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Ómicron multiplica por cuatro los contagios de los sanitarios y pone en jaque a un sistema exhausto

Imagen de archivo de personal sanitario del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) en la UCI para enfermos de COVID-19. EFE/Quique Garcia

Sofía Pérez Mendoza / Victòria Oliveres

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Los contagios entre sanitarios y sanitarias se han cuadruplicado en un mes. En la última semana del año se diagnosticaron 3.952 infecciones entre profesionales, según los datos del Ministerio de Sanidad. Son el 2,4% del total de positivos en este sector desde que hay cifras: 116.627.

La progresión es rapidísima. A finales de noviembre la cifra se situaba alrededor de 1.000 contagios a la semana. El aumento de la incidencia entre sanitarios era previsible con la explosión de contagios en la sexta ola. “Son una parte más de la sociedad, refleja lo que pasa en todos lados, con un riesgo superior”, afirma el secretario de la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM), Gabriel del Pozo.

Pero el crecimiento severo de los positivos en las plantillas de hospitales y centros de salud, que supera por mucho a la quinta ola, impacta sobre un sistema exhausto y presionado por ómicron, en medio de un periodo vacacional y con profesionales con bajas psicológicas tras casi dos años de pandemia.



El conjunto supone una seria amenaza para el funcionamiento de algunos servicios. En el centro de salud de Raquel Collado, médica de familia en Fuenlabrada (Madrid), dos compañeros de 15 están de baja y otros cinco de vacaciones. Tres, además, están viniendo a trabajar pese a que conviven con una persona positiva, cuenta Collado, que este lunes ha doblado turno en la sala COVID de su ambulatorio. “Es la única manera de que el trabajo salga”. Asegura que ha pasado dos noches sin dormir pensando en la vuelta al centro de salud tras el fin de semana de Nochevieja. “90 minutos de retraso en la atención a los pacientes con sospecha, la cola sale del centro y llega al parque”, resume a mitad de la jornada.

En el hospital Sant Pau de Barcelona, hay 27 profesionales infectados y 38 en cuarentena de una plantilla de 4.300 trabajadores, explica el coordinador Covid del centro, Pere Domingo, en conversación con elDiario.es. “A nivel de enfermería plantea problemas porque no es fácil encontrar sustitutos en estas fechas y causa un estrés adicional en unos profesionales ya de por sí estresados”, añade. El territorio con una tasa más alta de contagios en España, Navarra, ha forzado a los sanitarios a suspender sus vacaciones ante el aumento de la presión asistencial y el alto número de bajas del personal de la sanidad pública, un 4%. En Euskadi ha ocurrido en algunos casos, como en Aragón. El centro zaragozano Miguel Servet está revisando los días libres ya comprometidos en enero. Y en el hospital de Torrejón de Ardoz, en Madrid, se han tenido que anular algunas cirugías por las bajas inesperadas del personal. Las peores semanas en los hospitales aún no han llegado: se esperan para mediados de enero con incertidumbre sobre su verdadera magnitud tras cambiar el estilo de gestión de la pandemia y solo apostar por testar a sintomáticos.



Las comunidades con más casos notificados entre sanitarios son precisamente Navarra (1.600 en los últimos 14 días), Galicia (876) y Murcia (696), aunque los datos pueden estar infradimensionados. El Govern catalán confirmaba este lunes que 2.500 sanitarios están de baja, pero en la estadística del Ministerio a 14 días la cifra de contagios se reduce a 365. Esto se explica porque en Catalunya algunos hospitales continúan cuarentenando a los contactos estrechos y porque las bajas no solo son por Covid. La Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM) advierte de que hay un número importante de bajas vinculadas a motivos psicológicos por el agotamiento dos años después del inicio de la pandemia.

El aumento de contagios ha empujado a España a tomar algunas decisiones para amortiguar el impacto de la onda en sanitarios y otros profesionales esenciales, como la reducción acordada hace una semana de los confinamientos de los positivos y de las cuarentenas de los contactos no vacunados de diez a siete días, aunque los técnicos pedían tiempo para recabar más evidencia. Unos días antes, la Comisión de Salud Pública también decidió que ningún contacto estrecho haría cuarentena si estaba inmunizado.

Estos pasos ya se han dado en otros países y responden más a motivos socioeconómicos que sanitarios Es el caso del Reino Unido, donde el Gobierno prevé que la evolución de la ola puede dejar fuera de juego al 25% de las plantillas de Sanidad y Educación del país y ya hay hospitales que han tenido que limitar su actividad por falta de profesionales.

“Hay mañanas en las que se han hecho 70 PCR al personal”

Los servicios de salud laboral no dan abasto. El protocolo de Sanidad da prioridad a estos profesionales en el seguimiento de la infección: se les hace una PCR a los 3 o 5 días del último contacto y un test de antígenos al séptimo día del inicio de síntomas si son positivos tras el cambio en las cuarentenas para garantizar que se reincorporan negativos al puesto de trabajo. “Hay mañanas que se han hecho 70 PCR a plantilla y todas esas personas se quedan trabajando, si sus síntomas son leves y pueden, hasta que les dan el resultado. ¿Cómo van a mandar a 70 de golpe a casa?”, relatan fuentes sindicales del hospital de Alcalá de Henares (Madrid), que aseguran que esta forma de proceder se ha iniciado en la sexta ola a raíz del aumento de infecciones entre los compañeros. “Entendemos que porque falta gente”, añaden.

Las bajas han provocado llamadas intempestivas a 31 de diciembre para cubrir turnos que de repente quedaban sin personal por los positivos. El cierre de una unidad de cirugía y una parte de la planta de digestivo ha permitido, matizan los sindicatos en este caso, disponer de un pequeño excedente de trabajadores que inmediatamente han sido redirigidos a otros servicios.



Comisiones Obreras alerta de que las plantillas están viéndose “diezmadas” a marchas forzadas por “los contagios, el cansancio y la falta de continuidad de los contratos de refuerzo COVID, miles de los cuales terminaron a finales de octubre y no fueron renovados por diferentes administraciones autonómicas”. “Todo ello provoca disfunciones en el normal desarrollo de la actividad de los servicios, principalmente porque el personal tiene que trabajar largas jornadas, doblar turnos y ver sus días de descanso e incluso sus vacaciones pospuestas, lo que influye negativamente en la salud física y mental, y en el nivel de concentración y alerta que este personal necesita”, asegura el secretario general de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (FSS-CCOO), Humberto Muñoz Beltrán.

El sindicato Satse constata “problemas de cobertura a todos los niveles” en Euskadi porque el volumen de positivos en la sociedad en general se traslada también a las plantillas de los centros hospitalarios y de atención primaria. A falta de datos oficiales por parte de Osakidetza, la estimación de Satse es que son entre el 4% y el 7% los sanitarios de baja. Pone como ejemplo la OSI Donostialidea, que abarca los centros de la capital y de su zona de influencia. En ella hay del orden de 265 personas confinadas.

La situación “vuelve a poner al descubierto el descosido del traje de nuestra sanidad” tras seis olas de contagios, concluye Gabriel del Pozo (CESM), que critica que la administración “parchee” el agujero de profesionales con “acortamientos de los tiempos de confinamiento” para reducir la repercusión.

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