente de Afem. En su centro se ha seguido interviniendo en caso de fracturas y tumores urgentes.

La Fundación Jiménez Díaz, uno de los centros de referencia de la capital, tiene previsto abrir tres quirófanos el próximo lunes y hará un test de diagnóstico a los pacientes dos días antes de someterse a una operación. Solo se intervendrá a los que den negativo. La práctica se extiende en todos los hospitales. Una infección en un postoperatorio puede ser mortal, según constata un estudio publicado en The Lancet y elaborado con 34 pacientes de Wuhan. El virus atacó con especial virulencia a estos enfermos, según las conclusiones, que han puesto en alerta a los médicos sobre la idoneidad de retomar ya las operaciones.

“Los oncológicos suelen ser los primeros en todo”, asegura el Jefe de Servicio de Oncología del hospital Doce de Octubre, José Pérez Regadera, que avanza que los hospitales van a tener que enfrentar una “avalancha de pacientes que esperan ser operados”. Su servicio ha sido de los menos afectados puesto que 110 de los 180 pacientes que reciben quimioterapia y radioterapia en el centro han continuado acudiendo. Solo han seguido recibiendo tratamiento aquellos que corrían riesgo si lo dejaban temporalmente. Pérez Regadera cree que aún pasarán al menos dos semanas para empezar a “tener un punto de mejora”.

Otro debate organizativo pendiente es el reajuste de los servicios parados por la pandemia y la vuelta de los especialistas volcados con Covid a la atención regular a sus pacientes en planta y consultas. Los propios sanitarios pueden convertirse en vectores de transmisión. 

Los pacientes no Covid ya superan a los Covid

Los hospitales públicos de Vitoria han registrado esta semana un dato esperanzador: el número de pacientes hospitalizados no contagiados ya es mayor que el de infectados, según los datos del hospital de Txagorritxu y de Santiago. Ya hay servicios específicos que están volviendo a sus funciones por la reducción de los ingresos por coronavirus. Txagorritxu ya ha recuperado dos plantas y Santiago, una, para otras patologías, informa Iker Rioja.

Pasa en todas las comunidades. Las plantas de Psiquiatría empiezan a recuperar su actividad en Madrid, por ejemplo. En el hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, la planta séptima, habitualmente dedicada a ictus, ya se está limpiando para volver a esta actividad tras quedar vacía de coronavirus. Otro ejemplo es el de Parc Taulí de Sabadell, donde se prevé retomar cierta actividad de oncología y cirugía.

Entre los planes del Departamento de Salud de la Generalitat está seguir usando los polideportivos y hoteles para pacientes de coronavirus para que sea en estos espacios donde se concentren los casos más leves y así los hospitales puedan reabrir las unidades y plantas liberadas, como en el caso de Madrid con Ifema. 

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