Catalunya y Madrid recurren a los cribados para tratar de frenar los contagios que escapan a sus radares de rastreo
Madrid y Catalunya acumularon casi la mitad de los 16.269 positivos que se comunicaron tras el fin de semana, una cifra muy por encima de lo deseable, según reconoce Sanidad. Ambas comunidades –Catalunya, hace diez días, y Madrid, este lunes– han sido las primeras en España en recurrir a test aleatorios en barrios concretos para calibrar el nivel de transmisión comunitaria en esas zonas y cortar cadenas de contagios que escapan a sus sistemas de rastreo.
Esta nueva estrategia, dirigida a identificar personas asintomáticas que están contagiando el virus, se ha puesto en marcha en Madrid en un momento crítico para la región mientras en Catalunya la coyuntura es ahora más estable. Además, los mecanismos de funcionamiento tienen algunas diferencias.
En Madrid, se convoca por SMS solo a una parte de la población, la que se ha seleccionado aleatoriamente para que pueda hacerse la prueba PCR. Se trata en principio de personas de entre 15 y 49 años, aunque en la práctica cualquier vecino del distrito donde se han inaugurado los cribados este lunes, Carabanchel (el barrio madrileño con más incidencia), ha podido someterse a la prueba. Incluso si estaba fuera de la franja de edad establecida, lo que rompe las reglas marcadas. En Catalunya, sin embargo, pueden ir todos y se avisa básicamente a través de carteles colgados en los bloques de pisos.
Por lo demás, en ambos casos se centran en los barrios con mayor incidencia y presentan un circuito parecido: si la PCR es positiva, el afectado recibe en menos de 48 horas una llamada que le advierte de que debe iniciar la cuarentena y facilitar sus contactos. Si es negativa, se le comunica por SMS.
Ahora es en la capital de España y en algunos municipios de la Comunidad, que cuenta solo con 560 rastreadores y una eficacia muy cuestionada, donde la tendencia en el último mes ha sido la subida exponencial de los contagios. La Consejería de Sanidad ha pasado de contabilizar 338 semanales el 17 de julio a 9.430 en los últimos siete días, según las cifras más actualizadas ofrecidas por Sanidad. Una cifra multiplicada por 27. Solo ayer ingresaron 896 personas en los hospitales, el dato más preocupante. Los expertos consideran que los cribados pueden ser “la antesala” de medidas más restrictivas, como las adoptadas en decenas de municipios de Catalunya en julio. Incluido el confinamiento de áreas determinadas para cortar con la movilidad.
“Si nos movemos damos mucha ventaja al virus. Madrid está en el centro. Es importante pensarlo de alguna manera”, ha anticipado el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, tras una visita al centro de especialidades de Carabanchel donde han arrancado las pruebas PCR aleatorias. En la Comunidad de Madrid ya se contempla una escalada en las restricciones que pasaría, si es necesario, por delimitar la movilidad en territorios especialmente afectados. La medida se tomaría con la referencia de la respuesta que puede dar el sistema sanitario ante el aumento de casos.
En Catalunya, los cribados se realizan en zonas muy delimitadas, la mayoría en el área metropolitana de Barcelona, y se han adoptado en una coyuntura de mayor estabilización. Los grandes brotes de julio, como el de l'Hospitalet o especialmente el de Lleida, que puso en el punto de mira el deficiente sistema de rastreo catalán, no han ido a más. Y la incidencia acumulada de contagios ha descendido moderadamente hasta situarse en 152 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas, por debajo de Aragón, País Vasco, Navarra, Madrid y Baleares. Aunque la acumulación de contagios desde el 27 de julio es superior a la de Madrid.
Las autoridades siguen advirtiendo del riesgo de que se vuelvan a descontrolar. Y la incidencia en algunos de los barrios en los que la Generalitat ha llevado a cabo la campaña de tests PCR es muy elevada. El de Torre Baró y el área seleccionada del barrio de El Besòs i el Maresme presentaban a 10 de agosto unas incidencias de 510 y 467 casos por cada 100.000 habitantes en los 14 días anteriores, una cifra superior a los 173 de media de la capital catalana.
El área más afectada de la capital madrileña, el distrito de Carabanchel, tenía hace días una incidencia de 192 casos por cada 100.000 habitantes en los 14 días anteriores. La media de la región era de casi 113. Pero esto según el último informe epidemiológico de la semana pasada. Según los datos del Ministerio de Sanidad, hoy la Comunidad de Madrid acumula una incidencia de 233 casos, la tercera peor de España después de Aragón y País Vasco.
Entre un 1,6 y un 3% de asintomáticos
Ante el escenario catalán de desaceleración, el Departamento de Salud ha defendido el modelo de PCR masivas como una forma de anticiparse a una mayor transmisión del virus allí donde detectan que puede estar disparándose. En los últimos diez días, se han realizado en ciudades como Terrassa, Santa Coloma, Sabadell, Ripollet y Barcelona. De los cientos de pruebas realizadas, entre un 1,6 y un 3% resultaron ser positivos asintomáticos.
En Madrid aún no hay resultados porque las pruebas han comenzado este lunes. Y aunque se limitan a 1.000 habitantes por cada una de las seis zonas problemáticas detectadas, la argumentación de la Consejería para realizarlas es la misma: frenar el contagio antes. La región solo detecta a un 7% de asintomáticos desde el 10 de mayo, según la última cifra incluida en un informe oficial, desmentida después por el consejero, Enrique Ruiz-Escudero y eliminada del documento. Una cifra menor que otras comunidades autónomas, como advirtió hace más de una semana el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
“En Madrid los datos nos están dando muchas señales de que se ha perdido el control, de que hay una transmisión comunitaria. En este caso una muestra nada más no sirve porque es mucho esfuerzo para localizar a pocos positivos. Habría que hacer 100.000 PCR para dar con 100 positivos, según la incidencia actual en la Comunidad”, explica José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. El Ministerio de Sanidad ha advertido este lunes que “algunos hospitales están empezando a sentir presión” y ha colocado la región en la lista que ya engrosaban Catalunya, Aragón o Euskadi. La situación es “preocupante”, ha dicho Fernando Simón. El viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, evita hablar de “transmisión comunitaria”, aunque advierte de que la transmisión –a secas– ya es “alta”.
Joan Caylà, presidente de la Unidad de Investigación de Tuberculosis de Barcelona (UiTB) y jefe durante dos décadas del Servicio de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), sostiene que estos cribados pueden ser positivos, pero solamente si se cumplen dos condiciones añadidas: que sean en áreas muy acotadas con incidencia elevada –no en toda la población ni en cualquier barrio– y que vayan seguidas de un trabajo de rastreo de los casos eficiente. “Si no, se estará haciendo el trabajo a medias e incompleto”, sentencia.
La capital catalana ha sido la última ciudad a la que se han trasladado estos dispositivos del Departamento de Salud. El fin de semana se colocó la carpa en el barrio de Torre Baró, donde se llevaron a cabo 836 pruebas (sobre una población de 2.700), y este lunes empezaron en una zona del barrio de El Besòs i el Maresme, en el que habitan unas 10.000 personas. La intención es realizar al menos 1.200 PCR en tres días. Ambos vecindarios, de renta baja, han sido escogidos por tener una incidencia reciente de contagios muy superior a la media de la ciudad.
El 3% de asintomáticos se detectó en el barrio de Torre Baró, lo que supone alrededor de una treintena de personas. “Es un porcentaje relevante y hace pensar que la estrategia puede ser rentable y eficiente, sobre todo si a partir de ahora se estudian y controlan bien los contactos”, apunta Caylà.
“Es la segunda PCR que me hago este verano”
Alrededor de las 13 horas, bajo un sol que elevaba la temperatura a 29 grados, esperaban una decena de personas para hacerse la prueba en el dispositivo móvil levantado al lado del Centro de Atención Primaria Besòs. Entre ellos, Celsa Ribeiro, vecina de toda la vida, explicaba que no era la primera ocasión que se sometía al incómodo frotis nasofaríngeo. “Es la segunda PCR que me hago este verano, la primera fue porque mi hijo dio positivo en julio”, comentaba.
Para ella y la mayoría de los vecinos que acudían a hacerse la prueba, estos dispositivos son una herramienta más para descartar la infección en caso de ser asintomáticos. Cristina Cerezuela, que acudía con su pareja y su padre, lo valoraba así: “Yo soy población de riesgo, porque tengo problemas de pulmón y de corazón. Cuántos más asintomáticos se detecten, más protegidos estaremos”, resumía. Pero advertía: “Esto para que fuera más útil debería hacerse una vez al mes”. La limitación de las PCR es que muestran la situación de un día en particular, independientemente de que la persona haya pasado ya la enfermedad o pueda contagiarse al día siguiente.
Al mediodía, en el Besòs se habían realizado ya cerca de 300 PCR, un ritmo por encima del previsto, puesto que el Departamento de Salud calculaba hacer 400 al día. Sin excesivas colas, los responsables del dispositivo eran generosos a la hora de aceptar candidatos. Prueba de ello era la propia Cristina, que explicaba que está empadronada en Mallorca, donde vive con su pareja, pero que ha residido en casa de su padre, en este barrio barcelonés, desde mediados de julio. Técnicamente, no se podría hacer el test, pero a efectos del virus es tan vecina como los demás, por lo que han acabado aceptando su petición.
A la salida del centro de salud, Julio, Milenca y sus dos hijas se tomaban una foto, todos ellos con mascarilla, para inmortalizar el momento. “Si sirve para prevenir más casos, está bien, claro”, expresaba la mujer. Ella se contó entre las miles de personas que tuvieron síntomas a principios de marzo, pero no cumplía entonces con los requisitos para una PCR. “Estuve de baja, pero nunca sabré si tuve el coronavirus”, resumía.
El centro de especialidades de Carabanchel, en la madrileña calle Aguacate, ha tenido menos trasiego. La Consejería de Sanidad ha convocado aquí a los 1.000 primeros seleccionados para someterse a la PCR por ser el distrito con más incidencia por cada 100.000 habitantes. Este martes será el turno de Usera, el miércoles de Villaverde; Vallecas comenzará el jueves y el viernes y el sábado los tests se realizarán fuera de la ciudad, en los municipios de Alcobendas y Móstoles, respectivamente. En todas estas zonas, excepto en Usera por cuestión de tiempo, se ha decidido aumentar a 1.500 los convocados. El viceconsejero de Salud Pública ha avanzado que los tests aleatorios se implementarán en más zonas a partir de la semana que viene. Y se repetirán en aquellas donde no han tenido buena respuesta por parte de la población.
En Carabanchel, al filo del mediodía solo habían acudido 60 personas del millar que estaban citadas. Al final del día pasaron por la prueba 424, según datos de Sanidad. “No están viniendo”, advertía la subdirectora de Enfermería de Urgencias del Summa 112, Carmen Migueles, que ha coordinado el operativo. Mercedes Crespo sobrepasa el límite de edad de la muestra (49 años). Ha acudido con su hijo, Juan Francisco Rascán, a hacerse la prueba aunque ninguno ha sido convocado. Su marido ya se había acercado al centro a primera hora de la mañana y comprobó que “se la hacen a quien viene”. “Lo vimos ayer por la tele. Estás con el miedo en el cuerpo. Un cuñado mío ha muerto por coronavirus. Y es verdad que no tuvimos contacto con él, pero…”, dice Crespo antes de entrar a la consulta. No ha tenido síntomas y es su primera prueba.
El testeo es rápido: desinfección de manos y suelas del zapato, muestra de la tarjeta sanitaria y toma de la muestra en una salita por un enfermero protegido. Gafas, mascarilla, pantalla, bata. Unos segundos de molestia y el siguiente. Cierre de la muestra, cambio de guantes y vuelta a empezar. “Hay más periodistas que pacientes”, se escucha a una sanitaria en la sala de al lado. El viceconsejero ha convocado a la prensa este lunes y el centro de salud es un hormiguero de cámaras y periodistas.
Kevin y Christian enseñan el mensaje del móvil. Ellos sí han sido oficialmente citados como vecinos del distrito. El primero trabaja como conserje en un edificio; el segundo, de cara al público en un Burguer King. “Cuanto más controlados tengan los contagios, mejor para todos”, dice Kevin mientras espera su turno.
Datos y gráficos por Ana Ordaz y Victoria Olivères.
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