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Localizan la región del cerebro que nos ayuda a decidir el voto en unas elecciones

Corteza orbitofrontal señalada en una resonancia magnética / Paul Wicks

Teguayco Pinto

Un equipo de científicos ha conseguido identificar la región del cerebro que nos permite integrar diferentes informaciones para poder tomar una decisión a la hora de votar. La región en cuestión es la denominada corteza orbitofrontal lateral (COFL), situada sobre la base del cráneo, justo encima de los ojos.

Estudios anteriores habían apuntado a que esta región del cerebro está relacionada con nuestra capacidad para juzgar rasgos sociales y con la toma de decisiones en el ámbito económico, como la elección entre dos bienes de consumo similares. Sin embargo, no quedaba claro cómo colaboran las distintas áreas del cerebro a la hora de tomar una decisión concreta.

Este nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Neuroscience, ha mostrado que la COFL también nos ayuda a tomar decisiones en el ámbito político y que “tiene un papel importante cuando la elección es difícil, ayudándonos a tomar una decisión entre diversas opciones de valor similar”, ha asegurado a eldiario.es una de la autoras principales del estudio, la doctora Lesley K. Fellows, del Instituto Neurológico de Montreal (Canadá).

Un experimento de elecciones simuladas

Para llegar a esta conclusión los investigadores realizaron un ejercicio de elecciones simuladas con 78 sujetos. Los participantes en el experimento debían elegir entre varios candidatos, de los que solo tenían una fotografía. Entre los sujetos del estudio 7 tenían una lesión en la COFL, 18 tenían otro tipo de lesión en la zona frontal del cerebro (sin afectar a la COFL) y los 53 restantes carecían de lesión alguna.

Estudios recientes sobre el comportamiento político sugieren que las decisiones de voto están influenciadas por la primera impresión que nos ofrecen los candidatos, a los que atribuimos distintas competencias basándonos solo en la apariencia física. Al ver las fotos de los candidatos los participantes se hacen una idea de cómo son (si les parecen seguros de si mismos, cercanos, etc.), lo que les ayudará a decidir entre uno u otro. 

Teniendo esto en cuenta los investigadores pidieron a los participantes, no solo que escogieran un candidato, sino que también puntuaran su atractivo físico y las competencias o rasgos que les atribuían. Los resultados mostraron que las elecciones realizadas por los sujetos que no tenían lesión en la COFL se basaban tanto en el atractivo físico del candidato como en la percepción que tenían de esas posibles competencias o rasgos. Sin embargo, los que tenían una lesión basaron su decisión fundamentalmente en el atractivo físico.

La conclusión es que incluso cuando tenemos muy poca información para trabajar (solo fotografías de los candidatos), todavía podemos confiar en un conjunto más o menos complejo de factores que nos permitan tomar una decisión y “esta región del cerebro nos ayuda a focalizar nuestra atención en aquellos factores que son realmente importantes”, afirma Fellows. Mientras que las personas que tienen algún tipo de lesión en la COFL no son capaces manejar un número tan elevado de factores, con lo que su decisión se basa en informaciones más simples. Lo que muestra este estudio, asegura Fellows, “es que los daños en la COFL afectan a aspectos específicos de la toma decisiones, con lo que podemos concluir que esta región es fundamental para esta función”.

Ante la pregunta de si esta variación en las decisiones pudiera deberse a otros motivos, Fellows ha asegurado que “el efecto medido es demasiado grande y sigue los patrones de otros casos en los que hay lesiones que afectan a un área que es fundamental para un comportamiento determinado”. Según la investigadora, esto asegura que “no estamos detectando posibles efectos debidos a cuestiones ideológicas o personales de los participantes, ya que en ese caso, los efectos serían mucho menores”.

Una decisión más simple no es menos razonable

Pero el hecho de que una persona con una lesión en la COFL no pueda manejar tantos factores no implica necesariamente que su decisión sea peor o menos razonable, asegura Fellows. Un sujeto sano no tiene porque ser capaz de valorar toda la información disponible a la hora de votar, como la información de los sondeos, los programas electorales, posibles estrategias, partidos políticos, etc. Según Fellows, “podemos pensar que somos capaces de tomar una decisión atendiendo a todos los factores, pero puede que la maquinaria de nuestro cerebro no esté a altura y de forma consciente o inconsciente terminemos por tomar una decisión basándonos en un conjunto más reducido de factores”.

Los investigadores concluyen que es muy probable esta región del cerebro se utilice para construir las impresiones que nos permiten tomar decisiones también en otros ámbitos, no solo en el político y el económico. Además, la doctora Fellows asegura que el estudio de la corteza orbitofrontal “puede ayudarnos a comprender mejor los cambios de personalidad, de juicio y de comportamiento que se observan en muchas enfermedades neurológicas que implican daños en esta zona”.

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