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La OMS alerta de las consecuencias de la crisis climática en la salud: “Lo que está matando al planeta mata a las personas”

La contaminación causa 10.000 muertes año España y 7 millones en el mundo

David Noriega

11 de octubre de 2021 16:57 h

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El tiempo se acaba. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado este lunes un informe en el que alerta de las consecuencias de la crisis climática y el calentamiento global en la salud. En él, este organismo advierte que “las mismas acciones insostenibles que están matando a nuestro planeta están matando a la gente”. En concreto, algunos de los datos que ofrece el estudio son que cada minuto fallecen en el mundo 13 personas a causa de la contaminación del aire, que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud o que alcanzar los objetivos del acuerdo de París salvaría millones de vidas al año.

El informe, que se publica en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que comenzará a finales de octubre en Glasgow, señala directamente: “La quema de combustibles fósiles nos está matando. El cambio climático es la mayor amenaza para la salud que enfrenta la humanidad. Aunque nadie está a salvo de los impactos del cambio climático en la salud, los más vulnerables y desfavorecidos los sienten desproporcionadamente”.

“Nunca ha sido más evidente que la crisis climáticas es una de las emergencia sanitarias más urgentes a las que nos enfrentamos”, indica la directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, María Neira. La experta señala que reducir la contaminación del aire a los niveles que recomienda la OMS permitiría “reducir el número total de muertes mundiales por contaminación del aire en un 80% y reduciría drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero” y que un cambio a dietas basadas en vegetales “podría reducir las emisiones globales, garantizar sistemas alimentarios más resilientes y evitar hasta 5,1 millones de muertes relacionadas con la dieta al año para 2050”.

Para ello, el informe pide que los Estados establezcan “compromisos climáticos nacionales ambiciosos si quieren mantener una recuperación saludable y ecológica tras la pandemia de COVID-19” y que apuesten por una acción transformadora en todos los sectores. Desde la energía y el transporte hasta los sistemas de alimentación y las finanzas. Y, por supuesto, alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, que “salvaría millones de vidas cada año”. Unos objetivos que están en este momento lejos de lograrse porque “la mayoría de procesos de toma de decisiones climáticas no tienen en cuenta los beneficios para la salud y su valoración económica”.

En su informe, la OMS realiza diez recomendaciones que destacan “la urgente necesidad y las numerosas oportunidades para que los gobiernos prioricen la salud y la equidad en el ámbito internacional sobre el cambio climático y la agenda de desarrollo sostenible”. La primera se centra en el compromiso por una recuperación verde y sostenible tras la pandemia de COVID-19. Un compromiso que pasaría por alinear los objetivos climáticos y sanitarios, poner fin a todos los subsidios a los combustibles fósiles, apostar por la energía verde y garantizar el acceso para toda la población, incluir la perspectiva sanitaria en todas las políticas públicas, estar prevenidos para la próxima pandemia y garantizar el acceso a la vacunación de toda la población mundial.

Colocar la salud y la justicia social en el centro de las conversaciones

En ese sentido, en una carta abierta enviada a 197 líderes mundiales por 400 organizaciones que representan a 45 millones de trabajadores sanitarios, estos reclaman “colocar la salud y la justicia social en el centro de las conversaciones sobre el clima de la ONU”. Esta es otra de las recomendaciones de la OMS, que pide respetar el compromiso de no superar los 1,5º de calentamiento global, una barrera que, según un informe de la ONU, se superará ampliamente y llegará, al menos, a los 2,7º para finales de este siglo. “Cada fracción de grado amenaza con causar más muertes y destrucción económica”, ha advertido el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

En la carta, señalan que “aquellas personas y naciones que más se han beneficiado de las actividades que causaron la crisis climática, principalmente la extracción y el uso de combustibles fósiles, tienen la responsabilidad de hacer todo lo posible para ayudar a quienes ahora están en mayor riesgo”. El director de la OMS hace hincapié también en la pobreza como factor clave de desigualdad ante la crisis climática: “El cambio climático afecta a todos los países, pero afecta más a las poblaciones de ingresos bajos y medios. Cualquier retraso en actuar frente a esta amenaza para la salud mundial afectará de manera desproporcionada a los más desfavorecidos del mundo”. Por eso, exigen también que se amplíe la financiación para que los países más vulnerables puedan abordar la crisis climática y sanitaria. Una medida que ya se recogió en París, con el compromiso de invertido 100 mil millones de dólares año para el clima.

La directora ejecutiva de la Global Climate and Health Alliance, Jeni Miller, ha destacado que “los incendios forestales, las inundaciones, las olas de calor y las sequías que afectan a la salud de las personas han aumentado en todo el mundo, lo que agrava otros desafíos para la salud como la pandemia”. Por eso, ha indicado que “la integración de la salud y la equidad en la política climática protegerá la salud de la población, maximizará el rendimiento de las inversiones y generará apoyo público a las respuestas urgentes de los gobiernos a la crisis climática”.

El informe pide priorizar las intervenciones climáticas con mayores beneficios sanitarios, socioeconómicos y medioambientales a todos los niveles, adoptando políticas que reconozcan el derecho de la población a vivir en ambientes limpios, seguros y sostenibles e invirtiendo en investigación para analizar el impacto del cambio climático en la salud y los beneficios de las medidas contra esta crisis en la misma. Además, reclama proteger y adaptar los sistemas sanitarios ante la crisis climática que deja cada día fenómenos más extremos con consecuencias devastadoras para la salud y que colapsan todos los niveles de la asistencia sanitaria y evaluar qué poblaciones están más expuestas al riesgo de contraer enfermedades vinculadas para garantizar una atención adecuada.

Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles

En el plano energético, el informe señala la necesidad de crear sistemas que protejan el medioambiente y la salud. Esto es, prescindir gradualmente los combustibles fósiles que causan siete millones de muertes cada año, eliminando los subsidios que reciben y gravando su actividad, invertir en energías limpias en los hogares y asegurar una transición justa para los trabajadores y trabajadoras de estos sectores y las comunidades que viven actualmente de estas industrias.

La OMS también pone el foco en las ciudades, donde se emiten más del 60% de los gases de efecto invernadero. La solución que plantea este organismo es reducir el uso del automóvil privado en favor de la bicicleta o el transporte público, pero también repensar la planificación urbana para crear espacios para las personas, integrando salud, equidad y un entorno verde en el que vivir y que esté preparado para el futuro.

Otra de las recomendaciones del informe publicado este lunes pasa por proteger y restaurar los entornos naturales y los ecosistemas y reconocer los vínculos entre las personas, los animales y la salud de los ecosistemas para prevenir y anticipar los riesgos y el impacto, por ejemplo, de enfermedades infecciosas. En este caso, la OMS pide compromisos concretos, como el de proteger al menos el 30% de la tierra y el mar para 2030, priorizando las áreas más importantes para la biodiversidad.

La Organización Mundial de la Salud también reclama cambios en la alimentación. En concreto, la OMS apuesta en su informe por promover la producción de alimentos sostenibles y dietas más asequibles y nutritivas. Para ello, propone eliminar las ayudas a la actividad agraria no sostenible y apoyar una transición justa. Este nuevo concepto de alimentación permitiría “dotar a la población de una comida más saludable y nutritiva, mientras se reducen las emisiones perjudiciales para el medioambiente y se protegen los recursos naturales”, indica.

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