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La lujosa casa de subastas Sotheby's ofrece por primera vez una obra de arte autogenerada por una máquina

Memories of Passersby

David Sarabia

El precio de salida oscilará entre las 30.000 y las 40.000 libras, pero la experiencia previa indica que el precio se multiplicará, como mínimo, por diez. Es la primera Inteligencia Artificial que subasta Sotheby's, una instalación del artista alemán Mario Klingemann que pinta cuadros en tiempo real y de manera autónoma.

Se llama Memories of Passersby I y Klingemann la describe como “un dispositivo tecnológicamente muy avanzado que crea pinturas en tiempo real”. Se compone de un mueble de madera con un ordenador y dos pantallas enmarcadas donde se proyectan las pinturas que crea la IA.

Habrá que esperar hasta el día 6 de marzo para ver a la máquina en acción. Pero valga una pequeña muestra en vídeo aquí debajo para hacerse a la idea.

El único precedente conocido data de diciembre del año pasado, cuando Christie's, la otra gran casa de subastas londinense, subastó un retrato creado por otra máquina. A diferencia del de Klingemann, este solo presentaba la imagen fija de lo que parece ser un hombre entre los siglos XIV y XX, aunque sin rostro definido. Se vendió por 432.500 dólares (382.237 euros).

Las redes neuronales y los pinceles

En cada una de las dos pantallas de Memories of Passerby I se proyectan imágenes en tiempo real de las caras de un hombre (pantalla izquierda) y una mujer (pantalla derecha). La mayoría son bastante inquietantes, aunque hay que tener en cuenta que la máquina está continuamente creando nuevas obras.

“La máquina continuará creando retratos de gente que no existe por siempre”, explica Klingemann. “Usé retratos pintados por los grandes maestros de la historia del arte europeo occidental”, continúa. La máquina fue alimentada con pinturas de entre los siglos XVII y XIX, aunque las tendencias del artista hacia el surrealismo también han jugado un papel primordial a la hora de generar las creaciones.

La máquina ha sido alimentada por miles de pinturas y ha aprendido sola a mejorarse gracias al uso de las redes neuronales artificiales. “Se podría decir que han sido mis pinceles”, dice Klingemann, que ha tenido que aprender código e investigar cómo funcionan las redes generativas antagónicas (RGAs).

El algoritmo está compuesto por un Generador y por un Discriminador. El primero se encarga de crear imágenes nuevas a partir de las pinturas con las que fue alimentado. El segundo, como su propio nombre indica, tiene que diferenciar entre las creaciones (si son generadas o pintadas por un humano). Se trata de engañar al Discriminador para que considere como reales las imágenes generadas artificialmente.

“No es un video renderizado, ni imágenes previamente impresas o seleccionadas por mí lo que ahí se muestra, sino algo que la máquina está creando en ese preciso momento”, concluye el artista, que compara a la máquina con “un hijo” al que ahora “deja solo en el mundo”.

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