La Iglesia advierte, sin citarla, que la amnistía conducirá “a una mayor división y confrontación entre los españoles”
Aunque no la citó en momento alguno de su discurso, la crispación que se vive en España a causa de la amnistía fue uno de los ejes de las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, durante la apertura de los trabajos de la Asamblea Plenaria de la Iglesia española. En su intervención, el cardenal de Barcelona advirtió que la futura norma conducirá “a una mayor división y confrontación entre los españoles”. “No valen tentativas reformistas que fragmenten la convivencia”, insistió el purpurado, en un largo discurso en el que también arremetió contra“ la difamación pública causada por una intencionada y errónea extrapolación realizada por algunos medios de comunicación” de la encuesta de GAD3 incluida en el informe del Defensor del Pueblo, y que hablaba de 440.000 víctimas de la pederastia clerical.
Sí improviso un par de frases dirigidas a Pedro Sánchez: “Confío en que el presidente del Gobierno dedique todas sus fuerzas a coser las heridas sociales que han provocado algunos de los recientes pactos de investidura. Invito a mirar a largo plazo (...). Un país unido, capaz de enriquecerse y que asegure la igualdad de todos los ciudadanos”.
Omella no citó en un solo momento la palabra maldita, pero sus efectos resonaron a lo largo de todo su discurso. Así, Omella clamó por no establecer “cordones sanitarios ni exclusiones” y sugirió que “cualquier acuerdo que trate de modificar el status quo” de la Constitución de 1978 debe contar “no sólo con el consenso de todas las fuerzas políticas”, sino también “con el apoyo de una mayoría muy cualificada de la sociedad, como establece la propia Constitución”.
“De no ser así, tales pactos solo conducirán a una mayor división y confrontación entre los españoles” auguró Omella, quien añadió que “no vale el inmovilismo para frenar cualquier reforma, pero tampoco valen tentativas reformistas que fragmenten la convivencia en España”, en un momento, también, de máxima división entre los obispos españoles, que tras la plenaria rendirán visita al Papa Francisco en una inédita llamada del pontífice que se interpreta como una llamada de atención ante la deriva ultraconservadora de la Iglesia de nuestro país.
“En este tiempo de división y polarización social, invito de corazón a todo el pueblo de Dios a que permanezcamos más unidos que nunca”, clamó el cardenal de Barcelona, quien tampoco citó la visita papal, pero sí insistió en que “la división socava la armonía, debilita la resistencia y dificulta la consecución de metas comunes”.
Tampoco habló Omella sobre la auditoría de Cremades, pero sí arremetió contra el informe del Defensor del Pueblo y, en concreto, con la encuesta encargada a GAD3 y las extrapolaciones de datos. “Nos sentimos obligados a manifestar el dolor, y el malestar que hemos sufrido ante la difamación pública causada por una intencionada y errónea extrapolación realizada por algunos medios de comunicación”, criticó el purpurado. “Expresamos nuestra intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta”, continuó Omella.
“¿Qué finalidad hay detrás de este disparate?”, se preguntó el presidente de los obispos, quien tildó de “inaceptable” la extrapolación, y sentenció: “Hemos revisado la información sobre la referida encuesta que aporta el Defensor del Pueblo en su informe y, francamente, nos resulta imposible confiar en la veracidad y fiabilidad de tales resultados”..
Pese a ello, el líder de la Iglesia española reiteró que “nuestra lucha contra toda clase de abusos debe continuar sin cesar”. De hecho, en esta Plenaria, y al margen de la auditoría de Cremades, la CEE presentará un plan de reparación integral de las víctimas, que por primera vez incluirá el resarcimiento económico y que, en principio, debía ser parte de un informe, el de Cremades, que en el seno del Episcopado nadie espera.
En todo caso, Omella manifestó “sin ambages la vergüenza y la pesadmbre” de la pederastia clerical, y “nuevamente pedimos perdón a todas las personas que han sufrido debido a estas execrables acciones, especialmente a las víctimas y sus familias. No hay palabras suficientes para expresar cuánto lamentamos su dolor, así como la traición cometida por parte de algunos miembros de nuestras comunidades”.
“Nos mostramos plenamente dispuestos a escuchar, apoyar, reparar y ofrecer la ayuda que necesiten para sanar las heridas”, incidió Omella, quien se comprometió a “trabajar juntos para construir una Iglesia más justa, segura y compasiva, donde cada persona sea amada, valorada y respetada”, finalizó.
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