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España llega a la segunda dosis de la vacuna lastrada por el arranque desigual de las comunidades

Un sanitario de la residencia Virgen del Milagro de Rafelbunyol, en Valencia, durante el primer día de vacunación contra la COVID-19 en España.

Belén Remacha

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Este domingo se han cumplido exactamente tres semanas desde que en España se puso la primera vacuna contra la COVID-19. Fue a Araceli Hidalgo, en la residencia Los Olmos de Guadalajara. Así que este domingo, 21 días después, ha comenzado en varias comunidades el operativo para poner la segunda dosis que requiere el suero, de Pfizer/BioNTech, que logrará (con un 95% de efectividad) la inmunización completa de esos primeros pacientes. A Araceli Hidalgo le ha sido puesta la mañana de este lunes. A partir de ahora la campaña se dividirá entre los ciudadanos que sigan recibiendo la primera dosis y los que ya reciban la segunda. Y las comunidades llegan a este momento en situaciones muy desiguales. Comunidad Valenciana, Galicia y Asturias han puesto el 92,1%, 86,3% y 85% de las dosis de las que disponen, según la última recopilación de datos, difundida el viernes por el Ministerio de Sanidad. En el otro extremo, Euskadi y Madrid llegan al 46,2% y el 51%. Estas dos últimas se han estancado mientras otras aceleraban: Cantabria empezó en el último puesto y ya ha administrado el 100% de las recibidas, de acuerdo con los datos comunicados por la región durante el fin de semana.

Desde ese 27 de diciembre y hasta este viernes, en España se ha puesto la primera dosis a 768.950 personas. El ritmo se ha duplicado en una semana. El objetivo marcado por el Ministerio de Sanidad es que en marzo se haya completado la inmunización de algo más del triple, 2,5 millones de ciudadanos: los sanitarios, usuarios de residencias y grandes dependientes de nuestro país. Había otro a mucho más corto plazo, era haber conseguido este domingo vacunar a todos los usuarios y profesionales de residencias, para poder ponerles en las próximas semanas la segunda dosis. Ni todas las comunidades dan datos, ni todas lo alcanzan. La Comunidad de Madrid informó de que en estos centros el viernes había alcanzado al 50% y esperan llegar al 90% al final de la semana del 18 de enero. El viceconsejero de Salud madrileño arguyó que las consecuencias de la nevada sobre la capital han retardado los planes, pero la región ya iba lenta de antes. Otras sí que lo han logrado, como la Región de Murcia y Canarias, a falta solo de las que tienen brotes activos, donde no se recomienda. Galicia iba el viernes por el 94%.



En datos globales, España se ha colocado estas tres semanas en la tabla media-alta de los países de su entorno que tienen la misma disponibilidad de vacunas. Se ha vacunado al 1,45% de la población, muy poco menos que Italia, que lo ha hecho con el 1,61%; algo más que Alemania (1,01%); y el triple que Francia (0,49%). Les supera a todas Reino Unido, que comenzó dos semanas antes que la Unión Europea y que está administrando ya también la de Oxford/AstraZeneca. España lo ha hecho casi al completo con la de Pfizer/BioNtech, de la que hay en nuestro país ahora mismo más de un millón de dosis. De Moderna hay solo 35.700, de las que se han puesto 417. Pfizer comunicó este viernes que va a hacer una reducción en su suministro temporal para mejorar la producción, y la presidenta de Madrid dijo horas después por primera vez que ese es el motivo por el que no están usando todas sus dosis. Pero varios expertos consultados aconsejan no seguir esa estrategia, y la farmacéutica ha explicado que están trabajando para que a corto plazo tenga “el mínimo impacto” y no haya problemas de abastecimiento.



Una campaña compleja que sale adelante gracias a los sanitarios

Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología y jefe del servicio epidemiológico de Canarias, celebra la comparativa mundial y cree que se debe “a la pulsión vacunadora que tiene nuestro sistema sanitario público y a la gran profesionalidad de los sanitarios de nuestro país. Hay que seguir así, sobre todo en la senda de cubrir a las personas mayores de las residencias en el contexto de una tercera ola”. Está siendo una campaña “compleja”, describe, por dos motivos: porque no se ha hecho nunca esto de querer ir tan rápido llegando a la máxima gente posible “en un contexto de tanta presión asistencial”; y porque el suero de Pfizer tiene una logística “extremadamente compleja, en ultracongelación y con una vida media muy corta en nevera”. Las dosis de Pfizer solo aguantan seis horas a una temperatura considerada normal, y esta circunstancia ha hecho que estas semanas se presenten problemas por ejemplo a la hora de decidir qué hacer si sobran viales ya mezclados.

Para García Rojas, lo principal a analizar es el hecho de que durante estas tres semanas todas las comunidades han tenido los mismos problemas, la conservación en ultracongelación y la dilución del suero, “pero los ritmos han sido muy diferentes. Y esto se traduce en que, además de la complejidad, hay otros aspectos que están influyendo de tipo organizativo. Se tendrán que evaluar y replantear para que no se arrastre más el cuello de botella”. “No deja de ser curioso y no es casualidad –sigue el vacunólogo, que se puso la dosis que le tocaba el miércoles– que las comunidades que mejor están vacunando son las que tienen un sistema sanitario mejor financiado, como Asturias. Y las que no lo tienen tan potente vayan a la cola”.

Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), apunta a lo mismo: “Que haya sido desigual muestra una ventaja del Estado autonómico. Si uno quiere mejorar, ya sabe lo que tiene que hacer: fijarse en Asturias. Esta competencia en la capacidad de gestión puede llegar a ser enriquecedora”. Asturias y Galicia eran las únicas comunidades que desde el principio estaban dando incentivos para las enfermeras que doblaran turnos durante la campaña. Estos primeros 21 días, sigue Hernández, deberían servir asimismo para afinar la organización “donde no estaba totalmente afinada. En otras parece que arrancar les costó, pero ya lo hicieron tras las festividades”.



¿Se ha podido aprender algo que haya que cambiar a partir de ahora? Juan Navarro, presidente de la Sociedad Valenciana de Medicina Preventiva y miembro de la junta directiva de la estatal, revisaría tras estos días alguna cosa, por ejemplo, la indicación de que no se pueda vacunar en residencias con brotes, “igual que vacunamos en hospitales, con altas incidencias, podemos hacerlo ahí”. Amós García Rojas difiere de esto, porque se trata de población delicada. Él piensa que el plan de vacunación nacional que elaboró el Ministerio junto a técnicos externos y de las comunidades es “muy científico” y ha servido para poner en marcha el operativo, más allá de que haya que evaluar a las regiones concretas que estén yendo “a ritmo más deficitario”.

Los expertos y profesionales coinciden en destacar que estamos metidos en una fase relativamente fácil. Entre enero y marzo el objetivo es vacunar en total a 2,5 millones de personas, pero la mayoría están acotadas en centros o se las vacunará en su domicilio. La dificultad real llegará cuando finalice esta parte, cuando se vuelva más masiva –todavía no está publicado cuáles serán los siguientes grupos, de entre los 15 que Sanidad dividió a la población– y entren en juego las citaciones en Atención Primaria. “Ese será el reto”, zanja Amós García Rojas. La parte buena, apunta Ildefonso Hernández, es que para entonces ya tendremos más experiencia; y presumiblemente más suministro, sobre todo si la Unión Europea aprueba como está previsto a finales de enero la de Oxford/AstraZeneca, porque es un suero que se conserva en nevera convencional, mucho más fácil de manejar: “Confío en que podremos ponerlas, pero hay que organizarse”.

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